La melodía local de los jóvenes en la misión

Tiempo de lectura: 3 minutos
Por: Rodrigo Ulloa-Chavarry, M.M.
Fecha de Publicación: Mar 1, 2017

Sacerdote Maryknoll recibe y comparte los dones del servicio misionero

Como dice la Escritura: “¡Qué hermosos son los pasos de los que anuncian buenas noticias!” Romanos 10, 14-15.

Cuando la gente me ayuda a encontrar a Dios en mi vida y cuando yo ayudo a la gente a encontrar a Dios en la de ellos, eso para mí es misión. Como sacerdote misionero Maryknoll he tenido el privilegio de hacer eso entre los jóvenes de Asia. Debo decir que heredar la personalidad artística de mi abuelo ha sido una bendición en mi misión porque encuentro que los jóvenes se sienten atraídos por todo tipo de formas de arte, como la música y el cine, por nombrar algunas. En mi misión, yo he usado la flauta, que aprendí a tocar en Guatemala; la guitarra, que aprendí a tocar en mis años de seminario en Chicago; un proyector, que alguien me regaló en Camboya; un tambor, que mi profesor de idiomas me dio en Taiwán; y finalmente, la meditación, que aprendí durante mi trabajo misionero en Nepal.

la melodía local de los jóvenes en la misión, Misioneros Maryknoll, Marzo 2017

Cortesía Rodrigo Ulloa Chavarry, M.M./Taiwán

Al principio, mi sonido de misión estaba desafinado. ¿Por qué? Porque necesitaba aprender la melodía local de los jóvenes, su ritmo, sus compases, su sabor. En misión, no le decimos a la gente qué hacer. Simplemente ofrecemos ingredientes nuevos que pueden aceptar o rechazar. Cuando los aceptan, son ellos los que hacen que todo suceda. Sólo entonces el sonido de la misión empieza a emerger atrayendo a muchos o pocos, a veces incluso asustando a otros también. La paciencia es clave cuando se trata de tocar una melodía misionera.

Una de las mayores satisfacciones en la misión es llevar a la gente a Jesús. Como Andrés, el apóstol que no sólo llevó a Pedro a Jesús, sino también al niño que cargó los cinco panes de cebada y los dos peces—a pesar que la gente pensó que no era suficiente para alimentar a todos. En la misión, he aprendido a estar satisfecho con la poca cantidad del idioma local que puedo hablar, con lo poco de las tradiciones y costumbres religiosas locales que puedo entender y sobre todo de cuánto tiempo mi sonido de misión puede durar. Lo que es más importante y muy esencial para nuestra propia felicidad es la idea de aprender a estar satisfecho con lo que no puedo hacer. En otras palabras, reconocer mis limitaciones, saber decir hasta aquí es donde mis dones alcanzan su máximo potencial. ¡Jesús hace el resto por nosotros!

la melodía local de los jóvenes en la misión, Misioneros Maryknoll Marzo 2017

El Padre Rodrigo Ulloa-Chavarry usa todas las habilidades que aprende para conectar con los jóvenes en su vida misionera. Cortesía del Padre Rodrigo Ulloa-Chavarry/Nepal

En la misión bendecimos, acompañamos, bailamos, reímos, lloramos, lamentamos, vivimos, dudamos, perdonamos, escribimos, oramos y anhelamos, oh sí, anhelamos que nuestra fe siga teniendo sentido y nos inspire a llevar el sonido de la misión a otras partes del mundo porque, “¡Qué hermosos son los pasos de los que anuncian buenas noticias!”

Aunque mis pasos no son tan hermosos estos días, debido a las temperaturas frías aquí en la parte noreste de Asia, experimentar la buena noticia de la que habla San Pablo en esta cita bíblica mantiene mi corazón cerca de Dios y eso es algo hermoso, como diría mi abuela.

En mi misión siempre pienso en una frase de Marshall Morán, un sacerdote jesuita de Chicago que fue misionero en Nepal: “En misión podríamos empezar más rápido y más fácil pensando en pequeño, creciendo lentamente, consideradamente, cuidadosamente”.

 

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Sobre la autora/or

Rodrigo Ulloa-Chavarry, M.M.

El Padre Ulloa, nacido en Guatemala, fue ordenado sacerdote Maryknoll en el 2011. Él ha servido en Nepal y China, y actualmente trabaja como Director de Vocaciones para la Sociedad Maryknoll en Estados Unidos.

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