Acompañados, Llegaremos Lejos

Tiempo de lectura: 5 minutos
Por: Brenda Noriega
Fecha de Publicación: Mar 1, 2021

Jóvenes participan activamente en el presente y futuro de la Iglesia Católica

Cuando a finales de octubre del 2018, leí el documento final del “Sínodo de los Obispos sobre los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”, me interesé particularmente en el siguiente párrafo (123): “El Sínodo pide que sea efectiva y ordinaria la participación activa de los jóvenes en los puestos de corresponsabilidad de las Iglesias particulares, como también, en los organismos de las Conferencias Episcopales y de la Iglesia universal. Asimismo, pide que se refuerce la actividad del Departamento de Jóvenes del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, mediante la constitución de un organismo de representación de los jóvenes a nivel internacional, entre otras posibilidades”. 

“¡Los jóvenes fueron escuchados!” pensé. Pero después de leer la cita con emoción, y subrayarla, sentí escepticismo y al margen de la hoja también anoté: “A lo mejor algún día, como en 100 años”.

Es que los jóvenes a veces vemos que las cosas se mueven lentamente en la Iglesia y nos desilusionamos fácilmente cuando vemos que no hay una acción en respuesta a nuestras preocupaciones. Pero Dios tiene sus formas de avivar nuestro corazón. 

El Sínodo de los Obispos sobre los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional se llevó a cabo del 3 al 28 de octubre de 2018. Pero las preparaciones para el sínodo comenzaron el 6 de octubre del 2016, cuando el Papa Francisco anunció el tema para esta décimo quinta asamblea general de obispos.

 

OCIJ: El Papa Francisco se reúne con Yadira Vieyra, delegada sinodal de Chicago, antes de una sesión del Sínodo de los Obispos sobre los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional en 2018. (CNS/Vatican Media)

El Papa Francisco se reúne con Yadira Vieyra, delegada sinodal de Chicago, antes de una sesión del Sínodo de los Obispos sobre los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional en 2018. (CNS/Vatican Media)

El Santo Padre estableció desde un inicio que su deseo era que los jóvenes fuéramos parte del proceso del sínodo, pues como señala Jeremías en las Escrituras “hay jóvenes que saben distinguir los signos de nuestro tiempo”. Por esta razón, el sínodo fue organizado de tal forma que las voces de los jóvenes estuvieron muy presentes antes, durante y después del sínodo.

Jóvenes de todo el mundo aportaron sus testimonios de vida, retos, realidades sociales y sueños a través de cuestionarios en línea, y reuniones internacionales de jóvenes antes del sínodo. Durante el sínodo, jóvenes de diferentes países participaron como auditores y, en momentos, fueron invitados a expresar lo que cargaban en sus corazones.

En enero 2019, tuve la gran bendición de ser una de los 10 jóvenes que tuvieron un almuerzo con el Papa Francisco en Panamá durante la Jornada Mundial de la Juventud. Mi vida fue transformada y mi llama reavivada en tantas formas. Dos meses después, el Papa Francisco responde al documento final del sínodo y publica la exhortación apostólica postsinodal Christus Vivit (Vive Cristo).

Es una carta tan hermosa que el Papa Francisco escribió para los jóvenes del mundo y para todos aquellos que caminan con nosotros. Pero el Santo Padre quiso más, quiso escuchar la respuesta de los jóvenes a su carta postsinodal y para ello convocó a un foro internacional postsinodal. De ese modo, 250 jóvenes de todo el mundo llegaron a Roma a finales de junio del 2019 para hablar sobre las diferentes formas en que el documento había sido recibido. Yo tuve el privilegio y la bendición de ser una de los dos representantes de mi país, Estados Unidos, en esta conversación.

¡Era obvio que el diálogo sobre la juventud no había concluido y que los jóvenes teníamos mucho más para aportar!

Al final del foro postsinodal, nos anunciaron que el párrafo 123 del documento final del sínodo se convertiría en una realidad. Ya se podrán imaginar la alegría que retumbó entre las paredes aquel día. ¡No lo podíamos creer!  Y yo que había escrito que “a lo mejor en 100 años” y aquí estaba el Espíritu Santo soplando como en Pentecostés, renovando la Iglesia e invitándonos a los jóvenes a ser parte de la marcha.

La realidad del párrafo 123 empezó a llevarse a cabo cuando el 24 de noviembre del 2019 se anuncia al mundo el establecimiento del primer Organismo Consultivo Internacional de los Jóvenes (OCIJ). ¡El primero en la historia! Veinte jóvenes de diferentes partes del mundo fueron escogidos y se comprometieron a dialogar y consultar con el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida—la oficina del Vaticano que, establecida en el 2016, se encarga de la “promoción de la vida y el apostolado de los fieles laicos, la atención pastoral de los jóvenes, de la familia y su misión, según el designio de Dios, y la protección y el apoyo de la vida humana”.

Los jóvenes que formaremos parte del OCIJ durante los próximos tres años somos: Béatrice Camara (Guinea), Moses Ojok (Uganda), Dominique Yon (Sudáfrica), Joseph Edward San José (Canadá), Sofía Beatriz Cruz Estrada (El Salvador), Natalia García Jiménez (Puerto Rico), Ariel Alejandro Rojas Hernández (Chile), Agatha Lydia Natania (Indonesia), Jesvita Princy Quadras (India), Makoto Yamada (Japón), Tilen ebulj (Eslovenia), Chiara Van Voorst (Países Bajos), Émile Abou Chaar (Líbano), Ashleigh Green (Australia), Carina Baumgartner (Austria), Lucas Ricardo Marçal Ramos (Brasil), Lucas Petit Navarro (Francia), Tommaso Sereni (Italia), Tomás Virtuoso (Portugal) y yo, Brenda Noriega (Estados Unidos).

OCIJ: Brenda Noriega (blusa amarilla, manga corta) se une a otros jóvenes quienes comparten sus esperanzas y sueños para una participación activa de los jóvenes en la Iglesia. (Cortesía de Brenda Noriega)

Brenda Noriega (blusa amarilla, manga corta) se une a otros jóvenes quienes comparten sus esperanzas y sueños para una participación activa de los jóvenes en la Iglesia. (Cortesía de Brenda Noriega)

Yo, la chica que con alegría escéptica escribió que “a lo mejor en 100 años”, fui sorprendida por Dios una vez más, siendo seleccionada para este primer organismo internacional consultivo de los jóvenes. Esta ha sido una de las mayores bendiciones en mi vida. Los jóvenes del OCIJ queremos modelar lo que significa hacer que los jóvenes seamos protagonistas y queremos que confíen en lo que tenemos para contribuir al presente y al futuro de la Iglesia.

Ya ha pasado un año desde la formación de OCIJ. ¿Que he aprendido? Que el mismo Espíritu que se movió en Jeremías y en Samuel sigue moviéndose y hablando a través de Sofía, Makoto, Émile y el resto mis compañeros. Mis 19 hermanos y hermanas son maravillosos, cada uno dotado con dones, carismas y experiencias que enriquecen el diálogo y mi propia perspectiva ministerial.

Para mí, el ser parte de la familia de los Padres y Hermanos Maryknoll como educadora y promotora de misiones, ha enriquecido mi participación en este organismo consultivo. A través de Maryknoll he aprendido sobre una realidad diversa, global, sobre las periferias; que una propuesta no es la solución para todos; y que la promoción de mis hermanos es siempre más importante que la propia. Eso es parte de ser un discípulo misionero.

Escuchar de primera mano a los misioneros Maryknoll sobre las circunstancias en algunos países de África y la falta de recursos y acceso a internet, me ha ayudado a recordar que para caminar en sinodalidad y tener un verdadero diálogo, necesitamos caminar más despacio y que eso también es avanzar. Como diría el proverbio africano que aprendí en Maryknoll, “si quieres llegar rápido, ve solo. Si quieres llegar lejos, ve acompañado”.

sidebar de ver-juzgar-actuar que va con el articulo de OCIJ en la edicion de Primavera 2021

Sobre la autora/or

Brenda Noriega

Brenda Noriega, nacida y criada en México, es educadora misionera y promotora de los Padres y Hermanos Maryknoll en Los Ángeles. Ella es una de los 20 miembros del primer Organismo Consultivo Internacional de los Jóvenes de la Iglesia Católica.

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