Confrontando injusticias de género

Tiempo de lectura: 6 minutos
Por: Laurie Rumpf
Fecha de Publicación: Sep 1, 2016

Una veterana de los Misioneros Laicos de Maryknoll cumple 40 años de ministerio

Como la misionera que lleva más tiempo con los Misioneros Laicos de Maryknoll, Elizabeth Mach ha tenido un fuerte impacto en decenas de miles de vidas, respondiendo a la llamada de Dios al servicio.

La misionera de Pine City, Minnesota, quien celebra su 40 aniversario como misionera este año, comenzó su carrera misionera en 1976 en Tanzania, a donde, después de varias asignaciones en otros lugares, ha vuelto a trabajar.

“Fui por tres años, y ¡todavía estoy allí!”, dice Mach, que se unió a los Misioneros Laicos de Maryknoll (MKLM) a los 23 años de edad, recién graduada de la universidad con un grado de enfermería de College of St. Catherine (hoy University of St. Catherine) en St. Paul, Minnesota. “Dios hace planes mientras nosotros pensamos estamos planeando nuestras vidas, y a veces esos planes tienen diferentes caminos”, dice.

En sus cuatro décadas como misionera Maryknoll, Mach ha trabajado en clínicas rurales, enseñado en centros de salud y ha sido una enfermera en hospitales, manteniendo siempre su enfoque en el servicio a los más pobres y marginados. Ella ha ayudado en el parto de bebés en cabañas de barro y en campos de refugiados y visto de primera mano los efectos devastadores de la fístula obstétrica (un agujero en el canal del parto) y de la mutilación genital femenina (MGF) en la salud de una mujer. Ella entiende la falta de control que la mayoría de estas mujeres tienen sobre su vida reproductiva y la forma en que afecta a otros problemas de salud. Ella ha dedicado su vida al trabajo de defender a quienes enfrentan violencia basada en el género.

Injustice in Tanzania

La Misionera Laica Elizabeth Mach cumple 40 años de servicio misionero. Actualmente, en Tanzania, ella es una defensora de los derechos humanos de mujeres y niños.

Necesita breve cita sobre servicio a las mujeres

Después de sus primeros seis años en Tanzania, Mach regresó a Estados Unidos en 1982 y sirvió en roles administrativos y de liderazgo para MKLM durante una década, tiempo durante el cual también obtuvo su maestría en salud pública de la Universidad de Minnesota.

Ella regresó a África en 1992 para trabajar en Sudán, que en ese momento se encontraba en medio de la guerra civil entre el gobierno fundamentalista islámico en el norte y los cristianos y animistas en el sur, que eventualmente se convirtió en el independiente Sudán del Sur. Sus seis años en Sudán, donde a menudo se vio obligada a protegerse en refugios antiaéreos durante los ataques de los aviones del gobierno, llegaron a su fin cuando el vehículo que conducía cayó en una emboscada y ella quedó gravemente herida.

“El tiroteo fue una experiencia cercana a la muerte para mí”, dice Mach, “mi fe realmente creció”. Sabiendo que podría haber muerto, Mach sintió que Dios la salvó para algo más grande. “Esa es la base de mi fe en este momento”, dijo después del ataque, y agregó: “Tengo mucho más por hacer”.

Desde entonces, Mach ha trabajado en el Centro de Salud Kowak fundado por Maryknoll en la Diócesis de Musoma, y en el Hospital Bugando en la Diócesis de Mwanza como enfermera y defensora de los pacientes. Durante los últimos años, se ha desempeñado en la Diócesis de Musoma, en estrecha colaboración con el Obispo Michael George Mabuga Msonganzila, ayudando a coordinar la salud, la educación, la comunicación y los servicios sociales para la diócesis. Este trabajo permite que Mach tenga un impacto en el alcance diocesano a los pobres y vulnerables y a las víctimas de violaciones de derechos humanos. Su labor de promoción por la justicia en las áreas de salud y educación encaja bien con su pasión por la promoción de los derechos de las mujeres y las niñas.

Gender Injustice in Tanzania

En colaboración con la Diócesis de Musoma y las Hermanas del Inmaculado Corazón, Mach ha supervisado Jipe Moyo, un refugio para víctimas de violencia.

Una de sus principales prioridades es ayudar a que las mujeres obtengan acceso al tratamiento de la fístula obstétrica y ayudar a las mujeres jóvenes que intentan evadir la mutilación genital, conocida localmente como circuncisión femenina o “corte”. Por lo general esta se realiza en mujeres jóvenes, por lo general por sus familiares , como una preparación para el matrimonio, sobre todo durante noviembre y diciembre, la llamada “temporada de corte”.

“La gente dice que una mujer no puede casarse en su tradición étnica si no está circuncidado”, dice Mach.

En 2008, la Diócesis de Musoma inició un programa para proteger a las niñas durante estos meses. El campamento de rescate inicial en ese momento albergaba 53 chicas, pero en 2015 la diócesis estaba protegiendo a 650 niñas con seguridad armada.

Por desgracia, el número de familias que practican la MGF en la región de Mara, donde se encuentra Musoma va en aumento, dice Mach. Al mismo tiempo, está viendo una creciente concientización entre las jóvenes tanzanas entemas relacionados con la MGF y los matrimonios arreglados que involucran a niñas tan jóvenes como de 14.

“Recientemente estamos viendo la comprensión y deseo de los jóvenes de casarse con quienes quieran”, dice ella. “Es por eso que es tan importante contar con hombres y niños como parte de nuestros programas, ya que ayudan a hacer el cambio. Realmente se trata de educar a todos. Una vez que la gente entiende las consecuencias de la MGF y lo que lo hace negativamente a una niña o la vida de la mujer a lo largo de su vida reproductiva, están dispuestos a hacer los cambios necesarios”.

Tanzania sigue teniendo una de las tasas más altas de matrimonio infantil en el mundo, con cuatro de cada 10 niñas que se casan antes de la edad de 18. El 15% de las mujeres y niñas en Tanzania se ven obligadas a soportar la mutilación genital femenina; esta tasa es del 44% en la región Mara.

Gender Injustice in Tanzania

Mach ha supervisado durante los últimos cinco años ¡Jipe Moyo! (que significa Da el Corazón!), un refugio ofrecido a través de la Diócesis de Musoma y las Hermanas del Inmaculado Corazón, que provee personal al programa, para las niñas que huyen de cualquier tipo de violencia de género, incluyendo la MGF, matrimonios arreglados, violencia doméstica y tráfico sexual. ¡Jipe Moyo! ofrece a unas 50 niñas un refugio seguro durante todo el año. Las víctimas son bienvenidas a quedarse todo el tiempo que sea necesario. Mach está trabajando para ampliar el espacio del refugio para tomar niñas adicionales.

“Tratamos de inscribir a las niñas en las escuelas, o ponerlas en escuelas técnicas, o en la primaria o secundaria, sabiendo que la educación es lo que va a marcar la diferencia”, dice Mach. “Si podemos educarlas, entonces tenemos una oportunidad para que ellas tengan esperanza en su futuro.”

La educación de las comunidades locales para cerar conciencia es un aspecto importante de los esfuerzos del ministerio, ya que son la policía, los miembros de la familia, catequistas y miembros de congregaciones religiosas locales quienes a menudo pueden identificar situaciones de violencia basada en el género y llevar a las niñas que han sido abusadas a ¡Jipe Moyo!

“Tratamos de reintegrar a la mayoría de estas niñas, pero tenemos algunas que estaban en matrimonios infantiles o en algún tipo de una situación de abuso y no las podemos regresar a sus casas’, dice Mach. “Tienen que quedarse con nosotros’.

Mach ayuda a coordinar e impartir seminarios sobre las costumbres tradicionales nocivas y está trabajando para desarrollar un programa de asesoría jurídica y un año de recuperación para las niñas que quieren entrar en la escuela secundaria.

La educación es clave para combatir la violencia por razones de género y reducir la frecuencia de los matrimonios infantiles y los embarazos precoces, dice Mach. Si una chica tiene la oportunidad de ir a la escuela, dice, los conocimientos adquiridos y un posible retraso en su matrimonio puede generar independencia económica, y un futuro brillante para que su familia salga de la pobreza.

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