Por Barbara Fraser, Catholic News Service
LIMA, Perú (CNS) — Mientras la pandemia del COVID-19 expone cada vez más las brechas entre ricos y pobres, los ocho obispos de la región amazónica de Perú le han pedido al gobierno que ponga especial atención a las necesidades de los indígenas.
“Las inequidades sociales dejan desprotegidos a los más débiles, haciéndolos más vulnerables al COVID-19“, según escribieron los obispos en un comunicado del 22 de abril. “Estas carencias se agudizan aún más cuando las padece la gente indígena de nuestra Amazonía, la más indefensa población que encara esta pandemia”.
El mensaje surgió mientras unos 450 indígenas shipibos de la región Ucayali de la Amazonía central en Perú, empezaron a caminar hacia el norte desde los poblados en la costa sur peruana, donde habían estado haciendo trabajo agrícola de la temporada. Su meta es llegar a sus comunidades de origen a cientos de millas de distancia al otro lado de la cordillera de los Andes.
Perú ha estado en cuarentena desde el 16 de marzo, permitiéndole a la población a nivel nacional solamente salir a comprar comida o medicina o para emergencias médicas. Pero muchos peruanos trabajan en labores diarias de muy baja paga, sobreviviendo con lo que ganan en el día a día.
El gobierno entregó vales de aproximadamente 200 dólares a más de un millón de personas durante el primer mes del confinamiento, pero millones quedaron aún sin asistencia.
“Reconocemos el gran esfuerzo que el gobierno está haciendo para brindar asistencia a la población más necesitada”, escribieron los obispos. “Sin embargo, vemos que mucha gente pobre no se ha beneficiado porque no están incluidos” en las listas oficiales del gobierno.
Entre ellos están los que migraron desde la región de la Amazonía o del altiplano andino a Lima y otras ciudades costeras durante el verano en el hemisferio sur para trabajo temporal, con el fin de comprar ropa y útiles escolares para el año académico que empezó en marzo.
Con el país en cuarentena y con la interrupción de los viajes internos, ellos no tenían manera de regresar a sus hogares. Cuando no pudieron trabajar más debido a las restricciones, muchos ya no podían mantenerse o fueron desalojados de las habitaciones que estaban rentando.
A mediados de abril, cientos de personas abandonaron Lima, con sus hijos pequeños y morrales a cuestas, caminando por la autopista costera o la carretera que conduce a los Andes centrales.
“Les pedimos a los gobiernos regionales de la Amazonía que pongan un énfasis especial en ayudar a que (los migrantes) regresen a sus comunidades”, expresaron los obispos.
El gobierno se apresuró en proveer transporte, pero está enfocado en las personas que quedaron atrapadas en Lima por la cuarentena y no han contemplado a migrantes como los trabajadores agrícolas shipibos—según dijo el obispo Martín Quijano de Pucallpa, la capital de la región Ucayali, a Catholic News Service.
“No hay transporte u otra asistencia para ellos”, dijo, agregando que los funcionarios gubernamentales en Ucayali parecían “nerviosos” en relación con los problemas ocasionados por la pandemia. Las personas que retornan a sus regiones de origen deben permanecer en cuarentena durante 14 días antes de ir a sus hogares, pero las instalaciones de confinamiento son insuficientes.
En varios lugares del país, el número de casos de COVID-19 ha excedido la capacidad de los hospitales y centros de salud y los pacientes deben dormir en sillas de rueda en los pasillos o acostarse en colchonetas en el piso.
Los obispos mencionaron que los indígenas que han migrado desde los poblados rurales a las ciudades de la Amazonía están en mayor riesgo.
“Viven hacinados en las periferias de las ciudades y son víctimas de la exclusión del gobierno”, escribieron los obispos.
Señalaron que las casas a menudo carecen de servicio de alcantarillado y suministro de agua, problemas “que se hacen más evidentes por la pandemia”.
En sectores rurales de la Amazonía, algunas comunidades indígenas han prohibido el acceso a personas que no viven allí en un esfuerzo por mantener controlada la pandemia. En otros sitios, las familias se están yendo del centro de las comunidades para refugiarse en el bosque, planear cacerías, juntar plantas forestales y cuidar de pequeños huertos para alimentarse hasta que pase la pandemia.
Algunos grupos seminómadas que viven en la región densamente boscosa a lo largo de la frontera entre Perú y Brasil, lo han hecho por generaciones.
Están en particular riesgo porque, si bien nadie es inmune a COVID-19, ellos también carecen de resistencia a enfermedades como la gripe o el resfriado común.
“Estamos especialmente preocupados por la extrema vulnerabilidad de los pueblos indígenas en aislamiento voluntario y con contacto básico, porque si esta pandemia llega a sus territorios, tendría desastrosas consecuencias que pondría en peligro su sobrevivencia”, escribieron los obispos.
A pesar de que los territorios que habitan están oficialmente protegidos, se da la posibilidad de encuentros con otros. Un hombre que pescaba cerca de su comunidad en un sector remoto de la región Madre de Dios al sur de Perú, fue asesinado a mediados de abril con una flecha que disparó un miembro de un grupo aislado.
Algunas veces también los leñadores que trabajan allí o en áreas cercanas son rechazados por los grupos aislados. Un leñador que trabajaba cerca de un sector, donde las organizaciones indígenas han pedido protección para los grupos seminómadas, fue diagnosticado con COVID-19, aumentando la preocupación de que la enfermedad se propague a las áreas remotas.
Los obispos le pidieron al gobierno que trabaje con organizaciones indígenas y de base para darles alimentos, productos de higiene personal y de limpieza y para crear una estrategia para la emergencia sanitaria apropiada para los indígenas y habitantes de la Amazonía rural, tomando en cuenta la diversidad cultural de la región y el conocimiento indígena.
“Qué María, madre de la vida, nos contagie de esperanza—escribieron—de modo que juntos podamos superar esta prueba”.
Imagen destacada: Un grupo de jóvenes Kukama miran barcos en el río Marañón del Amazonas cerca de Dos de Mayo en la región peruana de Loreto. A medida que la pandemia de COVID-19 de 2020 expone cada vez más las fallas entre los ricos y los pobres, los ocho obispos de la región amazónica de Perú han instado al gobierno a prestar especial atención a las necesidades de los pueblos indígenas. (Foto CNS-Barbara Fraser)