El COVID-19, debido al confinamiento y distancia social, desafió el desarrollo de las comunidades cristianas. Pero inspirados en el mensaje del Papa Francisco, quien nos motiva a que “no nos dejemos robar la comunidad”, usamos la tecnología en línea para continuar la misión evangelizadora y desde mayo iniciamos las Pequeñas Comunidades Virtuales Maryknoll a través del programa Zoom.
Aunque orientadas para hispanos en Estados Unidos, gracias al alcance global del Internet, estas comunidades virtuales han creado un puente de fe con Latinoamérica y se han enriquecido con la participación de católicos que viven fuera de Estados Unidos, como Marisol Flores, Luz Verónica Matamoros, ambas de Honduras, y Olga Peñalonzo, de Guatemala. Las tres son líderes de comunidades eclesiales de base (CEB) en sus países, quienes conocieron a Maryknoll a través de un programa de formación misionera que ofrecimos en Guatemala en 2019 y continúan su conexión con Maryknoll a través de las comunidades virtuales.
Marisol Flores es una docente pensionada en Honduras, quien por 10 años ha sido parte de la CEB Mensajeros de la Paz de la Parroquia Cristo Sumo y Eterno Sacerdote de Tegucigalpa. Es voluntaria de las Obras Misionales Pontificias (OMP) de La Arquidiócesis de Tegucigalpa y ha sido coordinadora de Comunicaciones de la OMP, de la que también es fundadora.
Luz Verónica Matamoros cargando una imagen de la Virgen de Guadalupe, uno de los símbolos que acompaña la pastoral juvenil en América Latina.
“Mi mayor motivación es el amor por la misión. Desde que me inicié en el año 2011 como voluntaria en las OMP mantengo el lema: ‘La misión es pasión por Jesús’, me gusta salir para servir, evangelizando con mi propio testimonio”, dice Marisol.
Pero su vocación se vio opacada por la pandemia. “Me sentí impotente porque quería continuar con la misión desde mi casa [y no podía]”, dice Marisol. “Pero encontré las comunidades virtuales de Maryknoll y sentí que Dios me estaba llamando para estar en ese lugar”.
“Mi experiencia en Maryknoll es fantástica, encontré lo que me faltaba. Encontré una comunidad de hermanos, donde estoy creciendo y sirviendo de forma virtual y donde he fortalecido mis conocimientos de las redes sociales”, dice Marisol.
Marisol Flores Serrano conduciendo el programa radial “Sigamos a Cristo Misionero” de la Arquidiócesis deTegucigalpa, Honduras.
Luz Verónica Matamoros fundó en 1997 la primera CEB en la aldea de Yaguacire, en el departamento Francisco Morazán, Honduras. “Me siento alegre de haber puesto ese granito de arena que ha servido para la evangelización de los bautizados”, dice Luz Verónica, quien tiene amplia experiencia en la formación de las CEBs locales y también ha formado parte de las OMP, trabajando en los programas de Infancia y Adolescencia Misionera como también la Juventud Misionera (JUMI) por casi 25 años.
Para Luz Verónica, la crisis global trajo retos pero también oportunidades: “La pandemia, al principio vino a desestabilizar el trabajo, pero me motiva a seguir acompañando a las personas que necesitan ayuda espiritual y, otras, ayuda material”.
Para ella, la misión no tiene límites geográficos ni culturales. “Las comunidades virtuales me han ayudado a comprender que no existen barreras de cultura”, dice ella.
Olga Maribel Peñalonzo, de Guatemala, lleva 14 años trabajando con comunidades eclesiales en San Pedro Sacatepéquez. En la parroquia de San Pedro, ha sido miembro del comité de liturgia, ministro extraordinario de la Sagrada Comunión, catequista de jóvenes y miembro de la directiva de la catequesis. A nivel diocesano, ha sido agente de pastoral y predicadora con estudios en el centro diocesano de formación San José de la Diócesis de San Marcos, Guatemala.
Para Olga Maribel la pandemia no ha sido un obstáculo para crecer en su fe y para poder contribuir con sus dones el seguir construyendo comunidad. “Sé que debemos apoyarnos unos a otros y ser reflejo de la preocupación de Dios por todas las personas”, dice ella. “Quizá [la pandemia] es un tiempo que da razón a un tipo diferente de Iglesia”.
El Diácono Leonel Yoque, coordinador del Ministerio Hispano de los Padres y Hermanos Maryknoll, creando puentes de fe en videoconferencia con líderes laicas de Centroamérica.
Aunque con experiencia en pequeñas comunidades eclesiales, Olga también ha aprendido cosas nuevas en las comunidades virtuales. “La tecnología virtual es un recurso clave para seguir atendiendo el llamado del Papa Francisco a no perder la comunidad”, dice ella. “Siento que ha sido providencial en mi vida de fe, para no sentirme sola y [para] responder al llamado en estos momentos de crisis y emergencia mundial”.
El Papa Francisco nos exhorta a vivir como comunidades que sean “sal de la tierra y luz del mundo”. Es lo que son las comunidades virtuales Maryknoll. Siguen el legado de las primeras comunidades cristianas que nos relatan los Hechos de los Apóstoles en el Nuevo Testamento, que describe la vida de los discípulos de Jesús quienes se reunían para orar, cantar y celebrar la fe. Así, hasta el día de hoy, haya o no pandemia, las comunidades cristianas podemos seguir reuniéndonos en torno a la Palabra de Dios y la Mesa Eucarística con ese mismo fin.
Aunque les llamamos comunidades “virtuales”, estas comunidades son “reales”. Estemos, en cualquier parte de este país, o del mundo, podemos reunirnos con la finalidad de crecer en nuestra fe a partir de las experiencias que cada uno está experimentado en el diario vivir. En comunidad encontramos una “fraternidad mística” y “descubrimos a Dios en cada ser humano”. Y nos motivamos a un actuar cristiano que se refleje en nuestros hogares y comunidades, sobre todo en estos momentos difíciles que estamos experimentando.
Por medio de las pequeñas comunidades virtuales Maryknoll, hemos logrado un puente de fe entre Estados Unidos y Latinoamérica orando, reflexionando juntos en nuestra fe cristiana y dialogando sobre cómo responder a los desafíos actuales a la luz del Evangelio.
Imagen destacada: Grupo de participantes del programa de Biblia y Misión organizado por Maryknoll en Ciudad de Guatemala, Guatemala en octubre 2019.