Estudiantes de escuela intermedia aprenden a responder, como Jesús lo haría, a las necesidades del mundo hoy en día.
Después de un año de participar en el Instituto de Discipulado Misionero con su clase, una estudiante de la Escuela Católica St. George en Seattle dijo: “Me ha encantado MDI porque no siempre nos quedamos en el salón de clases para aprender cómo actuó Jesús y cómo quiere que nosotros actuemos, sino que también salimos y trabajamos como discípulos de Jesús”.
El Instituto de Discipulado Misionero (MDI por sus siglas en inglés) es un plan de estudios de religión para séptimo grado nacido a través de la colaboración de la Oficina para Escuelas y Misiones Católicas de la Arquidiócesis de Seattle y los Padres y Hermanos Maryknoll. Además de Seattle, MDI ahora se usa en la Arquidiócesis de Chicago. En ambas ciudades, los líderes arquidiocesanos y los educadores misioneros de Maryknoll forman equipos MDI que trabajan con los maestros para implementar el plan de estudios.
Estudios recientes muestran que muchos jóvenes abandonan la Iglesia a la edad promedio de 13 años, a menudo porque creen que la Iglesia no está respondiendo a los problemas del mundo de hoy. El Instituto del Discipulado Misionero contrarresta esta percepción.
Los estudiantes aprenden que Jesús se acercó a las personas al margen de la sociedad, donde a menudo encontramos misioneros que viven auténticamente el llamado de Jesús. El MDI invita a los estudiantes a hacer lo mismo.
desafíos modernos
A lo largo del año, los estudiantes de escuela intermedia identifican los desafíos que enfrenta nuestro mundo moderno, aprenden sobre los misioneros católicos que hacen el trabajo de Dios a nivel local y global, y luego planean una acción para marcar la diferencia.
Al aprender sobre el trabajo de los misioneros Maryknoll en todo el mundo, los estudiantes ven que la Iglesia Católica está respondiendo a las mayores necesidades de hoy a través del empoderamiento, la justicia y las obras de misericordia corporales y espirituales. La Superintendente de Escuelas Católicas de Seattle, Kristin Dixon, dice: “El Instituto de Discipulado Misionero llega al corazón del porqué existen nuestras escuelas:
para ayudar a nuestros estudiantes a enamorarse de Jesús y de todo el pueblo de Dios, y en segundo lugar, ser ciudadanos llenos de fe para los desafíos actuales”.
El Padre James Lee, ex sacerdote de Maryknoll y ahora párroco en la parroquia St. Michael en Olympia, Washington, explica el beneficio de MDI en su escuela parroquial. “Como (antiguo) sacerdote misionero Maryknoll en Tanzania, sé de primera mano cómo la exposición a otras culturas es transformadora en tantos niveles”, dice el padre Lee. “Estoy agradecido por el trabajo del Instituto de Discipulado Misionero pues les dio a los estudiantes de intermedia la oportunidad no solo de expandir educativamente sus horizontes sino también involucrarse en un ministerio práctico que puede cambiar la vida de las personas y sentar las bases para su futura participación en la Iglesia”.
Plan de estudio y COVID-19
Este último año, el plan de estudios dio un giro abrupto con la llegada de COVID-19. Inspirándose en los misioneros a los que presentan, el equipo de MDI dio un paso adelante con flexibilidad y conveniencia. Las lecciones se transformaron en actividades y tareas de aprendizaje electrónico, la planificación se realizó por teléfono y llamadas de Zoom, y los estudiantes llevaron a sus padres a ayudarlos a completar el proceso de MDI. En lugar del tradicional “proyecto de fin de año”, donde los estudiantes integran su aprendizaje de un año con un proyecto de toda la clase, cada estudiante discernió su respuesta individual dentro del contexto más amplio del aula: cómo podemos amar como Jesús amaría en la época de COVID-19.
“El núcleo de esta clase es notablemente relevante en este momento”, dijo Amy Hall, maestra de MDI en la Escuela Católica Christ the King en Seattle. “Quizás sea más importante que nunca para nuestros estudiantes de intermedia”. A pesar de que los estudiantes de primaria se entrenaron para llegar con amor a los marginados de la sociedad, COVID-19 amplió esta demografía y los estudiantes respondieron con gran éxito.
Cosieron mascarillas faciales, diseñaron tarjetas de lugar para bandejas de comida en centros de vida asistida, entregaron víveres y flores a las puertas de vecinos ancianos, escribieron cartas a jóvenes en centros de detención y mucho más.
(Sean Sprague/Washington)
Aquellos que habían investigado temas distintos a COVID-19 trabajaron para tener un impacto positivo en las áreas que eligieron. Recaudaron fondos para proyectos internacionales, hicieron contenedores de compost familiar, se comprometieron a tomar duchas más cortas, hicieron kits de bienvenida para las familias de refugiados, escribieron cartas de defensa a los funcionarios electos y escribieron oraciones para rezar con sus familias por los que están al margen. Los estudiantes de una clase decidieron que todavía querían marcar la diferencia juntos, por lo que investigaron estadísticas sobre cuántos niños en las escuelas cercanas recibían almuerzos gratuitos o de precio reducido. Luego recaudaron fondos para ofrecer apoyo nutricional a esas escuelas.
Cerca del final del año, los estudiantes de MDI tradicionalmente se reúnen para celebrar el trabajo que han hecho y conocer a otros estudiantes de escuelas católicas locales que están completando el programa. Este año esa reunión tuvo que ser cancelada por precauciones de seguridad. Nuevamente, el equipo de MDI se puso en acción. En lugar de compartir cuatro horas en el gimnasio de la Universidad de Seattle, el equipo de MDI grabó videos de líderes de iglesias locales y estudiantes universitarios recientemente graduados que trabajan para marcar una diferencia en el mundo.
Annapatrice Johnson, promotora de Maryknoll, llama a marcar una diferencia durante una de las actividades de MDI en 2019 en la escuela Christ the King en Seattle. (Sean Sprague/Washington)
Proyecto Final
El “Día del Proyecto Final” se convirtió en una semana de lecciones para que los estudiantes escuchen las conversaciones pregrabadas, aprendan sobre la vocación cristiana, reflexionen sobre sus propias vidas y realicen actividades tanto solos como con sus familias, terminando con una bendición de padres o padrinos y una comisión para el discipulado misionero de por vida para los alumnos que están por iniciar el octavo grado.
Al final de este año escolar único, un estudiante reflexionó en línea: “Aprendí mucho a través de MDI. En primer lugar, aprendí más sobre cómo se suponía que la misión de Dios no terminaría cuando Jesús ascendiera. Aprendí cómo nosotros, como discípulos de Jesús, debemos continuar su misión en la tierra ayudando a todo el pueblo de Dios, especialmente a los que están al margen, y difundiendo la palabra del Señor a todos los que podamos. En segundo lugar, aprendí sobre todas las diferentes formas en que podemos servir al pueblo de Dios, como las obras de misericordia corporales y espirituales. Sabiendo esto, ahora tengo varias maneras en que puedo ayudar al pueblo de Dios. Por último, especialmente en nuestro tiempo en casa, aprendí cómo Dios tiene un plan para todos nosotros, una vocación. Él quiere que usemos nuestros dones y pasiones para resolver una necesidad del mundo”.
Otro estudiante escribió: “El MDI me enseñó que todos son importantes. A pesar de que estamos separados por la raza, el género, la sexualidad, la edad y las fronteras de los países, todos somos parte de la familia de Dios. MDI es una de las cosas más importantes que he hecho. Desearía que todos pudieran tener esta misma experiencia”.