El fallecido Padre Maryknoll Richard Clifford sirvió en México desde 1980 hasta el 2011.
Misionero John Martin, M.M., regresa a celebrar legado de Maryknoll en México
Una tarde cálida el noviembre pasado presidí en la Iglesia San Sebastián en Mérida, México, una Misa especial en honor a los misioneros Maryknoll que sirvieron allí durante varias décadas. Me acompañó el Padre Lorenzo Mex, párroco de la que fue nuestra parroquia desde 1952 hasta 2004. Él tiene una gran conciencia del legado de nuestros misioneros Maryknoll en la iglesia local.
En la iglesia reconocí algunos rostros. Cuando pasé frente a la capilla lateral en cuyos muros descansan los restos de cuatro Padres Maryknoll: Edward Koechel, George Hogan, Vincent Zebrowski y Edward Brophy, me sentí abrumado por la sensación de ser la presencia espiritual de los muchos sacerdotes, hermanos y hermanas Maryknoll que sirvieron en México desde 1943 hasta 2011.
El fallecido Padre Maryknoll Richard Clifford sirvió en México desde 1980 hasta el 2011. (Maryknoll Mission Archives/México)
El Padre Maryknoll Richard Clifford escuchando confesiones en México. (Maryknoll Mission Archives/México)
El Padre Maryknoll John Martin sirvió en México de 1966 a 1975. (Maryknoll Mission Archives/México)
Leía los nombres de nuestros Maryknoll fallecidos, un grupo de feligreses soltaron globos con los nombres de los misioneros. Estos se elevaron hasta la bóveda de la iglesia en un simple gesto de nuestra fe.
El Padre Maryknoll John Martin con el Padre Mex después de una Misa celebrando el legado Maryknoll en Yucatán.
Me sentí tan emocionado que durante la Misa, olvidé reconocer la presencia del padre Mex y el diácono Guillermo Gómez, de los Misioneros de Guadalupe. Lo hice, después que pasaron los efectos de la emoción.
El padre Mex quiso celebrar esta Misa por el segundo aniversario de la muerte del Padre Maryknoll Richard Clifford, pero la convirtió en una celebración de todos los difuntos misioneros Maryknoll.
En la Misa estuvieron algunos nietos de Álvaro Domínguez y Eufemia Juanes, quienes brindaron hospitalidad a nuestro primer grupo misionero en 1943. En mi homilía, hablé de los misioneros que consagraron sus valores espirituales al pueblo, como el padre Clifford. Él comenzó su misión en Yucatán como párroco asistente de San Sebastián en 1980; dirigió un centro de servicios sociales en Mérida y un programa de almuerzo para niños desnutridos. Sirvió en misión allí hasta que Maryknoll terminó su misión en México en el 2011.
Providencialmente, el Evangelio de ese día mencionó a la “viuda pobre” alabada por Jesús en el templo, lo que me hizo recordar a mi “viuda pobre” mexicana, quien cuando pedí donaciones de alimentos para los afectados por un huracán en el 2002, donó una porción de un kilo de arroz, pues había usado la mayor parte para alimentar a su familia.
Durante la oración eucarística, mientras leía los nombres de nuestros Maryknoll fallecidos, un grupo de feligreses soltaron globos con los nombres de los misioneros. Estos se elevaron hasta la bóveda de la iglesia en un simple gesto de nuestra fe.
Tras la Misa, hubo un refrigerio y la presentación de carteles, videos y objetos históricos, incluyendo una presentación en powerpoint sobre la presencia de Maryknoll en Yucatán. Un póster enumeró los programas iniciados por misioneros Maryknoll a lo largo de los años: cooperativas de crédito, Alcohólicos Anónimos, catecismo familiar y muchos otros. Los afiliados locales Maryknoll, aún vigentes, estaban allí para informar y reclutar personas para su capítulo.
Fue una alegría renovada para mí ver a tantos jóvenes en esta celebración.
¡Pero esto no fue todo! El Padre Mex programó una semana de actividades para enfocarse en la dimensión misionera de la Iglesia local, que incluyo la presentación de mi libro en español: “Escritos de una vida Misionera a Partir de 1967 al Presente”.
La semilla de la presencia de Maryknoll en México se sembró a principios de 1942, cuando el obispo de Maryknoll James E. Walsh visitó Yucatán con el Padre Maryknoll Alonso Escalante, luego obispo, cuya familia es de Mérida. Ellos estaban en camino a establecer nuestra primera misión en América Latina, en Bolivia. El obispo Walsh había estado en contacto con Enrique Muñoz Solís, de Mérida, con quien había estudiado en Mount Saint Mary’s College en Baltimore. Esa amistad dio origen a la idea de enviar a misioneros Maryknoll a Mérida.
Visité a María Teresa Muñoz, la hija de 90 años de Muñoz Solís. Cómo me sorprendió su alegría al saber que yo era un Maryknoll, confiándome su recuerdo de haber conocido al obispo Walsh en su casa en 1942 cuando ella tenía 14 años.