Cuando los co-fundadores James A. Walsh y Thomas F. Price hicieron que China fuera la primera misión de Maryknoll en 1918, descubrieron con humildad que habían encontrado un suelo fértil para sembrar las semillas del Evangelio. Muchos misioneros Maryknoll han tenido la dicha de servir allí.
Esos días terminaron en 1949, cuando el líder comunista Mao Zedong lanzó la Revolución Comunista, que prohibió la práctica de la religión. Maryknoll, al igual que otros grupos misioneros, fue forzado a salir de China.
No fue hasta 1976, cuando el presidente Mao murió, que se produjeron reformas moderadas. La Iglesia pudo volver a funcionar en China, pero sin influencias externas. Los sacerdotes Maryknoll pudieron regresar, pero sólo como profesores de inglés.
En 1987, el año en que fui ordenado sacerdote Maryknoll, Maryknoll me asignó para enseñar inglés en China en la Universidad Suzhou en la provincia de Jiangsu.
Los estudiantes me llamaban Dr. Lawrence, aunque todos sabían que yo era un sacerdote católico. Mis alumnos me pusieron un nombre chino: Lin Cie-hua; me explicaron que Lin es similar a Flynn y Cie-hua era la traducción de “verdadero amigo de China”.
Después de dos años fructíferos en Suzhou, me trasladé a la Universidad de Fudan en Shanghai. Un día, la presidenta de la escuela me llamó a su oficina. Para mi sorpresa, me pidió que diera una conferencia sobre los aspectos históricos y culturales de la Biblia, lo cual, señaló, era generalmente algo desconocido en China. Hablé por cerca de dos horas ante un auditorio de estudiantes, profesores y la presidenta. Estaba tan lleno que todos estaban de pie. Después de 45 minutos de preguntas, los estudiantes me siguieron afuera, querían escuchar más.
El próximo año, las autoridades de Shanghai enviaron un coche a recogerme para que tenga una audiencia con ellos. Uno de ellos dijo: “Dr. Lawrence, tenemos una petición inusual para usted”. El Obispo de Shanghai, Jin Lu Xian, quien recientemente había sido puesto en libertad, había pedido que se me permita enseñar en el seminario regional, que reabriría sus puertas después de 45 años. Fui el primer sacerdote extranjero en vivir y enseñar allí.
Tuve que pedir permiso del liderazgo de Maryknoll y a su vez ellos pedir permiso del Vaticano. La respuesta del Vaticano fue: “Cualquier cosa que Maryknoll puede hacer por los seminaristas allí, es el futuro de la Iglesia en China”.
Fue una alegría estar entre esos feligreses, la mayoría de tierras rurales, cuyas familias habían conservado milagrosamente su fe católica en medio de la represión.
Al cabo de unos años, me pidieron que enseñe en el seminario nacional en Beijing.
Entonces me di cuenta de la gran necesidad de una educación de calidad para los seminaristas chinos. Eran jóvenes y vibrantes, pero sus profesores eran viejos sacerdotes que no estaban acostumbrados a la enseñanza.
A solicitud del obispo Jin, para asistir en la formación y educación de seminaristas chinos, acompañé a cuatro de ellos para que estudien en dos seminarios en Estados Unidos en 1991, y de ese modo empezó el Proyecto China.
Me regocijo de haber sido un agente del Espíritu Santo en el inicio de este maravilloso programa.
Foto principal: El Padre Maryknoll Lawrence Flynn acompañado de un grupo de seminaristas del Seminario Sheshan en Shanghai, China. Maryknoll Mission Archives.