Inmaculada Concepción

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Por: Joseph Veneroso, M.M.
Fecha de Publicación: Nov 1, 2017

Sacerdote aclara conceptos erróneos sobre la sublime doctrina de la Inmaculada Concepción

Una de las doctrinas más sublimes y, paradójicamente, mal entendidas de la Iglesia Católica es la de la Inmaculada Concepción. Proclamada como dogma en 1854 por el Papa Pío IX, la creencia es tan antigua como los propios evangelios.

Algunos malentendidos populares. La Inmaculada Concepción se refiere a María sin la mancha del pecado original desde el primer momento de su existencia en el vientre de su madre, Ana. No hay ninguna indicación ni creencia de que Ana y Joaquín concibieron a María de otra manera que la manera natural en que los padres conciben a un niño.

Contrariamente a la creencia popular, incluso entre muchos católicos, la Inmaculada Concepción NO se refiere al nacimiento virginal de Jesús. Una manera de recordar esto es que la fiesta de la Natividad de María (8 de septiembre) llega exactamente nueve meses después de la solemnidad de la Inmaculada Concepción (8 de diciembre). Si se refería al nacimiento virginal de Jesús, se celebraría nueve meses antes de Navidad, el 25 de marzo, que es la fiesta de la Anunciación. Dicho esto, según teólogos esta fue la manera de Dios de preparar a María para ser la madre del Mesías.

Bíblicamente, vemos dos referencias a lo que se llamaría la Inmaculada Concepción en el evangelio de Lucas. En Nazaret, el Ángel Gabriel saluda a María como “kecharitomene”, que se traduce como “llena de gracia”. La palabra no aparece en ninguna otra parte de la Escritura, ni en griego. Lucas formó la palabra para subrayar la naturaleza singular de la mujer con la que Gabriel habló. ¡María es única en la historia humana! Además, el saludo del ángel implica que María ya estaba agraciada antes que apareciera Gabriel o antes que María responda.

Un rabino que enseñó en la que fue la Escuela de Teología de Maryknoll, expresó su creencia de que la Inmaculada Concepción tiene sentido desde una perspectiva judía, ya que sólo el vientre de una mujer ritualmente pura era digno de llevar al Mesías. Por tanto, la iglesia primitiva consideraba a la Virgen María como una expresión única del amor de Dios, providencialmente separada por la gracia divina.

Avance rápido de 1830 años. Santa Catalina Labouré, una novicia de 24 años de edad en las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, tuvo una visión de la Santísima Virgen María encargándole dedicar una medalla a la Inmaculada Concepción. En la medalla están las palabras: Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a ti. La “Medalla Milagrosa” se volvió una devoción popular debido a las muchas gracias y sanaciones que se le atribuyen a la intercesión de María.

En 1858, cuatro años después de que el Papa Pío IX declarara la doctrina de la Inmaculada Concepción, una joven, Santa Bernadette Soubirous, en Massabielle, Francia, afirmó haber visto una aparición de una bella dama vestida de blanco, ¡cerca del vertedero de la ciudad! Las autoridades de la iglesia local estuvieron comprensiblemente escépticas. La desafiaron a explicar porqué la Madre de Dios aparecería en un lugar tan vulgar. Su simple respuesta: “Jesús nació en un establo”. Presionaron a Bernadette para que identificara la aparición y, después de varios intentos fallidos, quedaron desprevenidos con la respuesta: “Yo soy la Inmaculada Concepción”.

El día de la aparición fue el 25 de marzo—¡Día de la Anunciación! Nuestra devoción a la Inmaculada Concepción está intrínsecamente ligada al papel de María en la Encarnación de la Palabra-hecha-Carne de Dios.

Foto principal: Una niña en Ahuachapán, El Salvador, se viste de Virgen María durante un festival de linternas en honor a la madre de Jesús. (CNS/ El Salvador)

 

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Sobre la autora/or

Joseph Veneroso, M.M.

Joseph R. Veneroso, M.M., es el ex editor de la revista Maryknoll. Él sirvió como misionero en Corea y ahora vive en el Centro de Maryknoll en Ossining, Nueva York, y también atiende las necesidades pastorales de una comunidad coreana en una parroquia católica en New York City. Es autor de dos libros de poesía, Honoring the Void y God in Unexpected Places, una colección de columnas de la revista Maryknoll titulada Good New for Today y Mirrors of Grace: The Spirit and Spiritualities of the Maryknoll Fathers and Brothers.

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