Personas con VIH/SIDA en El Salvador pueden vivir mejores vidas

Tiempo de lectura: 5 minutos
Por: Sean Sprague
Fecha de Publicación: Mar 1, 2018

Legado de lucha contra el SIDA

María Magdalena, quien vive en El Salvador, fue diagnosticada VIH positiva en abril 2017. Su esposo, quien falleció años antes, la dejó valiéndose por sí misma y sus seis hijos, dos de los cuales tienen autismo.

Cuando ella se enteró que tenía el VIH entró en desesperación y tuvo deseos de terminar con su vida. Luego conoció el programa ContraSida y todo empezó a cambiar.

Iniciado hace 24 años por la Hermana Maryknoll Mary Annel, una doctora de Chicago, ContraSida ha ayudado a miles de personas en El Salvador con VIH/SIDA a aprender a lidiar con la enfermedad y sobreponerse a los problemas emocionales y enfermedades oportunistas como úlceras y amigdalitis que esta ocasiona.

“El Ministerio de Salud de El Salvador ayuda ofreciendo las medicinas que le permite a las personas con VIH vivir vidas normales”, dice la hermana Annel en referencia a las medicinas antiretrovirales gratuitas que el gobierno da a ciudadanos VIH positivos.

“Pero, realmente, ellos no ayudan a aliviar otras enfermedades que hacen que las vidas de estas personas sean insoportables. He tratado de enfocarme en las personas con SIDA que toman la medicina pero enfrentan otras enfermedades”.

La hermana Annel, quien inició su misión en El Salvador en 1993, añade: “He visto la epidemia del SIDA cambiar de una enfermedad que mataba a las personas, a una enfermedad comparable a la diabetes. Si las personas toman sus medicamentos fielmente y se cuidan, vivirán una vida normal. Empecé en el ministerio repartiendo medicinas y mucho amor, ayudando a las personas a prepararse para la muerte. Ahora las ayudo a prepararse para la vida”.

María Magdalena es un ejemplo. Ahora se gana la vida vendiendo verduras en el mercado local; es capaz de alimentarse mejor y a sus hijos y regularmente asiste a las sesiones en ContraSida. “Me sorprendió cómo tratan a los pacientes y entienden nuestros problemas. Se preocupan por la persona y nos animan a vivir nuestras vidas”, dice ella.

 

La hermana Annel examina a una paciente en ContraSida, una clínica de El Salvador que trata a pacientes con VIH/ SIDA.

La hermana Annel examina a una paciente en ContraSida, una clínica de El Salvador.

 

ContraSida, opera en un edificio de dos pisos en un barrio pobre de San Salvador y ofrece asistencia clínica cada miércoles. Allí, Margarita Rivas de Santillana, una doctora en medicina, y Norma Ethel Orellana, psicóloga, se unen a la hermana Annel para atender las necesidades de las personas que tienen el VIH y acuden a consultas sobre dolencias relacionadas con el VIH y problemas psicológicos que puedan surgir debido a su condición.

Aunque ContraSida normalmente cobra a cada paciente $3 por visita, aquellos que no pueden pagar esa tarifa son tratados gratuitamente, un servicio que es posible gracias a donaciones de agencias de financiamiento y ayuda voluntaria.

“Tenemos sólo dos requisitos para la clínica: que seas VIH positivo y que seas pobre”, dice la hermana Annel. “Les cobramos a nuestros pacientes para que ellos sientan que están contribuyendo al funcionamiento de la clínica, pero a menudo no pagan nada porque son muy pobres”.

Después de una sesión de oración, los pacientes reciben una comida nutritiva preparada por voluntarios, algunos de los cuales también son VIH positivos. María Recinos y Maura Penado, dos de los 11 voluntarios de ContraSida, están a cargo de la cocina. Todos los miércoles ellas, junto con varios otros voluntarios, llegan temprano y comienzan a cortar verduras y guisar carne. Se percibe un ambiente dinámico en el lugar mientras preparan el almuerzo para las 20 ó 30 personas a las que atenderán. “Nos sentimos bien cuando podemos ayudar a otros que lo necesitan”, dice Penado, quien es VIH positiva. “¡Es vivificante! Las Hermanas Maryknoll son una gran inspiración para nosotros”.

La Hermana Maryknoll Gloria Ardenio Agnes ha ayudado a la Hermana Annel en ContraSida desde el 2014. Ella coordina el programa de acompañamiento de visitas domiciliarias de ContraSida para monitorear el progreso de los pacientes y llevarles los medicamentos que necesitan.

Ardenio también es responsable de la distribución de alimentos en la clínica, a través de la cual las familias llevan a casa alimentos nutritivos esenciales como arroz, frijoles, harina de avena, leche, azúcar, espagueti, salsa y aceite. ContraSida enfatiza la importancia de una dieta sana y equilibrada para complementar los fuertes medicamentos que toman los pacientes y minimizar los efectos secundarios negativos de los medicamentos.

 

Hermana Maryknoll Gloria Agnes Ardenio (izq.) distribuye comida a una familia en la clínica ContraSida, la cual atiende a pacientes con VIH/ SIDA.

Hermana Maryknoll Gloria Agnes Ardenio (izq.) distribuye comida a una familia en la clínica ContraSida.

 

Aunque ContraSida es uno de los proyectos sobresalientes de las Hermanas Maryknoll, se ha vuelto susceptible al inevitable envejecimiento de su fundadora, quien dice que se siente como la abuela de sus pacientes.

“He tratado de ver a las personas como personas”, dice la hermana Annel. “Intenté darles los medicamentos que necesitan y la comida que necesitan para mantener el cuerpo y el alma juntos, y centrarme en ayudar a las personas a ayudarse entre sí. Los aliento a que miren toda su realidad y se sientan capacitados para cuidar de sí mismos. Pero a los 78 mi memoria no es buena y estoy delegando ContraSida a personas que tratarán a los pacientes como yo los he tratado”.

Ella confía en que la doctora Santillana, la psicóloga Orellana y la hermana Agnes continuarán la tradición de compasión de ContraSida.

Para eso, la hermana Agnes debe regresar primero a los Estados Unidos durante seis meses de preparación para su profesión final de votos como hermana Maryknoll en 2018. Después de haber trabajado como maestra en su Filipinas natal antes de unirse a las Hermanas Maryknoll en el 2009, ella admite que inicialmente no le atraía el ministerio de VIH/SIDA.

“Mi pasión realmente había sido la educación”, dice la hermana Agnes. “Pero desde que estoy con ContraSida, poco a poco aprendí a amar el trabajo”. Después de realizar sus votos perpetuos, ella espera regresar a ministrar a los pacientes en ContraSida.

“Cuanto más tiempo me quedo y viajo con ellos, y veo cómo han sufrido en la vida a causa de la pobreza y la discriminación en la sociedad debido a su estado de VIH, más aprendo que son parte de mí”, dice. Ella piensa en pacientes como María Magdalena.

“María Magdalena se transformó desde que llegó a ContraSida”, dice la hermana Agnes. “Su hija vino a agradecernos por la transformación completa no sólo de su madre sino de toda la familia. Ahora son una familia feliz”.

Foto principal: ContraSida, una clínica iniciada por la Hermana Maryknoll Mary Annel, ha ayudado a miles de personas en El Salvador. (Sean Sprague/El Salvador)

 

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Sobre la autora/or

Sean Sprague

Sean Sprague es un fotógrafo y escritor independiente que vive en Gales, Reino Unido. Es colaborador frecuente de las revistas MARYKNOLL y MISIONEROS. Sean viaja por todo el mundo trabajando para un amplio espectro de organizaciones de desarrollo, para la ONU y sociedades religiosas.

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