Comunidad indígena en Guatemala celebra la beatificación de su pastor

Tiempo de lectura: 4 minutos
Por: Sean Sprague
Fecha de Publicación: Ene 1, 2018

Pobladores de Guatemala celebran la beatificación del Padre Stanley Rother

 

Mientras miles de estadounidenses aclamaban la beatificación del Padre Stanley Francis Rother en Oklahoma City el 23 de septiembre de 2017, la alegría de esa celebración reverberó en Santiago Atitlán, Guatemala. Allí fue donde el candidato a la santidad sirvió como sacerdote de 1968 a 1981, y donde fue brutalmente asesinado por alentar a los indígenas mayas tzutuhil a defender sus derechos.

El padre Apla’s, como era conocido en tzutuhil, pagó un alto precio por su defensa de los pobres durante la Guerra Civil en Guatemala, porque hacerlo era considerado subversivo por el gobierno. Su persistencia, lo puso en una lista de muerte. El 28 de julio de 1981, tres hombres irrumpieron en la rectoría exigiendo ver al sacerdote y lo encontraron en una habitación.

Decidido a no ser llevado y torturado, Stan se defendió con los puños hasta su muerte. Lo golpearon hasta dejarlo azul y luego le dispararon. La bala sigue en el piso de la rectoría, cuya pared todavía tiene manchas de sangre. La habitación es ahora un santuario para el padre Apla’s.

El día de la beatificación, miles de indígenas tzutuhil en su tradicional y colorida vestimenta, llenaron la iglesia de Santiago Apóstol para ver la beatificación en Oklahoma por TV y luego tener su propia celebración local con un coro de mujeres tzutuhil y una orquesta de hombres con guitarrones dirigiendo los himnos. Muchos ancianos habían conocido personalmente al padre Apla’s, y los más jóvenes estaban sumergidos en sus historias de coraje y compasión.

El Hermano Maryknoll Marty Shea, se sentó entre la congregación y comentó: “La beatificación de Stan es una hermosa confirmación de todo lo que hemos tratado de hacer durante un momento difícil de la guerra genocida”.

 

El nuncio papal de Guatemala Nicolás Thévenin, celebró la misa que duró casi dos horas. Una docena de sacerdotes concelebraron la misa, incluyendo al Padre Maryknoll John Spain y el Padre John Vesey, de la Diócesis de Brooklyn, el siguiente párroco de Santiago de Atitlán después de la muerte de Rother.

Vesey conoció a Rother cuando ambos fueron seminaristas en Mount St. Mary’s Seminary en Emmitsburg, Maryland.

“El latín de Stan no era bueno y parecía tener dificultades con los estudios”, recuerda Vesey. “Pero su amabilidad decía volúmenes”. Él explica que al ser retirado del seminario por su incapacidad de aprender latín, Rother apeló con su obispo, Víctor J. Reed, quien reconoció las cualidades desinteresadas y espirituales del campesino de Okarche, Oklahoma. El obispo lo tomó bajo su protección y lo envió a estudiar a Emmitsburg, donde fue ordenado sacerdote de la Arquidiócesis de Oklahoma City en 1963.

Cinco años después, Rother se convirtió en pastor en Santiago de Atitlán, parte de la misión de Oklahoma City en Guatemala.

“Durante sus 13 años en Santiago, dominó el tzutuhil, un lenguaje más difícil que el latín”, dice el padre Vesey, quien era misionero en Paraguay cuando se enteró de la muerte del padre Rother. “Pedí continuar su trabajo allí. Finalmente, el obispo de Brooklyn me prestó a la arquidiócesis de Oklahoma City”.

La guerra civil en Guatemala estaba en apogeo cuando Vesey llegó en 1984, especialmente en el cercano El Quiché donde más de 20.000 fueron asesinados. “Si hubiera sido una persona sabia, hubiera tenido miedo. Se sentía el miedo a diario. Se oían rumores. El ejército venía. Cuando celebrábamos misas, la iglesia estaba llena de soldados con gigantescas armas y la gente obviamente tenía miedo. Lo triste fue que los soldados eran indígenas matando a indígenas. Se rezaba mucho. Todas estas comunidades son muy orantes, y sabes, cuando vives en guerra, solo hay una persona que te protege, es Dios”.

 

Comunidad Indígena en Guatemala celebra la beatificación de su pastor

Después de la misa el día de la beatificación, la gente en Santiago Atitlán llevó en procesión las reliquias del beato Rother alrededor de la ciudad. (Sean Sprague/Guatemala)

 

El padre Vesey, quien sirvió nueve años como sacerdote asociado de Maryknoll en Shenyang, China, y ahora es párroco de la iglesia Saint Michael en Flushing, Nueva York, no dudó qué celebración del padre Rother debía atender. “Tenía que estar con el pueblo que el padre Stan amaba”, dice. “Ver la alegría de la gente en el día de su beatificación fue maravilloso. Desde el día de su martirio lo llamaron santo. El ver ahora que la Iglesia universal lo reconoce los hace muy felices. Un catequista me dijo: ‘¡Finalmente, nuestro padre es reconocido!’”

Tras la muerte del padre Rother, sus feligreses le pidieron a su familia quedarse con el corazón y un jarro con su sangre como reliquias. Después de la beatificación, el arzobispo Thévenin llevó las reliquias en procesión alrededor de Santiago Atitlán mientras gran cantidad de fieles marchaban al son de una banda y petardos. Emocionado, el padre Vesey resumió lo que todos sentían: “Me siento bendecido de haberlo conocido”.

Ya en Nueva York, el padre Vesey dice que el padre Rother sigue inspirándolo a él y a sus feligreses. “Tenemos nuestro primer mártir nacido en Estados Unidos”, dice. “En Saint Michael tenemos seis jóvenes que quieren ser sacerdotes. Algunos tienen problemas con sus estudios. Yo les digo: ‘No se preocupen. Tenemos al Beato Stanley Francis Rother. Recen por su intercesión’”

Comunidad Indígena en Guatemala celebra la beatificación de su pastor

Mujeres tzutuhil cantan en una misa en Guatemala celebrando la beatificación del padre Rother, quien fue asesinado en Santiago Atitlán en 1981. (Sean Sprague/Guatemala)

Foto principal: En Santiago Atitlán, Guatemala, también se celebró la beatificación del Padre Stanley Rother, que se llevó a cabo en Oklahoma en septiembre 2017. (Sean Sprague/Guatemala)

 

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Sobre la autora/or

Sean Sprague

Sean Sprague es un fotógrafo y escritor independiente que vive en Gales, Reino Unido. Es colaborador frecuente de las revistas MARYKNOLL y MISIONEROS. Sean viaja por todo el mundo trabajando para un amplio espectro de organizaciones de desarrollo, para la ONU y sociedades religiosas.

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