Sacerdotes y hermanos Maryknoll recaudan fondos para ayudar a reasentar a refugiados de Siria en el condado de Westchester, Nueva York
Seis meses después de que Leen Ali-Dib y su familia de refugiados se reasentarán en Pelham, Nueva York, fueron a un parque local para disfrutar de los fuegos artificiales del 4 de julio. Lo que debería haber sido una noche de entretenimiento pirotécnico pronto se convirtió en una pesadilla de recuerdos sobre su ciudad natal de Damasco, Siria.
“Estábamos sentados en el césped, y cuando los fuegos artificiales empezaron a subir, estábamos todos temerosos porque el sonido era tan fuerte que nos recordaba las bombas en Damasco”, explica Leen, de 13 años, que actúa como intérprete improvisado para sus padres y tres hermanos.
No fue la primera vez que los miembros de su familia se asustaron por sonidos que les recordaban la guerra civil de seis años en Siria. “A veces, cuando caminamos por la calle cerca de la estación de tren y escuchamos el sonido del tren, mi madre se imagina que es el avión y la bomba, pero después de un momento se da cuenta, ‘Estoy en América, no en Siria’”.
La familia de Suzan y Bahaa Ali-Dib huyó de Damasco temprano en el conflicto después de que una bomba cayó sobre la casa de al lado, dañando también su casa y rompiendo ventanas e impidiéndoles salir porque las puertas estaban obstruidas. Antes, Bahaa había sido apresado y torturado por negarse a ayudar al gobierno sirio.
Su odisea de cinco años de Damasco, donde Bahaa era un comerciante de especias, los llevó a Líbano, Egipto, Turquía y, finalmente, al Condado de Westchester, Nueva York. La familia con cuatro niños de 2 a 13 años se reasentó allí en enero pasado a través de los esfuerzos de una comunidad local en Pelham y con la ayuda de donaciones personales de algunos sacerdotes y hermanos Maryknoll.
El Padre Maryknoll Francis Breen dice que miembros de los Padres y Hermanos Maryknoll se involucraron en el reasentamiento de refugiados después del llamado del Papa Francisco en 2015 para que los católicos respondan a la difícil situación de los refugiados que salen del Oriente Medio y el norte de África.
En abril de 2016, el padre Breen y algunos otros sacerdotes y hermanos Maryknoll asistieron a un foro en White Plains sobre la crisis de los refugiados sirios.
“Esto fue poco después que vimos esas imágenes horribles, especialmente la de un niño muerto en una playa de Grecia que había cruzado el Mediterráneo”, dice Breen.
Después, sacerdotes y hermanos que vivían en el centro de Maryknoll en Ossining, Nueva York, tuvieron una reunión para discutir cómo responder. Los misioneros, muchos de ellos ancianos, no sentían que podían albergar a una familia de refugiados, pero hicieron lo que tan a menudo le pidieron a otros para apoyar el trabajo de la misión: metieron las manos en sus propios bolsillos y recurrieron a recursos familiares para ayudar a sus vecinos de Westchester a recibir a aquellos que huyen de la guerra y la violencia.
“Comenzamos a recaudar fondos en septiembre de 2016 y pensé que recaudaríamos unos 5.000 dólares”, dice Breen. “Bueno, sólo en los primeros dos meses nos acercamos a 11.000. Fue increíble. El dinero no cesaba de llegar”.
En total, a finales de agosto, los sacerdotes y hermanos habían donado unos 73.000 dólares.
“Fueron donaciones individuales”, dice el padre Breen, señalando que ninguno de los fondos provenía de los Padres y Hermanos Maryknoll como organización.
Inicialmente, los sacerdotes y hermanos donaron 16.000 dólares para ayudar a reasentar a otra familia siria en la cercana Stamford, Connecticut, cuya hija de 17 años estaba paralizada desde la cintura desde que recibió un disparo cuando tenía sólo 12 años.
Luego, en diciembre pasado, los Maryknoll donaron $ 10.000 a la recién establecida Hearts and Homes for Refugees, una organización de Pelham que fue la primera en Westchester en abrir sus puertas a una familia siria: los Ali-Dibs.
“Quedamos muy agradecidos por el apoyo y fue especialmente bueno porque llegó temprano y nos dio la capacidad de continuar, sabiendo que podíamos apoyar a la familia”, dice Kathie O’Callaghan, fundadora y presidenta de Hearts and Homes for Refugees. El grupo reasentó a la familia siria en colaboración con Catholic Charities de la Arquidiócesis de Nueva York. “Era algo que podíamos hacer localmente”, dice.
Aunque por lo general toma de tres a seis meses de preparación para recibir a una familia de refugiados, el grupo de Pelham sólo tuvo tres semanas de aviso de que la familia de Ali-Dib estaba llegando. Por eso, O’Callaghan dice, la puntualidad de la donación de los Maryknoll fue crucial.
Kelly Agnew-Barajas, directora de reasentamiento de refugiados de Servicios Comunitarios de Caridades Católicas de la Arquidiócesis de Nueva York, dice que los grupos interreligiosos y cívicos con los que trabaja en Westchester han surgido como respuesta a la crisis de refugiados de los últimos dos años.
Caridades Católicas pudo reasentar a unas 15 personas en el último año en Westchester antes de que la mayoría de reasentamientos fueran suspendidos durante la prohibición de 120 días para refugiados de Irán, Libia, Siria, Somalia, Sudán y Yemen, dijo Agnew-Barajas.
Mientras tanto, ella y O’Callaghan dicen, grupos locales en otras doce comunidades se están preparando para recibir refugiados cuando acabe la prohibición.
Agnew-Barajas dice que Estados Unidos admitió alrededor de 80.000 refugiados de todo el mundo en 2016, frente a los 75.000 del año anterior, pero ese número podría reducirse a 50.000 el próximo año, que es lo que el presidente Donald Trump ha dicho que permitiría.
Ella dice que a pesar del debate político actual sobre los refugiados, el programa tradicionalmente ha tenido apoyo bipartidista.
“Siempre se consideró lo que era: un programa humanitario que ayudaba a personas que habían sido perseguidas y necesitaban ser rescatadas”, dice. “Los refugiados son realmente un activo para la comunidad. Ellos realmente quieren venir a trabajar y devolver. Están muy agradecidos por la oportunidad que Estados Unidos les ha dado”.
Sin embargo, un análisis de la crisis mundial de refugiados realizado por Pew Research Center en 2016 señaló que la opinión pública estadounidense se ha “opuesto consistentemente a admitir a un gran número de extranjeros que huyen de la guerra y la opresión, independientemente de la política gubernamental oficial”.
La Agencia de Refugiados de la ONU informa que hay 22,5 millones de refugiados en todo el mundo. Más de 4,5 millones de éstos son de Siria.
El padre Breen, que como muchos otros Maryknoll ha visto de primera mano la difícil situación de las personas en los campamentos de refugiados durante sus años como misionero en África, enfatiza que los refugiados son examinados rigurosamente antes de obtener la aprobación para ingresar a Estados Unidos. “El grupo al que menos debemos temer son los refugiados”, dice.
Mientras tanto, el padre Breen dice que los fondos de los sacerdotes y hermanos Maryknoll también se utilizaron para ayudar a establecer una familia de cinco personas de la República Democrática del Congo, que no está en la lista de prohibición, en Poughkeepsie, Nueva York, al norte del condado de Westchester. Él ha hecho compromisos para ayudar a otras cinco o seis comunidades en el condado, incluyendo Ossining, donde se encuentra Maryknoll.
Aunque la cantidad de las donaciones de sus compañeros Maryknoll superó sus expectativas, al padre Breen no le sorprendió tal generosidad.
“Eso es lo que somos”, dice. “Hemos trabajado con la gente. Hemos ayudado a la gente. Hemos trabajado con los pobres. Nos preocupamos por las personas que están al margen, las que son más vulnerables, las más necesitadas”.
Foto principal: Miembros de la organización Hearts and Homes for Refugees de Pelham, Nueva York, esperan a una familia de refugiados sirios en el aeropuerto.(Cortesía de Hearts and Homes/Nueva York)