Jóvenes en El Salvador sin certificados de nacimiento enfrentan muchos obstáculos y necesitan ayuda para tener acceso a la educación.
Algo que muchas veces pasamos por alto es el derecho de existir ante los ojos de la sociedad. Este ha sido un tema recurrente en mi ministerio. En El Salvador, todavía hay personas que viven en los márgenes debido a que nunca fueron registradas y no han podido obtener sus certificados de nacimiento. Ante los ojos del gobierno, no existen y no pueden asistir a la escuela, ni tener un empleo formal, no pueden casarse ni hacer muchas otras actividades ordinarias que requieren documentos.
Los jóvenes sin documentos enfrentan muchos desafíos y carecen de muchas oportunidades. Por lo general, tienen pocos recursos económicos para resolver sus problemas y se sienten intimidados por el proceso legal para obtener sus documentos. Constantemente, ellos sienten que no tienen poder y se vuelven cada vez más marginados.
La primera vez que llegué a El Salvador en el 2008, una de las primeras familias con las que comencé a trabajar estaba lidiando con este problema; tres de los niños no tenían certificados de nacimiento. Los niños vivían con su madre soltera en una pequeña choza de una sola habitación construida con hojalata laminada. La madre no sabía leer ni escribir y tenía muy pocos medios para mantener a sus hijos. Ninguno de los niños había ido a la escuela, ni sabía leer ni escribir.
La organización comunitaria local, FUDESCA, pudo ayudarlos a obtener certificados de nacimiento para que pudieran ir a la escuela. Rápidamente entablé una relación cercana con el hijo menor, Jorge. Él tenía 12 años y estaba lleno de energía, pero incluso después que obtuvo sus documentos, se sintió intimidado de iniciar el primer grado a su edad. Él no tenía mucho apoyo y pasaba la mayor parte de su tiempo en las calles. Fue tanto el tiempo que no formó parte de la sociedad que le resultaba difícil adaptarse a asistir a la escuela.
Con el apoyo de miembros de la comunidad local, pudimos ayudar a Jorge a asistir al primer grado y aprender a leer y escribir. Una vez que asistió a la escuela, se convirtió en una nueva persona y adquirió mucha más confianza. Hoy tiene 26 años de edad y está en condiciones de tener un trabajo formal. La capacidad de leer y escribir ha cambiado su vida.
El misionero laico Maryknoll, Larry Parr, concurre a una escuela primaria con tres estudiantes que reciben ayuda con becas. (Cortesía Larry Parr/El Salvador)
Años después, tuvimos otro joven en nuestro programa que no pudo ir a la escuela secundaria ni bautizarse en la Iglesia porque el gobierno no pudo encontrar su certificado de nacimiento. Sus padres sabían que lo habían registrado, pero su nombre no aparecía en el registro civil de la municipalidad. Él se sentía muy frustrado y aislado porque no podía participar en las actividades civiles normales sin sus documentos. Era como si él no existiera.
Pudimos ayudarlo y descubrimos que el gobierno tenía su certificado de nacimiento, pero con un nombre diferente. Una vez que obtuvo sus documentos, aunque legalmente con un nuevo nombre, pudo continuar con su vida. Fue a la escuela secundaria y fue un honor para mí ser su padrino en su bautismo. Ahora tiene esposa e hijo y no habría podido vivir su vida si no hubieran encontrado sus documentos.
Este año, 14 años después de ayudar a Jorge, estamos trabajando con una familia que se encuentra en una situación muy similar. El hijo tiene 13 años y nunca ha ido a la escuela debido a su situación legal. La familia ha comenzado el largo proceso de obtener los documentos legales para sus hijos y ya pudimos inscribir a dos de sus hijos en el primer grado de la escuela. Me conmovió mucho ver el rostro del niño de 13 años cuando descubrió que finalmente podría ir a la escuela y tener las mismas oportunidades que sus amigos.
Las familias que viven en los márgenes tienen demasiados obstáculos para tener éxito en la vida, pero quieren darles a sus hijos las oportunidades para que tengan una vida mejor. Es muy inspirador trabajar con jóvenes como Jorge que siguen luchando por más oportunidades y por un mundo donde todos tienen derecho a existir ante los ojos de la sociedad.
Imagen destacada: El Misionero Laico Maryknoll Larry Parr conversa con las personas que asisten a una reunión de padres en la escuela primaria de la comunidad de Las Delicias donde él sirve en El Salvador. (Cortesía Larry Parr/El Salvador)