Una Hermana Maryknoll en Bangladesh ha pasado su vida educando y brindando tutoría a jóvenes.
¿Conoces a la hermana Miriam?”, me preguntaban repetidamente los catedráticos cuando llegué a enseñar al Seminario Mayor del Espíritu Santo en Dhaka, Bangladesh. La Hermana Maryknoll Miriam Francis Perlewitz había enseñado una clase de Nuevo Testamento allí durante 25 años. Los ojos de los jóvenes sacerdotes brillaban con aprecio cuando mencionaban el nombre de la misionera.
¿Conocía a la hermana Miriam? Mucho antes de darme la bienvenida a Bangladesh en 2013, ella me dio la bienvenida a Maryknoll en 1956. Yo era un poco más que una adolescente cuando la hermana Miriam, como directora asistente de novicias, fue la mentora de las jóvenes y entusiastas misioneras en formación.
Durante sus primeros años en Maryknoll, la joven y musicalmente talentosa hermana Miriam, una hábil pianista, fue influenciada por nuestra fundadora, la Madre Mary Joseph Rogers. “Durante nuestras vacaciones de verano”, recuerda, “la madre… me permitía escuchar sus discos de música clásica, ya que no se nos permitía tener influencias externas como los periódicos o la radio”. Como directora del coro, la hermana Miriam dirigió la música durante la misa funeral de la Madre Mary Joseph.
“Qué privilegio haber estado con la Madre en esos años de formación”, dice ella.
Después de haber encendido el fuego de la misión en nosotras en Estados Unidos, la hermana Miriam hizo lo mismo en la escuela del convento Maryknoll en Hong Kong. Luego, ella estableció el noviciado de las Hermanas Maryknoll en Filipinas con la Hermana Joan C. Westhues. “Aprendí mucho de Miriam Francis”, dice una de sus novicias, la Hermana Maryknoll Rosalinda Barrozo. “Y la hermosa amistad entre estas dos hermanas fue un ejemplo vivo para mí”.
Al regresar a Estados Unidos, la hermana Miriam obtuvo un doctorado en lenguas bíblicas y literatura de la Universidad de Saint Louis y se convirtió en catedrática de Nuevo Testamento en la Escuela de Teología Maryknoll, en Ossining, Nueva York. En 1985 comenzó a alternar semestres de enseñanza en Maryknoll y el seminario mayor en Dhaka.
Originaria de Milwaukee, Wisconsin, la misionera recuerda sus primeras impresiones del país al que ahora llama hogar. “Cuando llegué a Bangladesh por primera vez, las carreteras no estaban pavimentadas ni había [muchos] edificios construidos”, dice. Aunque Bangladesh está densamente poblado, notó la pobreza de su paisaje: “Solo había tierra polvorienta y estéril en una vasta extensión de espacio abierto”. Recuerda haber pensado: “Ahora soy ciudadana de este mundo, y camino por la tierra por primera vez”.
Cuando la hermana Miriam fue asignada a Bangladesh a tiempo completo en 1992, la hermana Joan estaba terminando su misión en Filipinas. Las hermanas formaron un equipo una vez más. Intentaron llevar a cabo un programa de rehabilitación de drogas para mujeres, pero pronto se enteraron de que la cultura bengalí desalentaba a las esposas e hijas a someterse a rehabilitación residencial.
Sin desanimarse, las hermanas dijeron: “Si no podemos curar la adicción a las drogas, podemos trabajar para prevenirla”. Sentadas en la mesa de su comedor, desarrollaron un programa educativo basado en valores para niños y jóvenes.
Para 1996, el programa fue traducido al bengalí y rápidamente se arraigó en las escuelas y parroquias de tres diócesis, y más allá. Los padres bengalíes, ya sean musulmanes, hindúes, budistas o cristianos, comprendieron la importancia de preparar a sus hijos para los desafíos de una sociedad que cambia rápidamente. Pero, ¿cómo apoyar el programa?
De regreso a la mesa del comedor. Por sugerencia del personal local, las hermanas hicieron planes para una escuela intermedia de inglés que incorporaría el programa y eventualmente incluiría todos los grados, hasta el nivel A (4º año de la escuela secundaria). Con sede en el vecindario de Monipuripara, haría accesible la educación de alta calidad a familias de diferentes niveles de ingresos. En el 2001, el Curso Alternativo para el Avance Humano de Bangladesh (BACHA, que en bengalí significa “levantarse” o “renacer”) abrió sus puertas para la primera clase de guardería.
La escuela fue la primera de su tipo en Bangladesh, con base en el pensamiento crítico y no en la memorización. Las hermanas enseñaron cada nivel de grado y reforzaron la metodología capacitando a los maestros bengalíes que las siguieron. También invitaron a maestros experimentados, en su mayoría amistades, a servir como voluntarios a corto plazo. ¡La escuela ha tenido tanto éxito que los padres registran a sus hijos al nacer!
La hermana Perlewitz conversa con jóvenes seminaristas en 1989 en el Seminario del Espíritu Santo en Dhaka, Bangladesh, donde enseñó una clase de NuevoTestamento durante 25 años. (Maryknoll Mission Archives)
Las cofundadoras de BACHA, las hermanas Maryknoll Miriam Perlewitz y Joan Cordis Westhues (blusa azul) se reúnen con estudiantes adolescentes en el año 2009 en Bangladesh. (Sean Sprague/Bangladesh)
Elias D’Costa, el primer presidente de la junta directiva de la escuela, escribió en el anuario del décimo aniversario de la escuela: “Las hermanas han inventado un estilo único de educación sin precedentes en el país”.
“BACHA [no es] una olla a presión para lograr las calificaciones más altas”, escribió un estudiante en el anuario. “Los maestros aquí explican la lógica detrás de los hechos, las fórmulas, las teorías, de tal forma que las asimilemos de por vida”. Los instructores incluyen a exalumnos de las hermanas, graduados que obtuvieron títulos avanzados.
Una de las muchas contribuciones de la hermana Miriam a BACHA fue invitar a profesores de música para dar clases de violín y otros instrumentos a los estudiantes. Algunos de estos jóvenes ahora son miembros de la naciente orquesta nacional. La hermana Miriam también fomentó las artes visuales. Nunca olvidaré los pasillos llenos de vida con los originales de los niños, ¡muchos absolutamente bellísimos!
Niñas estudiantes participan con entusiasmo en BACHA, la primera escuela de este tipo en Bangladesh con base en el pensamiento crítico y no en la memorización, en el año 2009. (Sean Sprague/Bangladesh)
En 2010, cuando la hermana Joan enfermó, la hermana Miriam renunció al seminario para asumir la dirección de la escuela y continuó después de que la hermana Joan muriera en 2015. La hermana Miriam ahora se desempeña como instructora residente y mentora de los estudiantes y el personal de BACHA. Recuerdo cómo los niños pequeños irrumpían rutinariamente en su oficina para obtener su sello de aprobación en su trabajo escolar o para preguntar en perfecta pronunciación en inglés: “¿Cómo está, hermana Miriam?” Sus pródigas alabanzas hacían que los pequeños se sintieran de 10 pies de altura.
Yo lo sé, porque me senté frente a ella en la mesa del comedor y me empapé de la enseñanza que había comenzado conmigo años antes.
En el Seminario del Espíritu Santo, muchos sacerdotes jóvenes me dijeron: “La hermana Miriam fue la mejor maestra que he tenido. Ella nos hacía pensar”. En BACHA, observé a diario cómo animaba e inspiraba a padres, profesores y alumnos por igual.
A los 91 años, la hermana Miriam sigue haciendo lo que ha hecho a lo largo de su vida: es mentora de jóvenes, los motiva a creer en sí mismos y evoca constantemente lo mejor de ellos. Como un músico que no solo toca para otros, sino que enseña a otros a tocar, ella ha transmitido generosamente nobles aspiraciones: a sus hermanas menores de Maryknoll, a los seminaristas y estudiantes de teología, a los maestros en formación y a los alumnos; de hecho, a todos los estudiantes afortunados que aprendieron de ella, a cuyos corazones ella enseñó a cantar.
Imagen destacada: La Hermana Maryknoll Miriam Francis Perlewitz (blusa blanca) interactúa con los estudiantes de BACHA, una escuela secundaria de inglés que ella cofundó en el barrio Monipuripara de Dhaka, Bangladesh. (Sean Sprague/Bangladesh)