Por la Hermana Helen Graham, M.M.
Domingo, 17 de julio de 2022
Génesis 18:1-10a; Colosenses 1:24-28; Lucas 10:38-4
La Hermana Maryknoll Helen Graham reflexiona sobre la cálida bienvenida que recibió en Filipinas y la virtud bíblica y el deber de la hospitalidad.
Dos lecturas del 16º Domingo del Tiempo Ordinario se enfocan en la comida y la hospitalidad. La historia de Jesús visitando la casa de Marta y su hermana María es una historia ejemplar de hospitalidad mostrada a Jesús y sus discípulos.
La hospitalidad y la comida son importantes en muchas culturas.
Mi experiencia misionera ha sido casi completamente en la cultura filipina donde comer es extremadamente importante y acompaña cualquier reunión. A menudo necesito recordarle a mi grupo de estudio bíblico que nos hemos reunido para estudiar mientras trato de alejarlos de la comida.
Una experiencia que recuerdo es la vez que fui con otra hermana Maryknoll a visitar a su familia en las afueras de Manila, la capital del país.
Llegamos a la hora del almuerzo, el cual comimos en una mesa muy larga en la que comía la familia, así como los trabajadores. Pero, como yo era extranjera y venía de visita a su casa, ese día solo comimos nosotras dos, mientras los demás nos miraban desde la cocina, listos a atender todas nuestras necesidades. Si mencionas que te gustó algo en particular, es posible que incluso te den un paquete para llevar a casa.
La comida y la hospitalidad rigen las lecturas de hoy. La lectura del Génesis nos da un ejemplo extravagante en los elaborados preparativos de Abraham para los tres viajeros que han venido a anunciar el inminente nacimiento de un hijo a la pareja de ancianos. El versículo inicial había anunciado que “el Señor se le apareció…” (18:1). En efecto, Abraham, por así decirlo, se despide de Dios, en medio de una visión divina, y corre al encuentro de los invitados.
Abraham los invita con entusiasmo a “consolar (sus) corazones” con un “bocado de pan” y agua para sus pies. Luego se apresura a que Sara prepare pasteles y corre hacia el ganado para preparar un ternero para su comida.
Los rabinos alaban a Abraham por darle un valor más alto a la hospitalidad que a la presencia divina. Abraham y Marta se encuentran entre los justos que el salmista proclama que son dignos de “habitar en la tienda (de Dios)” para “habitar en el monte santo (de Dios)” (Sal 15, 1).
La hospitalidad, un valor bíblico y de hecho humano, que es ejemplificado por Abraham y Marta en las lecturas de hoy, está bajo amenaza hoy en día.
En un entorno social de crímenes de odio, conflictos culturales y religiosos, tiroteos en las escuelas que generan miedo en los niños, violencia de grupos extremistas, violencia contra las mujeres, prejuicios de género, violencia contra los animales, cambio climático que amenaza la seguridad alimentaria de millones de seres humanos y otros seres vivos, la desconfianza hacia el extranjero, el migrante y el refugiado que a menudo conduce a la violencia contra ellos, etc., la hospitalidad se ve gravemente amenazada.
La preservación de la hospitalidad como valor bíblico y humano exige una acción justa de parte de aquellos de nosotros que afirmamos estar comprometidos con los valores bíblicos y humanos.
La Hermana Maryknoll Helen Graham, es teóloga y enseñó Sagrada Escritura en el Instituto de Formación y Estudios Religiosos en Quezon City, Filipinas. Ahora reside en el Centro de las Hermanas Maryknoll en Nueva York.
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Imagen destacada: Miembros de una familia campesina comen juntos en Filipinas por Flickr/IRRI CC BY 2.0.
