Domingo, 29 de mayo del 2022
Hechos 1: 1-11; Salmo 47: 2-3, 6-7, 8-9; Efesios 1: 17-23; Lucas 24: 46-53
Al profundizar en las lecturas de la fiesta de la Ascención del Señor, La Hermana Maryknoll Darlene Jacobs reflexiona sobre el llamado de un misionero a testificar sobre el amor de Dios.
“… [Jesús] se les apareció después de la pasión, les dio numerosas pruebas de que estaba vivo” (Hechos 1:3).
“[Jesús dijo a los apóstoles] serán mis testigos … hasta los últimos rincones de la tierra” (Hechos 1:8)
¿Qué más puede ser la vida de un misionero sino ser testigo del hecho que Dios está vivo y operante en nuestra vida y en la vida de las personas entre las que vivimos? Dios es amor, y nuestro trabajo es dar testimonio de eso a todos y en cada uno de los lugares y en todo momento.
Como misioneros, a menudo nos encontramos con una gran curiosidad cuando vamos a un nuevo lugar. ¡Qué natural es eso! Después de todo, nos vemos diferentes, hablamos de manera diferente, probablemente vivimos de manera algo diferente, podemos actuar de manera diferente e incluso extraña a los ojos de las personas a las que somos enviados. Entonces, ¿cuál es el testimonio que mostramos? ¿Cómo vivimos para que podamos probar que Dios está vivo?
Estuve muchos años sirviendo en misión en Tanzania, casi todos como educadora. Durante esos años fui profesora de materias en muchas escuelas y situaciones diferentes, fundadora de una escuela, administradora, directora, y apoyo. Mi objetivo secreto durante todos esos años fue que las niñas con las que trabajé dijeran de mí, como lo que escuché decir de una Hermana Maryknoll que me precedió: “Oh, Hermana Fulani, ¡cómo nos amaba!”
No sé cómo demostró la Hermana Fulani que amaba a esos estudiantes. Supongo que era amable, paciente, una maestra dedicada, todos esos atributos que asociamos con el amor de 1 Corintios. Y estas son buenas guías sobre cómo mostrar amor.
Y luego pienso en otras pequeñas formas de mostrar amor, no solo entre nosotros sino también por la Tierra. En el pasado, los tanzanos usaban contenedores biodegradables como canastas tejidas para llevar cosas hacia y desde el mercado o dondequiera que fueran. Luego, las bolsas de plástico endebles estuvieron disponibles por todas partes y se distribuyeron gratuitamente en el mercado y, después de haber sido reutilizadas una o dos veces, se tiraban. Estas pronto se enredaron en la maleza a lo largo de los caminos y volaron libremente por el campo. Incluso causaron la muerte de algunos animales cuando fueron ingeridos. Y así se convirtió en mi testimonio de amor por la Tierra: recoger bolsas tiradas mientras caminaba, nunca ir al mercado sin mi canasta tejida, animar a los niños con los que pasaba el tiempo a ser conscientes de la belleza y el cuidado de la Madre Tierra.
A través de nuestra vida cotidiana, podemos elegir cosas pequeñas, pequeños testigos, para demostrar de muchas maneras que Dios está realmente vivo y que somos testigos de esa vida.
Para leer otras reflexiones bíblicas publicadas por la Oficina de Asuntos Globales Maryknoll (en inglés), haga clic aquí. Y vaya aquí para reflexiones en español.
Imagen destacada: Al reflexionar sobre las lecturas de la conmemoración de la Ascención de Jesús, la Hermana Jacos cuenta las pequeñas formas en la que ella demostraba amor con actos pequeños, como el recoger bolsas de plástico en Tanzania. (Foto cortesía de Darlene Jacobs/Tanzania)