Pareja de Nueva York reza el Padre Nuestro y encuentra vida de fe a raíz de un accidente
Los evangelios de San Mateo y San Lucas incluyen la oración más querida de la Biblia; pero muchas veces decimos sus palabras por rutina. ¿Alguna vez “El Padre Nuestro” cambió tu vida? Marypaz y Alex Badillo, de Wappingers Falls, Nueva York, dicen con mucha convicción que “¡sí!”
Hace siete años Alex sufrió un accidente. Iba en su motocicleta, chocó con un automóvil y cayó al pavimento. Como se levantó sin dolor, pensó que no se había lastimado. En vez de ir al hospital, llamó a su esposa para que lo recoja. Marypaz dejó a su hija Samantha en su clase de preparación para la primera Comunión, y a su hijo de cinco años, Sebastián, con su abuela, quien había venido de visita desde Ecuador para la celebración de la primera Comunión. Cuando vio a su esposo y supo lo que había sucedido, insistió que fueran al hospital. “Alex tenía la clavícula y tres costillas rotas, pero lo peor estaba por venir”, dice.
Cuando regresaron a casa, encontraron un mensaje urgente de los doctores. Las placas de Rayos X revelaron una pequeña mancha en el pulmón. Alex regresó al hospital para más estudios y fue dado de alta.
El accidente ocurrió un 18 de mayo y Samantha iba a hacer la primera Comunión un 22 de mayo.
“Al día siguiente del accidente, yo hacía los preparativos en casa cuando Alex gritó desesperadamente ‘¡Marypaz!’”, dice ella. Se acercó y se puso nerviosa al verlo tan pálido. Alex no podía respirar. Ella llamó inmediatamente a la ambulancia. La pequeña ruptura que Alex sufrió en el pulmón provocó el colapso de todo el pulmón. Una cirugía de emergencia le salvó la vida, pero Alex cayó en coma. Quedó en la sala de cuidados intensivos. “El médico me dijo que ya no podían hacer nada por él”, recuerda Marypaz.
Marypaz debía decidir si posponer o seguir con la primera Comunión. “Sentí que en esa situación crítica, la fe era más importante que nunca”, dice Marypaz. “Decidí hacer lo que sabía que Alex quería”.
En la Misa, el sacerdote ofreció como intención la salud de Alex, para que todas las familias rezaran por él. “Desde ese momento empezamos a caminar con el Señor y nuestra familia sintió lo que es ser abrazada por la Iglesia”, dice Marypaz. Después de la celebración, ella llevó una foto de Samantha a la sala de cuidados intensivos y la colocó al pie del suero.
Alex no recuerda nada de sus días en coma, excepto lo siguiente: “Sentí que me hundía y que sólo quería dormir. Una vez, con mucho esfuerzo, logré abrir los ojos y vi la foto de Samantha. Empecé a rezar: ‘Padre Nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre…’ La recé y la volví a rezar, no sé ni cuántas veces porque tenía tanto sueño, y no podía resistirlo. Pero las veces que pude, oré el Padre Nuestro”.
Los días pasaron. Una mañana, camino a la habitación de Alex, Marypaz vio a enfermeras entrar y salir y se preocupó por lo que estaría pasando. Le dijeron que Alex estaba respirando sin ayuda médica.
“Al rato abrió los ojos, me vio y susurró su primera palabra desde ese día de su grito desesperado: ‘Agua’. Quería agua”.
No sólo Alex, sino toda la familia sintió que volvió a vivir.
Ahora Marypaz es integrante de una cofradía parroquial y Alex participa en un taller arquidiocesano. Juntos han colaborado con un proyecto de misión para familias hispanas. Este año, Samantha recibirá la Confirmación. Los Badillo jamás se olvidarán del accidente; pero tampoco se olvidarán del nuevo comienzo de su vida de fe.
Todo gracias al poder del Padre Nuestro.
Foto principal: Feligreses rezan el Padre Nuestro en una iglesia en Nueva York durante la celebración del 35 aniversario de la muerte de Monseñor Oscar Romero. (Foto crédito: CNS/Nueva York)