Una visita a El Salvador con el padre Mino

Tiempo de lectura: 4 minutos
Por: Kevin McCarthy
Fecha de Publicación: Jul 1, 2017

Maryknoll prepara experiencia misionera para jóvenes de Nueva Jersey

 

El Padre Mino Chica y parte de su familia huyeron de El Salvador en 1988 durante la Guerra Civil (1980-1992), cuando él tenía 15 años de edad. Pero desde que fue ordenado sacerdote en el 2006, por la Arquidiócesis de Newark, Nueva Jersey, él ha regresado cada uno de los últimos de 12 años a ayudar la gente de su país.

Como es director asociado de la Oficina del Ministerio para Jóvenes y Jóvenes Adultos de la arquidiócesis, el padre Mino viaja a El Salvador cada marzo con un grupo de estudiantes de la universidad Seton Hall.

Este febrero fui con él a El Salvador por una semana porque el programa de formación misionera de Maryknoll en el que trabajo está planeando con el padre Mino llevar este año a un grupo de jóvenes adultos hispanos de la diócesis de Newark para una semana de aprendizaje y servicio misionero.

En preparación del itinerario que tendrán los jóvenes, fuimos a la Capilla de la Divina Providencia, en la capital San Salvador, lugar donde el Beato Oscar Romero fue asesinado. Allí nos reunimos con el Padre Maryknoll John Spain quien nos habló de Romero y su muerte. El padre Spain, quien inició su misión en El Salvador en 1971, conoció a Romero personalmente y fue una de las personas que cargó su ataúd en su funeral.

Durante la guerra civil salvadoreña, murieron más de 75,000 personas, la mayoría de la población civil. Romero habló frecuentemente sobre las matanzas en su país y en contra de las desigualdades en el sistema. Fue por eso, que fue asesinado un día mientras celebraba la Misa en la capilla. Después de visitar la capilla, el padre Spain nos mostró la casa sencilla donde vivió Romero, la cual ahora es un museo con muchos recuerdos de su vida. Monseñor Romero es bien conocido por sus palabras: “Si me matan, resucitaré en el pueblo Salvadoreño”.

Luego viajamos a El Mozote, en el departamento­ de Morazán—donde nació y creció el padre Mino. En El Mozote, 24 soldados asesinaron a 821 personas, incluyendo a 421 niños y jóvenes, en 1981. La masacre está viva en la memoria de muchos en la comunidad. En el centro de El Mozote hay una placa que dice: “Ellos no han muerto. Están con nosotros, con ustedes, y con la humanidad entera”.

El padre Mino y otras personas de El Mozote quisieron crear algo hermoso, un lugar de paz y sanación en este lugar donde hubo violencia, dolor y sufrimiento. Con el apoyo de otro sacerdote y católicos en Alemania, ellos construyeron un memorial de la paz y están terminando de construir una casa de retiro que será administrada por Hermanas Franciscanas de Ecuador y El Salvador.

El memorial tiene estatuas de Mahatma Gandhi, Martin Luther King Jr., Santa Teresa de Calcuta, Monseñor Romero, y una de Jesucristo en el centro. En la cima de un cerro, cerca a la casa de retiro, construyeron una capilla de perpetua adoración donde empezamos nuestro día a las seis de la mañana.

Es esa experiencia de encuentro la que queremos brindarle a los jóvenes hispanos de Newark cuando vengan con nosotros al viaje de inmersión misionera que estamos preparando”.

Después de El Mozote fuimos a la ciudad de San Miguel, a donde el padre Mino y su familia huyeron para buscar refugio ante la violencia, antes de escapar a Estados Unidos en bus, tren, y finalmente en el techo de un vehículo recreacional.

El día del Miércoles de Ceniza, el Padre Mino y yo ayudamos a la parroquia de San Francisco de Gotera, visitando dos comunidades pequeñas pobres, Jesucito y La Hoya, en las montañas. Los pobladores usualmente tienen que caminar casi una hora para llegar a la iglesia más cercana. En tiempo de lluvia no se puede llegar ni a pie ni en coche. Allí celebramos Misas y distribuimos las cenizas.

A través de sus conexiones en Estados Unidos, el padre ha ayudado a construir en La Hoya una capilla y la gente está muy feliz. La gente de Jesusito quisiera construir una capilla también y el padre Mino está trabajando para que se cumpla ese sueño.

De regreso a San Miguel visitamos la catedral donde Monseñor Romero fue sacerdote por más de 20 años, y visitamos un asilo de ancianos y un orfanato. “Cada niño tiene su historia, abandono, abuso, pero aquí tienen un lugar seguro”, dijo el padre Mino. Él también ofrece ayuda a este lugar con donaciones de Estados Unidos.

Concuerdo con el padre Mino, es en el encuentro con la cara de Jesús en los pobres que somos transformados. Es esa experiencia de encuentro la que queremos brindarle a los jóvenes hispanos de Newark cuando vengan con nosotros al viaje de inmersión misionera que estamos preparando.

Foto principal: Diácono Kevin McCarthy (izq.) acompañado del padre Mino Chica (de gorra) y otros jóvenes en la comunidad Jesucito en El Salvador.

 

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Sobre la autora/or

Kevin McCarthy

El diácono Kevin McCarthy es promotor del programa Discípulos Misioneros Maryknoll.

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