RELATOS MISIONEROS Invierno 2022

Tiempo de lectura: 3 minutos
Por: Misioneros Maryknoll
Fecha de Publicación: Dic 1, 2021

No había árboles de Navidad en el norte de Perú, donde serví en misión como Hermana de la Caridad. Pero había nacimientos que adornaban los hogares más humildes. Esas elaboradas escenas navideñas eran construidas con el pesado papel marrón de bolsas de cemento, que era pintado con aerosol verde, luego arrugado y moldeado para parecerse a los picos de las montañas de los Andes que se elevaban hacia el este. La montaña era la base. Empinado sobre ella estaba Jesús recién nacido con María y José en el lugar de honor. Arriba y abajo de la montaña de papel había docenas de pequeñas figuras de granjeros, pastores, reyes, ovejas, vacas, gansos, gallinas y un perro o dos. 

Una Navidad, una parroquia cercana me invitó a unirme al panel de jueces para elegir el mejor nacimiento. Entramos y salimos de las concurridas calles del barrio, tocando las puertas de los concursantes. Cada casa había hecho un trabajo magnífico. Me desconsolaba el tener que elegir un ganador. 

Nuestra última parada fue a una o dos millas del barrio, en una granja junto al camino. La entrada era tan pequeña que tuvimos que agacharnos para entrar. Al agacharme para pasar por la puerta pensé por un momento que había retrocedido en el tiempo y el espacio. Ante mí estaba una joven peruana, con trenzas negras sobre los hombros; un joven vestido con ropa ordinaria de trabajo; y entre ellos, su hijo, un infante recostado sobre una cama hecha de mantas, cubierto con una ligera cobija. Había una vaca de verdad, un burro de verdad y un tranquilo perro que ni se inmutó por nuestra entrada repentina. Estas fueron las imágenes, los sonidos y los olores de la primera Navidad, replicadas al estilo peruano. Concurso terminado. Los claros ganadores se arrodillaron en silencio ante nosotros. 

Mary Beth Moore, S.C.

El Padre Maryknoll Mike Bassano en Home of Compassion, en el pueblo de Kigera, cerca de Musoma en Tanzania. (Nile Sprague/Tanzania)

El Padre Maryknoll Mike Bassano en Home of Compassion, en el pueblo de Kigera, cerca de Musoma en Tanzania. (Nile Sprague/Tanzania)

Comencé a aprender el lenguaje de señas de Tanzania cuando sembrábamos arroz  en ese país africano el año pasado. El arroz es uno de los cultivos que requieren mayor cuidado. Conseguimos algunos sacos al final, pero la mayor parte de nuestro arroz salió en trozos pequeños. El molinero dijo “inakatika”, literalmente “se quiebra”. Aprender el lenguaje de señas también es intenso. Cuando me encontraba con la comunidad de sordos en el pueblo, las personas del lugar se sorprendían al ver que nos comunicábamos.

Recientemente visité la escuela en Mwanza donde enseñé por primera vez en el Cuerpo de Paz. La escuela ahora tiene 120 estudiantes con discapacidades, incluyendo a 90 estudiantes sordos. Varios profesores saben el lenguaje de señas, pero ningún profesor de matemáticas o física puede hacerlo. Yo solía enseñar estas materias, así que me pidieron que fuera tutor de estas clases. Incluso si mis señas están “quebradas”, con suerte, como nuestra cosecha de arroz, todavía pueden ser útiles.

Stephen Veryser, MKLM

Hija de Lucas con maquina tejedora de cintura en Chajul, El Quiche, Guatemala. (Sean Sprague/Guatemala)

Hija de Lucas con maquina tejedora de cintura en Chajul, El Quiche, Guatemala. (Sean Sprague/Guatemala)

La Hermana Maryknoll Judy Noone y yo trabajamos con las mujeres de Chinanton, un pueblo maya de Guatemala. La diócesis promovía una cooperativa de cabras lecheras. Todo estaba relacionado con las cabras. La salud, la alfabetización y la educación cívica se enseñaron sobre la base de la sabiduría de las cabras.

Después de mudarme a otro lugar, regresé para una visita y descubrí que el cambio climático había afectado a Chinanton. No se ve una cabra. Pero las mujeres todavía están organizadas en una cooperativa, ahora haciendo manualidades. Hacen abanicos, gorras, almohadas y cubre-botellas. 

Voluntarios franceses han venido a ayudar. Les pregunté a las mujeres si habían llegado a Nueva York con sus productos. Una respondió: “No, pero he estado en París”.

Mary Duffy, M.M.

Imagen destacada: Obra representativa de navidad, en El Paraíso II, en la Zona 18 de la Ciudad de Guatemala. (Sean Sprague/Guatemala)

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