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Sagrados & Heridos
Por Joseph R. Veneroso, M.M.

Uno herido desde toda la eternidad por amor
a la humanidad, el de ella
por amor a un Dios omnipresente que de repente
ya no se contenta con permanecer
lejos, sino que ahora está tan cerca que duele.

¿Cómo no iban a ser coronados los dos
con espinas y traspasados con la lanza
y la espada de la indiferencia y
las equivocaciones? Y aún así
primero laten al unísono,
y luego en sincopado ritmo.

Oh Sacratísimo Corazón de Jesús
ayúdame a ver lo que ves y
a amar lo que amas, aunque eso signifique
que a mi corazón le duela como le duele al tuyo
para que mi corazón pueda más perfectamente
reflejar el tuyo.

Oh, Sacratísimo Corazón de María
el amor más puro del bien más puro
La más noble de todas las mujeres benditas
déjame conocer un momento de ese
dulce misterio cuando dentro de tu vientre
latía el corazón del Hijo Unigénito
de Dios.

Que pueda entrar en el misterio del
amor divino por la humanidad
y el amor humano por lo divino
sabiendo que el abismo que separa por siempre a los dos
es la fuente de mi anhelo insoportable.

Vuelvan su mirada hacia mí, Jesús y María,
para que yo, a mi vez, mire hacia el mundo
que tanto amaron, que vivieron y murieron para
que toda la humanidad pueda vivir y amar para siempre
en el refugio de sus corazones para siempre.