Cada tarde, el centro Maryknoll en Ossining, Nueva York, se ilumina de color azul en honor a los trabajadores de atención médica en el mundo y a nuestros empleados de servicio esencial. (Daniel Kim/Nueva York)
Todos estamos juntos en esto”. Escuchamos estas palabras con frecuencia en estos tiempos en el que el virus COVID-19 ha estado devastando nuestro mundo. De hecho, esta pandemia nos llama a la reflexión sobre cuán interconectados estamos aquí en Estados Unidos y en todo el mundo.
Los Padres y Hermanos Maryknoll estamos más conscientes que nunca de nuestra conexión con ustedes. Han sido nuestros compañeros en misión en buenos y malos momentos, apoyando siempre nuestro trabajo. Ahora nos unimos a ustedes en solidaridad durante estos momentos de miedo, incertidumbre y sufrimiento.
Sabemos que muchos de ustedes han perdido a seres queridos y compartimos su dolor. Nosotros también hemos perdido a 13 miembros mayores de nuestra sociedad, así como a familiares y amigos durante esta pandemia. Las Hermanas Maryknoll también han perdido a 12 de sus hermanas. Estamos unidos en el dolor mientras buscamos consuelo en el Cristo resucitado.
Sabemos que muchos de ustedes, quienes han sido generosos con nosotros a lo largo de los años, han sufrido pérdidas económicas. Nuevamente, estamos con ustedes en espíritu y les ofrecemos nuestro apoyo en oración.
Sabemos que muchos de ustedes están en la primera línea de ayuda, buscando servir a otros y arriesgando sus propias vidas: médicos, enfermeras, empleados de supermercados, trabajadores de saneamiento y muchos otros. Aquí en Maryknoll hemos sido testigos de la dedicación de nuestros propios trabajadores de la salud quienes ministran a nuestros misioneros enfermos; trabajadores esenciales que mantienen nuestras operaciones a diario; y aquellos empleados que trabajan desde casa para permitir que nuestros misioneros continúen sirviendo en misión.
El Papa Francisco los describe a ustedes como, “personas comunes —corrientemente olvidadas— que no aparecen en portadas de diarios ni revistas, pero, sin lugar a dudas, están escribiendo hoy los acontecimientos decisivos de nuestra historia”.
Junto con el Papa Francisco, les agradezco por responder con amor, y les recuerdo que es en la entrega donde encontramos a Dios. Y ruego para que cada uno de ustedes encuentre aliento en la carta de Pablo a los Romanos (8, 38-39): “Nada podrá separarnos jamás del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús”.
Que Nuestra Señora de Maryknoll los bendiga y proteja.
Sinceramente suyo en Cristo,