En el último día de su reciente visita a México, mientras el Papa Francisco celebraba Misa en Ciudad Juárez, México, la Hermana Maryknoll Lelia Mattingly tuvo el privilegio de escucharlo en simultáneo al otro lado de la frontera, en El Paso, Texas. Ella comparte en esta edición su conmovedora experiencia. En la Misa, el Papa Francisco ofreció una oración: “Pidamos por el don de las lágrimas y la conversión”.
La prensa nos recuerda a diario que hay miles de personas en el mundo huyendo de situaciones de opresión y limpieza étnica, quienes cruzan múltiples fronteras en una búsqueda desesperada por la paz, por ser aceptados y tener una vida mejor para ellos y sus seres queridos. Pero con frecuencia, dice el papa, nuestros corazones no han estado abiertos hacia ellos. Él nos pide arrepentirnos por nuestra falta de compasión hacia nuestro prójimo, por nuestro abuso a la creación de Dios; y orando por la misericordia de Dios, nos urge a trabajar en una creación renovada que podamos legar con orgullo a las generaciones futuras.
Desde su elección en marzo de 2013, el Papa Francisco nos ha modelado la enseñanza de Jesús sobre la fe en acción al servicio de los demás, no sólo a través de su propio estilo de vida simple, sino también en sus enseñanzas oficiales y otros pronunciamientos. Constantemente nos recuerda que la conversión del corazón llega cuando nos encontramos con la misericordia de Dios que nos da el poder para cambiar nuestras vidas. Los Evangelios nos dan muchos ejemplos. Lucas (7:36,50), por ejemplo, describe que mientras Jesús cenaba en casa del fariseo, una mujer que había llevado una vida pecaminosa lo buscó; lavó sus pies con lágrimas de remordimiento, los besó y los ungió con perfume. Perdonándola por el gran amor que mostró, Jesús inicia en ella su camino a la conversión.
¿Reconocemos nuestra negligencia personal y comunitaria ante el prójimo y nuestro medio ambiente? ¿Cuál es la conversión de corazón y actitud que se nos ofrece? En su homilía en Juárez, el Papa Francisco nos recordó: “Estamos a tiempo de reaccionar y transformar, modificar y cambiar, convertir lo que nos está destruyendo como pueblo, lo que nos está degradando como humanidad”. ¿Cómo responderemos ante este urgente llamado?
