En un bautismo celebrado por el Padre Maryknoll Vincent Cole, el pueblo de Sa-Er lleva la Biblia y un manto ritual. (Fotos y artículo por Joshua Irwandi)
Un sacerdote Maryknoll y voluntarios trabajan con los pueblos indígenas Asmat en provincia de Indonesia
Desde que llegó hace 40 años al pueblo Asmat de Papúa, Indonesia, el Padre Maryknoll Vincent Cole ha tenido una misión clara para este pueblo indígena. “Mi trabajo es promover una apreciación crítica de su cultura a la luz del Evangelio”, dice.
Eso significa admirar su fuerza en lugar de tratar de arreglar sus debilidades e integrar el catolicismo con la espiritualidad asmat. La iglesia al lado de su casa es un excelente ejemplo. En lugar de una arquitectura habitual, tiene la forma de una casa larga tradicional asmat. La gente la construyó en Sa-Er, una de 10 aldeas de la parroquia de Sawa-Erma, con materiales recogidos de la selva.
El Padre Maryknoll Vincent Cole sirve al pueblo indígena Asmat en Papúa. (Fotos por Joshua Irwandi)
El Padre Maryknoll Vincent Cole (dcha.) bendice al Padre Si- prianis Flori Lana Koten, de la Isla de Flores, quien fue ordenado como sacerdote de la Diócesis de Agats, en el territorio de Papúa, Indonesia.
Además, el padre Cole colabora con el asmat para incorporar su realidad en las celebraciones litúrgicas. Por ejemplo, fui testigo de un bautismo celebrado en la selva. El padre Cole llegó cargado en un asiento en un desfile acompañado con fuertes cánticos y fue recibido como representante del Espíritu Santo. La procesión llegó a un área que simboliza el útero de una madre, donde tuvo lugar la ceremonia. Una anciana en cuclillas dentro del área emitía un zumbido cada vez que los padres llevaban a sus hijos al padre Cole, quien los bautizaba con agua bendita del bosque. El bautismo fue lo más cercano posible a un ritual asmat. Los nombres de los 90 recién bautizados fueron tallados en un poste de madera erigido en el sitio bautismal.
Desde 2015, el misionero de Detroit ha asesorado a un grupo de voluntarios indonesios que dedican sus vidas al pueblo asmat. Andreas Wahyu y Rosa Dahlia supervisan grupos juveniles. Frans Nay es catequista. Ignas Bri y su esposa Elsita dirigen proyectos de desarrollo social y Yeni Kristanti se ocupa de la salud. Para ser voluntario en asmat, se requiere fuerza física y espiritual.
Durante décadas Indonesia, ha intentado educar y modernizar a los asmat, una “tribu” menor, que ha vivido con acceso limitado al mundo exterior. Este pueblo, privado de sus derechos en su propia tierra, ahora enfrenta la pérdida de su identidad. Los voluntarios y el padre Cole intentan salvar su cultura indígena mientras se adaptan a la vida moderna.
Eso es un gran reto para los voluntarios que intentan introducir programas pastorales a personas que apenas se sostienen en una economía sin efectivo. Por eso, los voluntarios miran al padre Cole como su modelo a seguir.
Rosa Dahlia solía pensar que los aldeanos necesitaban su ayuda. Pero se dio cuenta de algo importante: “Pensé, Rosa, ¡tú eres la que los necesita!”
“No creo que nuestros programas hayan tocado sus corazones”, continúa. “Entonces, ¿qué es lo que quieren? Algo que no pueden hacer, pero quieren intentar hacer”.
Los voluntarios tardaron tres años en ver respuestas positivas a proyectos como alentar la cosecha de cultivos y producir y vender obras de arte asmat. Cuando una anciana ofreció su hogar para actividades con mujeres y niñas, Rosa pensó: “Es una puerta abierta”.
Indígenas Asmat de Papúa, son feligereses de sacerdote Maryknoll.
Los parroquianos de Sa-Er levantan un poste de madera tallado con los nombres de sus hijos al final de la ceremonia de bautismo.
Pueblo Asmat de Sa-Er levantan a sus hijos recién bautizados por misionero Maryknoll.
Los problemas de salud presentan un gran reto. En febrero 2018, los asmat estuvieron en las noticias cuando el sarampión, la diarrea y la desnutrición causaron la muerte de más de 100 niños. La malaria plantea una amenaza constante. Desde 2011, se han reportado casos de VIH.
La voluntaria Yeni Kristanti No es doctora, pero sí está muy dedicada a ayudar a los asmat en el área de la salud, ya que no hay un médico en un radio de 32 millas. Para ella, lidiar con el VIH/SIDA es como armar un rompecabezas en el que aparecen nuevas piezas. Siempre busca capacitación adicional y trabaja con un anciano de la aldea para crear conciencia sobre el VIH.
“La mejor prevención es estar bien informados”, dice Yeni. Pero el VIH, dice ella, no es el mayor asesino. “Hay más muertes relacionadas con la higiene, asuntos domésticos simples, que exacerban cualquier otra enfermedad potencialmente mortal”.
Mientras tanto, el padre Cole continúa su trabajo junto con los voluntarios. “Cualquier cambio visible es parte de un largo proceso que llevará generaciones”, dice el padre Cole. “No es realista esperar resultados visibles”.
“Sé que Rosa está teniendo una fuerte influencia”, continúa. “La gente ve que le importa. Todos los días está entre ellos tratando de aprender, respetándolos a ellos y a su cultura. No presumas que no ven y aprecian eso. Se sienten amados y respetados y para mí eso es lo que más necesitan en este momento de su historia”.