Un brillo de esperanza en la frontera

Tiempo de lectura: 5 minutos
Por: Giovana Soria
Fecha de Publicación: Ene 1, 2018

Hermana Maryknoll ofrece ministerio compasivo a
migrantes en un refugio en El Paso, Texas

 

La abuela de Karla La Torre le dio 50 dólares para que huya con sus cuatro hijos de Honduras a Estados Unidos. Fue poco después que el esposo de Karla, así como su propio padre y hermano, fueron asesinados por pandilleros. La familia, dueña de una bodega, no pudo continuar pagando el dinero que los pandilleros por años cobraron a través de la extorsión.

La Torre y sus dos niñas y dos niños, todos menores de 12 años, tomaron un ómnibus hacia Guatemala y luego a México, donde tuvo que trabajar y pedir dinero para alimentar a sus hijos durante el año que estuvo en ese país, en el que también fue arrestada por la policía mexicana por no tener autorización de estancia.

En julio del año pasado, La Torre, llegó a El Paso, Texas, donde se entregó a los agentes de la patrulla fronteriza pidiendo asilo para ella y sus hijos.

“No tenía más opciones. Si me quedaba [en Honduras] sé que iba a morir y mis hijos iban a ser reclutados por las pandillas”, dice La Torre. “Arriesgué nuestras vidas cruzando la frontera, pero espero comenzar una nueva vida aquí”.

Esa nueva vida parece estar lejos de empezar. La Torre y sus hijos fueron procesados en el puesto de control de inmigración de Estados Unidos. Luego, oficiales del Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) los dejaron, a diez cuadras de la frontera, en la puerta de Casa Anunciación, en El Paso, donde finalmente vieron el primer brillo de esperanza. Fueron recibidos con una comida caliente, ropa, un lugar para dormir y alguien que puede hablar con ellos en su idioma.

 

Hermana Maryknoll ofrece ministerio compasivo a migrantes en un refugio en el Paso, Texas, cerca a la frontera.

La Hermana Maryknoll Lelia Mattingly conversa con el Padre Columbano Robert Mosher, quien ofrece programas de Inmersión Misionera en la frontera de Estados Unidos y México. (Giovana Soria/Texas)

 

No son los únicos. Casa Anunciación es un refugio temporal que durante 40 años ha brindado hospitalidad a los inmigrantes. Fundada por un grupo de líderes religiosos, Casa Anunciación es una organización respaldada por donaciones y la ayuda de muchos voluntarios de corto y largo plazo.

Desde hace dos años, la Hermana Maryknoll Lelia Mattingly, es una de los voluntarios que sirve en Casa Anunciación. Su ministerio compasivo consiste en brindar ayuda, apoyo espiritual y acompañamiento a los refugiados y migrantes que cada día llegan al refugio en la frontera.

El refugio de tres pisos muchas veces alberga hasta 100 personas. En la capilla del segundo piso—que a veces se usa como dormitorio—los voluntarios e invitados comienzan el día con una reflexión y una oración. Luego las personas reciben orientación y si tienen familiares en Estados Unidos, los voluntarios les ayudan a conectarse con ellos. Los recién llegados se quedan en el refugio por unos días o máximo hasta seis meses.

Casa Anunciación además administra otros dos refugios, Teresa House y Casa Vides, donde la misionera también apoya.

Para la hermana Mattingly, ayudar a los inmigrantes es una bendición. Ella les habla, ofrece consuelo y algunas veces los lleva a la estación de autobuses o al aeropuerto para que puedan reunirse con sus familiares.

 

Hermana Maryknoll ofrece ministerio compasivo a migrantes cerca a la frontera, en un refugio en el Paso, Texas

Un niño que llegó al refugio Casa Anunciación en El Paso, Texas, lee una tarjeta de bienvenida. (Giovana Soria/Texas)

 

“La mayoría son muy religiosos y su fe es muy grande”, dice ella. “Yo sólo puedo ofrecerles mi compañía, mis oraciones y decirles que Dios los ama y que estarán bien. Ellos están agradecidos por esto”.

Además de su trabajo voluntario en los refugios, la hermana Mattingly visita a las personas en las cárceles, algo que ella entiende en carne propia. En el 2004, ella pasó seis meses en prisión por protestar contra el Instituto del Hemisferio Occidental para la Cooperación en Seguridad, antes conocido como La Escuela de Las Américas. Dicha institución militar ha entrenado a militares y policías de América Latina, muchos de los cuales han sido acusados de cometer crímenes contra la humanidad.

La hermana Mattingly, una enfermera de Hawesville, Kentucky, ha servido a los pobres por más de 50 años. Ingresó a Maryknoll en 1960 cuando tenía 19 años. Su primera misión fue en Bolivia en 1971, donde trabajó con pequeñas comunidades de la selva que viven a lo largo del río y luego en el altiplano con indígenas. Ella también sirvió en Nicaragua.

El actual ministerio de la hermana Mattingly con inmigrantes no es nuevo. En 1997, mientras cuidaba de su madre en su pueblo natal, ella trabajó con inmigrantes en una pequeña área rural de Kentucky.

Allí, ella sirvió a personas de México y Guatemala que venían a trabajar en los sembradíos de tabaco, ganando alrededor de $100 por día.

“Para ellos era como una mina de oro, porque sólo ganaban unos pocos dólares en sus países”, dice. “Las haciendas descubrieron que eran personas muy trabajadoras y querían que vinieran más a trabajar”.

“En ese momento no había ni los antagonismos ni los prejuicios que veo ahora”, dice la misionera quien además tuvo un ministerio con inmigrantes, desde 2006 a 2010, en Arizona.

Ahora en su misión en El Paso, la hermana Mattingly siente temor por los prejuicios relacionados al tema de la inmigración.

 

Hermana Maryknoll ofrece ministerio compasivo a migrantes cerca a la frontera, en un refugio en el Paso, Texas

La capilla de Casa Anunciación se usa como habitación cuando aumenta el número de refugiados. (Giovana Soria/Texas)

 

“La gente dice que los inmigrantes están robando y violando, pero eso no es cierto. Estas personas son las personas más sencillas, maravillosas; atienden a sus hijos y se ayudan unos a otros y lo poco que podemos hacer es ser voluntarios”.

Historias como la de Karla La Torre inspiran a la hermana Mattingly a continuar su ministerio con refugiados e inmigrantes en El Paso. “Estoy feliz por tratar de conocer mejor a Dios a través de otras personas”, agrega. “Para mí ha sido un regalo”.

Foto principal: Una niña contempla unas velas encendidas en el muro que divide Estados Unidos y México, durante una protesta organizada en contra de la separación de familias inmigrantes. (CNS/México)

 

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Sobre la autora/or

Giovana Soria

Giovana Soria nació y creció en Lima, Perú. Completó una licenciatura en Ciencias de la Comunicación/Periodismo en la Universidad de San Martín de Porres de Lima. Como redactora, ella escribe y traduce artículos para la revista Misioneros y Maryknoll magazine, nuestra publicación en Inglés. Sus artículos también han sido publicados en la revista bilingüe ¡OYE! para jóvenes católicos hispanos. Su trabajo ha sido premiado por la Asociación de Prensa Católica de Estados Unidos y Canadá. Vive en el condado de Rockland, Nueva York.

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