En programa de formación misionera surge reflexión sobre la mística
En el curso de formación misionera que realizamos en Guatemala en abril nos enfocamos en aplicación de los documentos de Aparecida—V Conferencia General del Consejo Episcopal Latinoamericano—y Evangelii Gaudium—exhortación apostólica del Papa Francisco—para renovar nuestras prácticas misioneras.
El primer tema, Una Espiritualidad para el Cambio de Época, lo dirigió la teóloga y religiosa dominica Geraldina Céspedes Ulloa. En su exposición habló de un lugar llamado “esperanza”.
Al día siguiente, cuando Céspedes solicitó preguntas y comentarios, el Hermano Maryknoll Martín Shea, que estaba presente en el curso, dijo que en sus 45 años de misión no había reflexionado de manera tan clara en que sin amor no hay mística ni misión.
“Usted me provocó ayer con la palabra ‘esperanza’”, dijo el hermano. “Yo conocí a Esperanza, fue líder y dio su vida por su comunidad. En la experiencia de haber conocido a Esperanza, encuentro que la mística está en la memoria. He encontrado una perla de tanto valor”.
La perla que el hermano Martín encontró iluminó la reflexión de toda la semana: La mística está en la memoria.
Somos el pueblo de la memoria. Venimos de la herencia del pueblo hebreo que se identificaba así: “Mi padre era un arameo errante…” (Dt 26,6). En cada Eucaristía celebramos al Dios de la vida porque Jesús dijo: “hagan esto en memoria mía” (Lc 22,19). Nuestros pueblos latinoamericanos han pasado y continúan procesos de recuperación de la memoria histórica para hacer justicia a todas las víctimas de la violencia.
Por esta razón, el 26 de abril, asistimos al 19 aniversario del martirio de Monseñor Juan José Gerardi—obispo guatemalteco y defensor de los derechos humanos asesinado en 1998. En clima de peregrinación fuimos al Museo de la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala—que tiene una muestra fotográfica de la vida de Gerardi y del reporte “Guatemala, Nunca Más”.
Un fragmento del reporte dice: “La historia de Guatemala es nuestra historia de salvación que pasa por la muerte, que camina hacia el amanecer al encuentro de la vida. Jesucristo en su ministerio pascual ha caminado con nosotros en la persecución, las torturas, la desaparición, el exilio, la muerte, los cementerios clandestinos, las exhumaciones, luchando por una resurrección que dignifique al pueblo. Nuestro compromiso es dar a conocer y acompañar esta buena noticia, luchando por la transformación de nuestra realidad”.
Luego, fuimos a la Casa Parroquial de San Sebastián, lugar del martirio. Allí vimos los murales que recuerdan la violencia en el Quiché, el trabajo para la reconstrucción de los hechos, y tuvimos un momento de oración. Pedimos la intercesión de Gerardi para ser instrumentos de paz y testigos de la cultura de la no violencia en nuestros pueblos.
Por último, participamos en la Eucaristía celebrada en la catedral. Allí se nos invitó al compromiso con la justicia y a construir una Iglesia comprometida con la vida y la historia. Al final, una mujer gritó: “¡Monseñor Gerardi!”. Todos respondieron: “¡Presente!” Luego hubo un segundo grito: “¡Guatemala!”, y todos respondieron: “¡Nunca más!” Como misioneros, nosotros también gritamos ante todo tipo de violencia: ¡Nunca más!
La mística está en la memoria, que nos conecta con experiencias vividas. El amor de quienes han derramado su sangre por la construcción del Reino, nos inspira porque, como dijo el hermano Martín: “Sin amor no hay mística ni misión”.
Foto principal: Mujer guatemalteca carga flores en medio de la neblina. En abril se conmemora el aniversario del martirio del obispo Gerardi, asesinado en 1998.
Para mayor informacion: cmmalbolivia.org