Mes Misionero Extraordinario

Tiempo de lectura: 9 minutos
Por: Daniel Kim, M.M.
Fecha de Publicación: Sep 1, 2019

El Padre Maryknoll Daniel S. Kim vuelve a comisionar a ministros de la Eucaristía en la Iglesia de St. Mary’s en Hong Kong. (Nile Sprague/Hong Kong)

Sacerdote Maryknoll destaca cómo misioneros comparten el amor de Dios en el mundo

El Papa Francisco ha designado a octubre de 2019 como el Mes Misionero Extraordinario. Como todos los misioneros, espero con ansias esta celebración. Aunque he sido sacerdote por solo dos años, cuando fui llamado a escribir este artículo para destacar algunos de los trabajos de los misioneros Maryknoll y el diverso tapiz de las personas a las que servimos, supe que tenía cosas extraordinarias que decir.

Los Padres y Hermanos Maryknoll han compartido el Evangelio y ayudado a quienes están en las periferias de la sociedad por más de 100 años y continúan apoyando a los necesitados, independientemente de su raza, género, religión o credo, en más de 20 países del mundo.

Los misioneros Maryknoll me han enseñado que un misionero refleja el amor de Dios a través del servicio e inspira a otros a ser la mejor versión de ellos mismos. Lo más importante es que estamos motivados por nuestro amor a Dios. Solo podemos hacer lo que hacemos teniendo fe y confiando en el Espíritu Santo. Permítanme destacar algunos puntos:

EN ÁFRICA, nuestros misioneros cuidan de los pacientes con VIH y de las personas desplazadas por la guerra civil y desafiadas por la escasez de alimentos y la escasez de agua, mientras ofrecen misa y sacramentos en parroquias en crecimiento y capacitan a líderes laicos.

EN ÁFRICA

El Padre Maryknoll Mike Bassano saluda a una mujer desplazada en un campo de la ONU en Malakal, Sudán del Sur. (CNS, Paul Jeffrey/Sudán del Sur)

El Padre Maryknoll John Barth celebra la Misa con refugiados de Sudán del Sur. (Sean Sprague/Uganda)

Foto del Padre Maryknoll John Eybel durante una misa con el movimiento de la Renovación Carismática de la Parroquia de la Transfiguración en Mabatini, en Mwanza, Tanzania. (Sean Sprague/ Tanzania)

El Padre Maryknoll Rick Bauer conversa con trabajadores salud comunitaria en una clínica para personas con VIH en Mathare, Nairobi. (Sean Sprague/Kenya)

EN ASIA, participamos en ministerios que incluyen el trabajo parroquial y el acompañamiento a la fe, ministerio de prisiones, programas de salud, ayuda de emergencia, ministerio de migrantes, apoya para víctimas de la trata de personas, y diálogo interreligioso.

EN ASIA

Campesinos siembran arroz en las FIlipinas en el 2011. (Sean Sprague/Filipinas)

En esta foto del 2009, el Padre Bob McCahill celebra la misa de la mañana en su choza en Bangladesh (Sean Sprague/Bangladesh)

En esta foto del 2011, tejedores de canastos en el Hai Hau Skill Training Center, en Vietnam, son visitados por el Padre Maryknoll Tom O’Brien. (Sean Sprague/Vietnam)

Foto del 2015 muestra al Padre Maryknoll James Kofski con su amigo U Tin Yee, un violinista famoso de Yangon. (Sean Sprague/Myanmar)

En el 2016, el Padre Maryknoll Robert Wynne visita a vecinos que necesitaban ayuda en Anlong Kngan, Pnom Penh. (Sean Sprague/Camboya)

El Padre Maryknoll Roberto Rodríguez bautiza a un bebé en Japón. (Cortesía de Roberto Rodríguez, M.M. /Japón)

EL Padre Maryknoll James McAuley celebra los cumpleaños de filipinos migrantes de su parroquia después de una misa en la Iglesia de San José en Hong Kong (Nile Sprague/Hong Kong)

El Padre Joyalito Tajonera habla con trabajadores filipinos migrantes antes de una misa en la parroquia de Tanzi en Taiwán. (Nile Sprague/Taiwan)

El Padre Maryknoll Joseph Thaler visita comunidades en Nepal (Foto cortesía del Padre Thaler)

Los misioneros Maryknoll Ayudan a personas de todo el mundo, incluyendo Tailandia (Hermano Beeching/Tailandia)

EN AMÉRICA LATINA, brindamos alojamiento seguro a mujeres en riesgo de violencia y trata de personas; apoyando ministerios de justicia restaurativa; supervisando tutoría escolar para niños, fortaleciendo comunidades religiosas y brindando asistencia médica y pastoral.

EN ÁMERICA LATINA

El Padre Fedora, superior regional de Latinoamérica, habla con residentes de la Posadita del Buen Pastor en Lima. (Nile Sprague/Perú)

El Hermano Maryknoll Marty Shea visitando un asilo en Centroamérica. (Sean Sprague/Guatemala)

Niños hacen manualidades en el Salvador, donde los Paders y Hermanos Maryknoll han servido desde 1960.

Dos padres Maryknoll acompañan una procesión en Perus, Brasil. (Nile Sprague/Brasil)

Hermano Maryknoll Albert Patrick en Bolivia. (Sean Sprague/Bolivia)

Una foto de 2007 muestra al Padre Maryknoll Dale Barron.

EN ESTADOS UNIDOS, nos enfocamos en educación misionera para animar a los feligreses a participar en la misión de Dios ya sea aquí o en el extranjero.

EN ESTADOS UNIDOS

El Padre Maryknoll Robert Coyne, saluda a una familia que asistió a la misa que celebró en la iglesia Immaculate Heart of Mary en Westway, Texas. (Giovana Soria/Texas)

El Padre MaryknollTom Henehan participa en una dinámica durante un taller de liderazgo juvenil en Chicago. (Cortesía de Leonel Yoque/Chicago, IL)

El Padre Maryknoll Gerald Kelly se reune con jóvenes que participaron en el encuentro juvenil en Houston, Texas.

Me impresionan la capacidad y disposición de los misioneros Maryknoll para acompañar, trabajar, llorar, reír y compartir la Buena Nueva de Cristo con aquellos a quienes la sociedad menosprecia. A veces, como Jesús, la sospecha y el rechazo son la “alfombra roja” que se extiende a un misionero cuando llega por primera vez a las partes más desfavorecidas y sufridas del mundo. Pero el legendario obispo Maryknoll, James E. Walsh, dijo: “Los misioneros van donde los necesitan pero no los quieren, y permanecen hasta que los quieren pero ya no los necesitan”. Esa es la vocación misionera.

El año pasado celebramos 100 años del establecimiento de nuestra primera misión en China. Durante las celebraciones, el Superior General, el Padre Raymundo Finch, habló sobre cómo los cofundadores de la Sociedad Maryknoll, el Obispo James A. Walsh, y el Padre Thomas F. Price, y la Madre Mary Joseph Rogers (fundadora de las Hermanas Maryknoll) y los primeros misioneros tuvieron “una conciencia de que la misión es la vida de la Iglesia”.

“Su sueño era promover y permitir a la Iglesia de Estados Unidos asumir su papel particular en la Misión Universal de la Iglesia y llevar la Buena Nueva a los confines más lejanos de nuestro mundo”, dice el misionero, quien sirvió en Bolivia y Perú durante 38 años. “Buscaron lograr ese sueño frente a muchos desafíos y dificultades, pero persistieron”.

La misión ha cambiado en el último siglo, pero lo esencial sigue siendo compartir la Buena Nueva, compartir nuestra fe y nuestra vida, mirar más allá de nosotros mismos y responder a las necesidades de los demás.

“Tú puedes marcar la diferencia en la vida de una persona, una persona a la vez. Eso es misión”, dice el Padre Maryknoll John Barth, quien en 28 años como misionero ha trabajado con refugiados en Camboya, Sudán del Sur y, más recientemente, en Uganda.

La misión no existe en el vacío. Esta verdad se refleja en el discurso del Papa Francisco para el próximo Domingo Mundial de las Misiones del 20 de octubre: “Nuestra pertenencia filial a Dios no es un acto individual sino eclesial: la comunión con Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, es fuente de una vida nueva junto a tantos otros hermanos y hermanas. Y esta vida divina … [es] una riqueza para dar, para comunicar, para anunciar; este es el sentido de la misión”.

Al establecer el Mes Misionero Extraordinario,

el Papa Francisco quiere conmemorar el centenario de la Carta Apostólica Maximum Illud, en la que el Papa Benedicto XV pidió un enfoque más evangélico de la labor misionera en el mundo y destacó la centralidad de la misión para la Iglesia. Ese mensaje llegó después de la Primera Guerra Mundial y se reafirmó más de 40 años después,  durante el llamado del Vaticano II a missio ad gentes (misión a las naciones).

Los desafíos de hoy no son muy diferentes de los desafíos que enfrentó el mundo en 1919. En cierto modo, existe una necesidad aún mayor de misión hoy en día, ya que las personas sufren de injusticias, guerras y conflictos prolongados, así como desastres ambientales. También hay una crisis de indiferencia, ya que las naciones y los vecinos están tan sumidos en los conflictos internos y externos que olvidan nuestro deber de ayudar a nuestros hermanos y hermanas en Cristo.

Maryknoll, con la ayuda y oraciones de nuestros benefactores, trata de responder a este llamado misionero en las regiones más pobres del mundo, ya sea creando clínicas y hospitales, apoyando la capacitación agrícola y profesional, alimentando y cuidando a niños vulnerables, o proporcionando empoderamiento económico.

Mientras reflexiono, puedo ver cómo mis interacciones pasadas eran formas en las que Dios me estaba formando para la misión. Las veces que vi la fe y el ejemplo de mis padres en tiempos difíciles—enfrentando a un nuevo idioma y cultura al migrar a Estados Unidos—me ayudaron a relacionarme mejor con los inmigrantes vietnamitas en Taiwán durante mi formación como seminarista Maryknoll. Mis propias luchas, cuando trataba de balancear mi identidad de coreano-americano en Estados Unidos, me ayudaron como sacerdote a relacionarme con aquellos que están en su tierra natal pero que están marginados en la sociedad.

Estamos llamados a salir, a proclamar el amor de Dios a cada criatura. La misión no es unilateral. Dios nos llama a todos a ser Cristo para los demás y a ver a Cristo en los demás. “La misión no consiste en llevar a Dios a las personas a las que servimos. Dios estuvo allí mucho antes de que llegáramos”, dice el padre Finch.

“Los misioneros extranjeros ayudamos a establecer la Iglesia local, pero a menudo los primeros evangelizadores fueron los católicos locales que sabían que ser católico es estar en una misión”, dice el Padre Kenneth Thesing con motivo de su 50 aniversario como sacerdote Maryknoll. “Nos apoyamos en los hombros de otros que vinieron antes que nosotros”.

Del mismo modo, la misión no se limita a una perspectiva geográfica. “Soy un misionero cada vez que salgo de mi habitación. Cuando voy al comedor, a la calle, si me encuentro con alguien de un grupo étnico diferente, otra religión, otra situación económica, siempre tengo el desafío de reflejar el Evangelio a esa persona”, dice el Padre Joseph Veneroso, quien sirvió durante 12 años en Corea y continúa sirviendo al pueblo de Dios en Nueva York.

A través de nuestro bautismo, todos estamos llamados a ser misioneros del amor de Dios. Todos estamos dotados de un conjunto único de talentos. La misión es una plataforma donde el Pueblo de Dios se reúne para compartir talentos, apreciar la diversidad de la creación y reflejar el amor y la diversidad del Dios trino.

Cuando era seminarista y visitaba a los misioneros Maryknoll en retiro, veía reflejado en sus ojos el amor por las personas a las que sirvieron cuando compartían conmigo sus historias misioneras. Después de haber servido en el extranjero, tengo el privilegio de decir que sé exactamente lo que sintieron los misioneros que me han precedido. Y, si Dios quiere, mi turno vendrá cuando estaré sentado frente a otro seminarista o candidato a hermano con el que compartiré mis historias misioneras, con el mismo cuidado, preocupación y amor en mis ojos.

El Papa Francisco nos llama a “impulsar una transformación misionera en nuestras vidas” y ser misioneros dondequiera que vayamos. Seamos una “Iglesia en constante estado de misión” este octubre y siempre.

Para mayor información sobre proyectos de la Sociedad Maryknoll, vaya a https://maryknollsociety.org/mission-work/ 

Sobre la autora/or

Daniel Kim, M.M.

El Padre Daniel S. Kim nació y creció en el sur de California en un hogar católico coreano. Fue ordenado sacerdote Maryknoll en mayo del 2017.

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