Formando Comunidades Cristianas en Bolivia

Tiempo de lectura: 7 minutos
Por: Giovana Soria
Fecha de Publicación: Jun 1, 2021

Misionero Maryknoll anima a feligreses de la parroquia San Pío X en Cochabamba a Evangelizar

Antes que brotara la pandemia del COVID-19, la rutina dominical de María Terrazas era levantarse temprano y prepararse para visitar a las internas de la cárcel de mujeres de San Sebastián en el corazón de Cochabamba, Bolivia. Después de pasar un riguroso control de seguridad, Terrazas se dirigía a la capilla de la cárcel, donde ella asistía al Padre Maryknoll Paul Masson mientras celebraba la Eucaristía para más de 30 internas.

“Eso es lo que nos enseña la Iglesia Católica. Cuando servimos a nuestros hermanos y hermanas estamos sirviendo al Señor”, dice Terrazas. “Muchos me preguntan por qué visito a las internas y les digo que no soy yo sino Dios que está actuando dentro de mí. Es un compromiso que tengo con el Señor”. Además de ayudar en la Misa, ella apoya moralmente a las internas. Las escucha, y lleva ropa y comida.

Terrazas empezó este servicio hace más de cinco años después de pertenecer a una comunidad cristiana de su parroquia San Pío X, comunidad que ahora es liderada por el padre Masson. El misionero, quien inició su misión en Bolivia en el 2015, vive cerca de la parroquia y sirve como guía espiritual de estas Comunidades Cristianas de Base.

“Por medio del Centro Misionero Maryknoll nos pidieron que ayudáramos a San Pío X a ser una parroquia misionera”, dice el padre Masson. “Descubrimos cuatro comunidades cristianas que los feligreses las llaman asambleas: La Chimba, Cuzco, Huayna Kapac y Siles. Durante la pandemia los líderes de las asambleas y otros integrantes seguimos participando y reuniéndonos una vez a la semana en una llamada de Zoom”.

Durante la pandemia del COVID-19, los integrantes de las comunidades cristianas se reunieron con el padre Masson y el seminarista Matthew Sim (camisa verde) para hacer rosarios. (Rossy Bedoya/Bolivia)

Durante la pandemia del COVID-19, los integrantes de las comunidades cristianas se reunieron con el padre Masson y el seminarista Matthew Sim (camisa verde) para hacer rosarios. (Rossy Bedoya/Bolivia)

Además de hacer los rosarios, los participantes de las comunidades cristianas hicieron denarios. (Rossy Bedoya/Bolivia)

Además de hacer los rosarios, los participantes de las comunidades cristianas hicieron denarios. (Rossy Bedoya/Bolivia)

Mientras los casos de COVID-19 continúen, Terrazas no puede ingresar a la cárcel. Sin embargo, las internas le pidieron unos rosarios, ya que ellas utilizaban sus dedos cuando rezaban. Terrazas, que pertenece a la asamblea La Chimba, convocó a los otros integrantes de las comunidades cristianas para pedir ayuda. Inmediatamente, Rossy Bedoya de la asamblea Huayna Kapac ofreció su casa y algunos materiales para hacer los rosarios.

Por un par de noches, los participantes, incluyendo al padre Masson y el seminarista Matthew Sim, quien vive en Cochabamba, se reunieron protegidos con mascarillas en una habitación e hicieron más de 50 rosarios y denarios. “Los rosarios nos quedaron hermosos”, dice Bedoya. Los participantes del grupo decidieron vender los rosarios. Con el dinero reunido, compraron rosarios más baratos de plástico para las internas y otras cosas que las prisioneras necesitaban.

Lorena Simons, que pertenece a la asamblea Cuzco, fue una de las iniciadoras de las comunidades cristianas hace más de cinco años. Ella recuerda que salían a tocar puertas en el vecindario para invitar a más personas. “A las cinco de la mañana llamábamos por megáfono para que salgan a rezar, llamábamos media hora y caminábamos por la calle rezando el rosario. Al inició éramos como 30 personas”, dice. “Después asistíamos a la misa, hablábamos de nuestros problemas, rezábamos, cantábamos y compartíamos un desayuno con todos”. De este grupo nacieron las asambleas.

Para el padre Masson, 78, es importante basar cada reunión en el Evangelio y en la vida de Jesús. Cuando las comunidades se reúnen cada miércoles, ellos tratan una parte del Evangelio o un documento del Papa Francisco. Los participantes comparten reflexiones de la Biblia y lo que esta pasando en la realidad.

Rossy Bedoya (con gorra negra) visita a niñas en el refugio Our Home que fueron víctimas de abuso y les enseña a hacer rosarios. (Matthew Sim / Bolivia)

Rossy Bedoya (con gorra negra) visita a niñas en el refugio Our Home que fueron víctimas de abuso y les enseña a hacer rosarios. (Matthew Sim / Bolivia)

Lorena Simons (centro) enseña a las niñas en el refugio Our Home en Cochabamba, Bolivia, a hacer rosarios. (Matthew Sim / Bolivia)

Lorena Simons (centro) enseña a las niñas en el refugio Our Home en Cochabamba, Bolivia, a hacer rosarios. (Matthew Sim / Bolivia)

“La costumbre es que el padre siempre tiene la voz, pero es muy importante para una Iglesia nueva buscar la forma en que la gente tenga la voz”, dice el misionero. “La única forma de hacer una Iglesia más abierta es con la participación de la comunidad”.

El misionero de Rouseville, cerca a Oil City, Pennsylvania, dice que si uno quiere estar presente en la vida de las personas hay que tener en cuenta su cultura y su realidad. “En las comunidades cristianas”, dice, “usamos la metodología de observar, ver lo que está pasando, reflexionar en cuáles son los signos de los tiempos, y actuar”.

Él enfatiza que una de las ideas básicas de la Conferencia Episcopal Latinoamericana de Medellín, Colombia, en 1968, fue la idea de formar comunidades cristianas para que las personas no solo vayan a misa los domingos sino que también vivan su fe y formen comunidades.

Aparte de su ministerio a las prisiones y del apoyo que ofrece a la Iglesia San Pío X, el padre Masson además es mentor de seminaristas Maryknoll, incluyendo a Sim, y candidatos a hermanos. Ellos están experimentando misión y viviendo tiempo de discernimiento para ver si es algo que les gustaría hacer el resto de sus vidas. Como parte de su formación estos jóvenes pasan dos años en un Programa de Entrenamiento en el Extranjero.

Sim, de Singapur, quien empezó a participar en las comunidades cristianas hace tres meses, dice que la pandemia ha sido un llamado para ser más creativo en términos de acompañamiento a la comunidad.

“Siento que sería significativo compartir lo que he aprendido, métodos de reflexión teológica pastoral, actualizaciones sobre las enseñanzas de la Iglesia, documentos papales y otros nuevos desarrollos en la Iglesia Católica”, dice. “Como extranjero, siento que puedo ofrecer otra perspectiva sobre los diferentes temas de las reuniones. Al mismo tiempo, creo, al igual que la Iglesia Católica, que ese acompañamiento es enriquecedor para nosotros. Dichos diálogos invitan a todos a un discernimiento para crear una nueva forma de ser Iglesia juntos reconociendo la presencia y la sabiduría de Dios que existen en las diferentes realidades”.

María Terrazas reza durante una reunión de la Pequeña Comunidad Cristiana en la casa del Padre Paul Masson. (Nile Sprague / Bolivia)

María Terrazas reza durante una reunión de la Pequeña Comunidad Cristiana en la casa del Padre Paul Masson. (Nile Sprague / Bolivia)

Para Sim el acompañamiento del padre Masson ha ayudado a los integrantes a comprender e integrar su papel en la misión de la Iglesia. “El grupo comenzó como un grupo de estudio bíblico, leyendo las Escrituras y examinando cómo se conectaba con nuestras vidas”, agregó. “Durante la pandemia, el grupo, a través de la sugerencia del padre Masson, compartió nuestras experiencias, preocupaciones y reflexiones de las Escrituras en términos de cómo podríamos cambiar nuestras emociones negativas sobre  nuestra situación actual. El cambio en nuestra forma de ser como comunidad cristiana tuvo un gran impacto en todos. En lugar de ser solo un grupo de oración y reflexión, los miembros del grupo se convirtieron en contemplativos en acción”.

El padre Masson, quien fue ordenado en 1972, sirvió previamente en Chile por 20 años, donde trabajó con comunidades cristianas en formación y movimientos apostólicos. En 1998, fue asignado para trabajar con el equipo fronterizo de Maryknoll en Ciudad Juárez, México, donde sirvió por 10 años. Fue miembro del Consejo General Maryknoll del 2008 al 2014.

Cuando la pandemia esté bajo control, María Terrazas espera servir a las prisioneras otra vez. Mientras tanto, continuará evangelizando, escuchando a las personas y dándoles un consejo basado en la palabra de Dios.

“Le agradezco a Dios por ser parte de la iglesia San Pío X. He aprendido bastante del padre Masson y de los misioneros Maryknoll que nos ayudan”, dice ella. “Ellos son como una luz que nos ilumina”.

El padre Masson, tocando la guitarra, y el seminarista Maryknoll John Siyumbu (polo blanco) se reunieron con las comunidades cristianas en la casa del padre Masson en Cochabamba. (Nile Sprague/Bolivia)

El padre Masson, tocando la guitarra, y el seminarista Maryknoll John Siyumbu (polo blanco) se reunieron con las comunidades cristianas en la casa del padre Masson en Cochabamba. (Nile Sprague/Bolivia)

Imagen destacada: El Padre Maryknoll Paul Masson (sosteniendo una gorra) saluda feligreses de la parroquia San Pío X. (Nile Sprague/Bolivia)

Sobre la autora/or

Giovana Soria

Giovana Soria nació y creció en Lima, Perú. Completó una licenciatura en Ciencias de la Comunicación/Periodismo en la Universidad de San Martín de Porres de Lima. Como redactora, ella escribe y traduce artículos para la revista Misioneros y Maryknoll magazine, nuestra publicación en Inglés. Sus artículos también han sido publicados en la revista bilingüe ¡OYE! para jóvenes católicos hispanos. Su trabajo ha sido premiado por la Asociación de Prensa Católica de Estados Unidos y Canadá. Vive en el condado de Rockland, Nueva York.

Ediciones Archivadas