Mientras conmemoramos la fiesta de Santa Teresa del Niño Jesús en el campo de refugiados de las Naciones Unidas en Malakal, Sudán del Sur, donde sirvo como capellán católico, también celebramos a todos nuestros niños. Ellos preparan la liturgia y las sagradas escrituras, cantan en el coro, leen las oraciones de los fieles y bailan en la Misa.
Durante la fiesta que sigue, los jóvenes entretienen con danzas culturales. Luego algunos de ellos invitan a los adultos a bailar con ellos. Ciertamente me sentí joven de corazón cuando una niña de 6 años me invitó a unirme a los jóvenes bailarines.
Michael Bassano, M.M.
Como soy una misionera laica Maryknoll que trabaja en las oficinas en Ossining, Nueva York, ofrezco servicio voluntario en Sing Sing, una prisión de máxima seguridad para hombres, que está cerca de nuestra sede central. Para nuestro grupo mensual de oración y meditación, a menudo, me dan permiso para llevar música en un cd. Recientemente, llevé un cd de canto gregoriano para usarlo mientas meditábamos. Pero justo afuera de la capilla, también se estaba reuniendo un grupo del movimiento rastafari, por lo que nuestra música compitió con la de Bob Marley. A pesar de esta yuxtaposición de estilos musicales, pudimos compartir un momento de oración de calidad.
Debbie Northern, MKLM
Una profesora no sabe lo que significa una expresión de afirmación para sus estudiantes…hasta que un día se lo dicen. Pasó en Hong Kong donde fui invitada a reunirme con ex alumnas por su aniversario rubí. Me senté junto a una ex alumna quien me contó sobre su trabajo, su familia, sus planes de retirarse y que se convirtió en cristiana. Luego dijo: “Sabe, hermana, usted fue la primera que me dijo que tenía una letra muy bonita. Me sentí muy bien y desde entonces, estudié muy fuerte”. Su recuerdo me tomó por sorpresa pues yo no recordaba esas palabras ni el momento que las pronuncié. ¡En realidad, fue la inspiración de Dios que funcionó en esta joven estudiante! ¡Quién pensaría que una simple afirmación, que no estaba relacionada al curso de matemáticas que yo enseñaba, lo que le dio una motivación de por vida! Las recompensas de la misión vienen en formas inesperadas. Para nosotras creyentes, somos co-creadoras con Dios del futuro hacía la integridad, la nuestra y de aquellos que encontramos en nuestra misión.
Teresa Dagdag, M.M.
Visito un hospital público para trasplantes en São Paulo, Brasil, donde facilito conversaciones. Los pacientes que están allí son tratados por enfermedades como leucemia y hemofilia. En mis visitas he aprendido muchos detalles acerca de enfermedades graves, pero también he aprendido acerca de la fe y la paciencia. Algunos pacientes tienen que someterse a prolongados tratamientos sin poder salir del hospital por meses. Otros pasan por momentos difíciles cuando el medicamento no funciona como se esperaba.
En este ministerio lo más difícil para mí es cuando descubro que uno de los pacientes que he visitado, y ha sido cercano a mí, ha fallecido. Particularmente, me entristece mucho cuando le sucede a un paciente joven.
A pesar del sufrimiento que he visto, al salir del hospital me siento inspirado por la fe de la gente. Doy gracias a Dios por el don de estar vivo y con buena salud—algo que muchas veces no valoro en mi vida—y por poder ir a visitar a estos pacientes y aprender con ellos a vivir un día a la vez.
Flavio Rocha da Silva, MKLM