Marzo/Abril 2016
La inestabilidad fomenta la violencia
En los últimos meses, la violencia en El Salvador ha disparado, con la tasa de mortalidad diaria ahora más alta que durante el apogeo de la guerra civil. Después de una tregua patrocinada por la Iglesia entre pandillas MS13 y Barrio 18 en el 2012, delitos violentos se redujeron brevemente mientras que creció para sus vecinos Guatemala y Honduras. Ahora, mientras que los homicidios siguen aumentando, El Salvador reemplazara a Honduras como el país más violento de América Latina. En septiembre de 2014, el gobierno creó un foro llamado Consejo Nacional de Seguridad Ciudadana y Convivencia (CNSCC) que en enero 2015 anunció un plan de seguridad llamado “El Salvador Seguro”. El plan, patrocinado por CNSCC, pide por más cooperación entre los organismos de seguridad, la sociedad civil (incluyendo las organizaciones de la Iglesia) y todos los poderes del Estado. Sin embargo, el plan no provee ningún mecanismo para negociar con las pandillas y el propio plan continua con fondos insuficientes. Sin el capital político para responder eficazmente a la violencia, el gobierno recientemente ha vuelto a detenciones masivas mientras que suben las muertes entre personal de seguridad. El 17 de agosto fue el día más violento del año, con 42 asesinatos oficialmente registrados. En agosto, la Corte Suprema legalmente designó todas las pandillas como “terroristas”, y ordeno más de 300 detenciones contra pandilleros sospechados de “actos terroristas”. Esta reversión a una forma de mano dura para tácticas policiales representa un importante retroceso en las negociaciones de la tregua hace unos años. Sin embargo, las dimensiones políticas amenazan con desestabilizar el país más que la violencia de las pandillas, especialmente cuando instituciones judiciales y legislativas interrumpen las funciones básicas del Estado.