El Padre Maryknoll Michael Bassano, en la portada saludando a niños, es capellán en un campamento para refugiados y desplazados internos en Sudán del Sur. Aunque de manera sucinta, él nos describe lo difícil y peligrosa que es la vida en este campamento donde viven, hacinadas, unas 30.000 personas.
Pero incluso si su relato fuera más extenso, tendría dificultad para entender, como en carne propia, cómo vive un refugiado. Algo aún más difícil de entender es que la situación de los refugiados en Sudán del Sur es solo una diminuta muestra de lo que ocurre en el mundo.
De acuerdo al último reporte, 2019, del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, 70.5 millones de personas han sido desplazadas por la fuerza. ¿Si el mundo es nuestra casa común, cómo debemos acoger a nuestros hermanos desplazados?
El padre Bassano no sólo nos describe lo difícil que es vivir en un campamento para refugiados; él también nos muestra en su relato cómo un seguidor de Jesús persevera en el amor fraternal y no se olvida de practicar la hospitalidad.
Esta edición también nos da otras muestras de la opción por los necesitados, como el esfuerzo de una abogada y misionera laica para ganar el improbable caso de una inmigrante indocumentada; el de formadores Maryknoll para que la pandemia no nos “robe la comunidad”, usando la tecnología en línea para continuar su tarea evangelizadora; o la ordenación de un nuevo sacerdote Maryknoll, listo para salir a dar “el sabor de la presencia de Dios en el mundo”.
Es una edición en la que honramos la memoria de dos Hermanas Maryknoll, martirizadas en El Salvador en 1980, así como la memoria de todos los misioneros que han partido a la casa de Dios durante el año. Acompáñenos con sus oraciones.
Imagen destacada: El Padre Maryknoll Michael Bassano saluda a niños en un campamento de la ONU para refugiados en Sudán del Sur.