Violento incendio no puede destruir las nuevas vidas que está construyendo un proyecto de las Hermanas Maryknoll en Camboya
A principios de este año, la Hermana Maryknoll Mary Little orgullosamente me llevó por la barriada de Chak Angre en la capital camboyana de Phnom Penh, hacia la nueva aula preescolar que las Hermanas Maryknoll habían abierto sólo tres meses antes. La Hermana Little, de Stratford, Connecticut, conversó con los amistosos vendedores ambulantes a través del angosto mercado callejero que conducía a la pequeña casa donde, en un aula de un segundo piso, 25 niños vietnamitas, sin zapatos, se sentaron en un suelo de linóleo para leer con avidez libros en el idioma jemer de Camboya y luego jugaron alegremente. Nadie pudo haber imaginado qué tan drásticamente iba a cambiar el panorama sólo una semana más tarde.
El 8 de febrero, una ráfaga de viento hizo caer una vela encendida, iniciando un incendio que se extendió rápidamente y destruyó unas 100 humildes viviendas y el aula preescolar en este barrio pobre.
“La gente corría sólo con la ropa que llevaba puesta”, dijo la Hermana Little, describiendo el pánico que ocasionó el fuego. “Los camiones de bomberos llegaron hasta la avenida principal, pero no pudieron bajar por el estrecho callejón. Cuando pudieron acercarse al fuego, una tercera parte de las casas en Chak Angre se había quemado”.
Afortunadamente, no se perdieron vidas. La Hermana Little lamentó la destrucción, pero un mes más tarde fue capaz de decir: “El gobierno ha dado permiso para que la gente pueda reconstruir. El callejón se ampliará y las personas han comenzado a reparar o reconstruir sus hogares. Hemos alquilado temporalmente una casa de madera para la escuela. Ya comenzó la reconstrucción de nuestro inmueble”.
El aula preescolar en Chak Angre es parte del proyecto educativo de la Comunidad Tum Pun Boeung que la Hermana Little supervisa con la Misionera Laica Maryknoll Suzanne Scott y la misionera laica filipina Olga Pacumbaba.
El proyecto, dice la Hermana Little, sirve a las familias más pobres, de origen vietnamita y camboyano, que viven en la barriada, aumentando las posibilidades para que sus hijos tengan una mejor educación. Los niños vietnamitas en edad preescolar en Chak Angre, por ejemplo, estaban aprendiendo jemer, lo que les permitirá comunicarse en el idioma que necesitarán en las escuelas de Camboya. El proyecto también incluye un jardín de infantes en el barrio de Tu Taing, en el cual ya se graduaron los primeros 20 estudiantes en septiembre de 2015 y ahora están asistiendo al primer grado en una escuela del gobierno.
“Junto con el esfuerzo de la Iglesia Católica para ayudar a que los niños vietnamitas nacidos en Camboya reciban una educación en las escuelas del gobierno, iniciamos la educación preescolar para que los niños puedan entrar a la escuela con conocimiento del alfabeto, lenguaje y la cultura jemer”, explica la Hermana Little. “Después de dos años, pueden reconocer las letras del alfabeto, cantar canciones en jemer y hablar con los maestros y amigos jemeres”.
Al explicar porqué este tipo de asistencia es tan importante para la minoría vietnamita que vive en Camboya, la Hermana Little dice: “La etnia vietnamita es apátrida. Sus familias han vivido en Camboya por generaciones con excepción de la época de los Jemeres Rojos, 1975 a 1979. No tienen papeles de residencia ni de Vietnam ni de Camboya”.
Para los estudiantes pobres camboyanos, dice ella, el programa Boeung Tum Pun ofrece apoyo escolar para la escuela primaria y la secundaria. La Hermana Maryknoll Ann Sherman enseña inglés a estudiantes de tercero a sexto grados; lo que les permite sentirse más seguros en la escuela donde se enseña inglés, ya que este idioma se considera clave para conseguir un buen trabajo posteriormente.
El programa Boeung Tum Pun ha tenido éxito en animar a los estudiantes de secundaria a permanecer en la escuela. Algunos incluso han ido a la universidad. Siete de ellos ahora reciben becas de estudio-trabajo que el proyecto proporciona. A ellos se les ayuda con la matrícula, libros, suministros, reciben un pequeño estipendio mensual para la universidad; y tienen como responsabilidad ayudar a los niños más pequeños en el programa por doce horas a la semana.
El programa también ofrece clases de salud y nutrición en escuelas públicas y en los vecindarios. Además, hay dos centros en los que los niños pueden estar seguros mientras sus padres están en el trabajo. Un centro se encuentra en Prek Ta Kong, una de las zonas más pobres de Phnom Penh. Se encuentra al lado de un gran lago, donde las casas están sostenidas sobre pilotes para evitar inundaciones. Debido a que hay desperdicios y materiales peligrosos por todas partes, el centro de niños es como un oasis aquí, dice la Hermana Little. “Los niños tienen la oportunidad de bailar y cantar, hacer rompecabezas y construir casas o cualquier cosa con bloques Legos”, dice la misionera. “Ya que no tienen libros o juguetes en sus casas, les encanta venir para jugar y pasarla bien con otros niños”.
Leang Phall y su familia viven en Prek Ta Kong. Cuando ella perdió a su esposo debido a un cáncer de colon, se quedó sola criando a sus tres hijas. Las mantiene cultivando drakuen, una variedad de gloria de la mañana local, un vegetal camboyano que crece en el agua. Ella dice que tiene grandes esperanzas en sus tres niñas debido a que están yendo a la escuela y recibiendo tutoría adicional a través del programa de Boeung Tum Pun.
Mientras tanto, gracias a la generosidad de los benefactores de las Hermanas Maryknoll, el aula preescolar en Chak Angre continúa siendo reconstruida, esta vez con ladrillos en lugar de madera. Una llama causó estragos, pero otra llama continúa ardiendo: es la llama de la esperanza en los corazones de las personas por un futuro más brillante en Camboya gracias a la labor de las Hermanas Maryknoll como Mary Little.
Foto principal: La Hermana Maryknoll Ann Sherman con un grupo de niños cerca a Phnom Penh, capital de Camboya. Los niños reciben asistencia del programa educativo de las Hermanas Maryknoll para niños de vecindarios muy pobres.