Desapariciones y Tortura en Asia

Tiempo de lectura: 6 minutos
Por: Maria-Pia Negro Chin
Fecha de Publicación: Jul 1, 2019

Mujer le rinde homenaje a los desaparecidos durante la década de 1980 frente al Monumento a los Desaparecidos en Sri Lanka. (Dushiyanthini Kanagasabapathipillai/Sri Lanka)

Hermana Maryknoll expone violaciones de derechos humanos en países asiáticos

Una mañana, un hombre despierta, desayuna, abraza a sus hijos, se despide de su esposa y se va a trabajar. Pero, no regresa. Su esposa llama al trabajo, lo busca en la ciudad, va a los hospitales y, finalmente, a la policía.

La Hermana Maryknoll Marya Zaborowski dice que las familias de personas como este hombre a menudo luchan por encontrar respuestas mientras buscan desesperadamente a sus seres queridos. “El gobierno no sabe quién se lo llevó. No sabes si fueron tomados como esclavos, si están siendo torturados o si fueron asesinados,” dice la hermana Zaborowski. “Estas personas … no se pueden imaginar a qué cosas han sido sometidas”.

Una vez que comenzó a trabajar para la Comisión de Derechos Humanos de Asia (AHRC), una ONG independiente con sede en Hong Kong, la hermana Zaborowski se dio cuenta de que la situación descrita anteriormente era una realidad demasiado común para muchas familias. Según el Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzadas o Involuntarias de la ONU, casi la mitad de desapariciones del mundo ocurren en países asiáticos—más de 25.000 casos pendientes.

La Hermana Maryknoll Marya Zaborowski frente a su hogar en Hong Kong. Ella ha dedicado su vida a sanar heridas, primero heridas físicas siendo una enfermera por 35 años y luego sanando heridas del alma a compartir historias de personas que sufren tortura.

Las desapariciones forzadas—descritas como la detención o secuestro de una persona por agentes del estado, después de lo cual se oculta su destino—y la tortura son dos de los principales problemas en los que trabaja AHRC. La organización promueve el respeto a los derechos humanos y aboga por las víctimas de violaciones de derechos humanos en 11 países incluyendo Bangladesh, Indonesia, Sri Lanka, Tailandia, India y las Filipinas.

La hermana Zaborowski, quien trabaja como editora en AHRC, ayuda a esclarecer temas como violencia contra las mujeres, asesinatos extrajudiciales, discriminación, inseguridad alimentaria, la situación de poblaciones marginadas, como los rohingya, y las desapariciones forzadas y la tortura.

La Hermana Maryknoll Marya Zaborowski escucha a un equipo de expertos de la Comisión de Derechos Humanos de Asia (AHRC por sus siglas en inglés). (Nile Sprague/Hong Kong)

Después de 35 años de misión en el campo de la medicina, la hermana Zaborowski ahora trabaja como editora de una organización defensora de derechos humanos en Asia. (Nile Sprague/Hong Kong)

Hermana Zaborowski es parte de equipo que lucha por derechos humanos en Asia.

La hermana Zaborowski ha servido como misionera en Hong Kong desde 1965, ministrando en el Hospital Our Lady of Maryknoll en diferentes capacidades, mientras enseñaba a estudiantes de enfermería. La religiosa, quien creció en Staten Island, Nueva York, también pasó seis años como directora de salud de las Hermanas Maryknoll antes de regresar a Asia. Además de su trabajo como editora de AHRC en Hong Kong, la misionera, de 86 años, también enseña educación religiosa en la Iglesia de Santa Teresa.

Ella reconoce que editar temas de derechos humanos después de 35 años de trabajar en el campo de la medicina fue un desafío. “Los primeros días, me sentí abrumada”, dice, recordando su inicio como editora en 2007. “La tortura me impactó… Hay un dolor en tu corazón y no puedes hacer nada al respecto… ¿Entonces que puedes hacer? Puedes escribir sobre ellos y puedes orar por ellos”.

Basil Fernando, ex director ejecutivo de AHRC y el Centro Asiático de Recursos Legales, dice que las autoridades usan la violencia para obtener una confesión en gobiernos con sistemas de justicia débiles. “La tortura es común en las estaciones de policía de los países menos desarrollados de Asia”, dice Fernando.

Él explica que, aunque las constituciones de muchos países asiáticos garantizan los derechos humanos, existen sistemas de impunidad que les niegan a las personas sus derechos y dignidad humana. Al igual que la hermana Zaborowski, Fernando ve los esfuerzos de AHRC para proteger los derechos humanos como un apostolado “en el que se presenta toda la idea del respeto por la persona humana”.

Inspirada por su fe, la Hermana Maryknoll Marya Zaborowski ha dedicado su vida a sanar heridas, primero heridas físicas siendo una enfermera por 35 años y luego sanando heridas del alma a compartir historias de personas que sufren tortura.

Desde su fundación en 1984, AHRC ha documentado abusos y ha ayudado a las víctimas a contar sus historias, sanar sus heridas y buscar justicia en los tribunales.

La hermana Zaborowski dice que sus compañeros, 20 expertos en derechos humanos consiguen abogados para las víctimas, acompañan a los familiares a los tribunales, y claman justicia para las víctimas a través de cartas y apelaciones.

La misionera dice que después de entrevistar a las víctimas y sus familias, el personal de AHRC ayuda a las víctimas a enviar sus quejas a las autoridades pertinentes a nivel local, nacional y de la ONU. Cada año se atienden alrededor de 350 apelaciones urgentes, lo que lleva a la liberación de personas y las salva de sufrir más abusos. “Estamos atendiendo a la gente común. Nadie va a defender su causa”, porque no tienen los medios para obtener ayuda legal, explica la hermana.

Namal Fernando, un miembro del personal de AHRC de Sri Lanka, recuerda un caso reciente de un hombre de Cachemira que huyó de la violencia en la zona en disputa entre Pakistán y la India y vivía en Hong Kong. El gobierno de Hong Kong quería deportarlo, pero la apelación urgente de AHRC explicó que la vida del hombre estaba en riesgo. “Lo estaban esperando (en su tierra) y simplemente lo habrían desaparecido”, dice Namal. Gracias a la apelación, el gobierno detuvo su proceso de deportación y el hombre pudo obtener estatus de refugiado.

“Se debe reformar los sistemas judiciales en los países donde occurren violaciones de derechos humanos”.

AHRC también publica libros e informes que detallan el estado de los derechos humanos en Asia y colabora con otros defensores de los derechos humanos y organizaciones de la sociedad civil. Alrededor de 75 casos atendidos por AHRC han sido llevados a la corte suprema de sus respectivos países con resultados favorables.

Además, la organización ha educado a cientos de abogados y activistas sobre los principios del juicio justo y el estado de derecho.

Pero falta mucho por hacer, dice Basil Fernando, ya que cientos de casos pasan años en el sistema judicial antes de ser resueltos y que las personas pobres no pueden obtener asistencia, incluso si los acusan falsamente de un delito. “Los gobiernos (en muchos países en desarrollo en Asia) no brindan asistencia legal”, dice. Por ejemplo, AHRC descubrió que un hombre condenado a 300 años de prisión nunca fue entrevistado por un abogado. “Nadie le preguntó: ‘¿Cuál es tu versión?’ o le aconsejó. Su derecho a la representación jurídica es un derecho fundamental, pero se lo negaron”, dice Fernando.

Él cree que se debe reformar los sistemas judiciales en los países donde ocurren estas violaciones de derechos. “La gente exige que sus gobiernos respeten sus derechos humanos, no con palabras, sino con una mejora real de las instituciones públicas”, escribió Fernando. “Quieren que la justicia sea algo real, tangible y accesible”.

Los testimonios de víctimas y sobrevivientes ayudan a crear conciencia y llevan al cambio, dice la hermana Zaborowski. Ella agrega que su experiencia médica la ayudó a comprender el impacto de las organizaciones de derechos humanos.

“En (el ámbito de) la medicina, hablamos sobre la salud física de las personas, pero aquí vi que hay una curación en nuestras interacciones con personas que han sufrido violaciones (de derechos humanos)”, dijo durante un programa de televisión semanal de noticias sobre derechos humanos. “La curación que experimentan sería espiritual y psicológica. Eso les ayudaría a ganar la felicidad perdida. Entonces, para mí, cuando veo que nuestro personal produce documentos de curación, es muy edificante”.

Al hacer escuchar sus voces, AHRC permite que sobrevivientes de violaciones de derechos humanos y defensores de derechos humanos se ayuden unos a otros, agrega.

“Rezo para que las personas se vuelvan más conscientes de los derechos humanos y de cómo son denigrados”, dice. “La gente común está siendo realmente oprimida por los sistemas injustos, veo (nuestro trabajo) como una misión a las personas que realmente necesitan ayuda”.

Sobre la autora/or

Maria-Pia Negro Chin

María-Pía Negro Chin nació y creció en Lima, Perú. Completó una maestría en periodismo con especialización en multimedia en la Universidad de Maryland y una licenciatura en comunicaciones en La Universidad de Loyola en Maryland. Como directora asociada, ella escribe, edita y traduce artículos para las revistas MISIONEROS y MARYKNOLL de los Padres y Hermanos Maryknoll. Su trabajo ha sido premiado por la Asociación de Prensa Católica de Estados Unidos y Canadá. Vive en Nueva York, Estados Unidos, con su esposo e hijo.

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