Relatos de Estados Unidos y Tanzania

Tiempo de lectura: 3 minutos
Por: Misioneros Maryknoll
Fecha de Publicación: Mar 1, 2016



Soy una enfermera jubilada. Una noche en la sala de cuidados intensivos tuve un paciente que había sufrido un grave ataque al corazón; yo balanceaba los medicamentos para su corazón y para el dolor mientras su vida se extinguía. No podíamos hacer nada más. Él había sido mi paciente antes. Esa noche él estaba muy agitado e imagino que con miedo por la cercanía de su muerte. Aunque respeto las creencias religiosas le dije: “No quiero ofenderlo porque sé que es judío, pero yo soy católica. ¿Puedo rezar con usted al Sagrado Corazón de Jesús?” Él me miró con asombro y dijo: “¿Jesús me ama a mí también?” Le dije: “Claro que sí, Jesús ama a todos”. Sus ojos se iluminaron cuando dijo: “Oremos”. Recé en voz alta por este hombre, pidiendo a Jesús que le de consuelo y coraje, y que sepa lo mucho que es amado. Fue un momento de misericordia; la misericordia de Dios. Él se relajó, quedó en silencio y horas más tarde, murió pacíficamente.
Lynn Houston
Melbourne, Florida

 

Años atrás, otro laico de la Sociedad San Vicente de Paul y yo hicimos una visita misericordiosa a la casa de una joven con dos niños pequeños. No había comida. No había muebles. No había esperanza. Sentí que era poco todo lo que podíamos hacer para ayudar a esta familia. Aún después de ayudarlos, me sentí mal por ellos. Me tomó años, en un partido de fútbol de escuela secundaria, abrir los ojos. Me presentaron a una mujer madura y fuerte, quien orgullosamente aplaudía a sus dos hijos futbolistas. ¡Era la misma familia! Me di cuenta que mi más sabio amigo tuvo razón en ver las cosas con esperanza. Ahora puedo ver con claridad que ese fue un “momento misericordioso”.
Jerry Roth
Finneytown, Ohio

 

Sólo quiero pedir misericordia para los hombres encerrados en prisión, especialmente los que pasan día y noche en confinamiento solitario sin posibilidad de salir jamás. Una cadena perpetua de confinamiento solitario es similar a tortura y destruye las mentes de los hombres hasta que se vuelven locos. Supuestamente, esto es un castigo temporal, pero se está abusando de este castigo en las cárceles del estado de Nueva York y en todo el país. Personalmente conozco el caso de un prisionero, un hombre joven y listo quien está sirviendo cadena perpetua en confinamiento solitario. Por el contendio de sus extensas cartas mal escritas, creo que pronto va a perder su mente. Su nombre es David, y ya no es el mismo joven listo que entró a prisión hace 15 años; creo que su caso debería ser revisado. Yo sé que sin misericordia todos nos convertimos en monstruos. Lo digo en el nombre de Jesús.
Gretchen Groff
Baltimore, Maryland

 

Momentos de Misericordia, Misioneros Maryknoll, Marzo Abril 2016

Como misionera laica Maryknoll, en una aldea de Tanzania donde sirvo, un catequista me invitó un domingo después del servicio a almorzar en su casa. Él, su esposa e hijos vivían en una choza de barro de dos habitaciones con piso de tierra y techo de lata. Tener visitas para ellos fue un honor especial. Para la ocasión, se prestaron rústicas sillitas de madera. Los niños corrían alrededor mientras charlábamos. La esposa sirvió lo que para ellos es un banquete: ugali, un plato hecho de harina de maíz y agua. Después de lavarnos las manos y decir la gracia, comimos con nuestras manos de los dos platos comunes. Nos sentimos bendecidos por esta familia y disfrutamos de esa comida eucarística especial, donde el amor y la misericordia abundaban.
Margo Cambier, MKLM
Tanzania

 

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