Por Hugh Menton
Domingo, 10 de julio del 2022
Deuteronomio 30:10-14; Colosenses 1:15-20; Lucas 10:25-37
El afiliado Maryknoll Hugh Menton recuerda una visita a los Misioneros Laicos Maryknoll en El Salvador y reflexiona sobre lo que significa amar a Dios y amar al prójimo.
El pasaje del Evangelio de Lucas siempre ha comunicado el mensaje esencial de nuestra fe cristiana: Amar a Dios y amar al prójimo.
La historia del Buen Samaritano termina de manera bastante simple: “Anda y haz tú lo mismo”. Pero, ¿qué es hacer “lo mismo”, particularmente si me encuentro viviendo más como el erudito judío, el sacerdote o el levita que como el samaritano muestra misericordia recorriendo ese notorio camino a Jericó?
Para mí, como Afiliado Maryknoll, me encuentro con la “víctima de los ladrones” a través de las conexiones con los Misioneros Laicos Maryknoll, Hermanas Maryknoll y Padres y Hermanos Maryknoll en sus comunidades y países que sirven.
Mi corto viaje de inmersión con los Misioneros Laicos Maryknoll a El Salvador—ver el trabajo de Ann Greig con las mujeres de el San Salvador para proporcionar recursos asequibles de leche de soya en un barrio pobre donde la tasa de mortalidad infantil es enorme; el centro comunitario de estudio de Larry Parr, quien trabaja con jóvenes en un área controlada por pandillas; el trabajo orgánico de Peg Vámosy con los agricultores; o el trabajo de Rick Dixon con niños y familias que usan una biblioteca de carretillas para construir relaciones, comunidad y alfabetización— me llevó del “lado opuesto” del camino a hacer “lo mismo”.
Aprendí el enfoque de los Misioneros Laicos y Maryknoll de estar presentes en las comunidades a las que se unían y ofrecían sus dones a la gente, como el samaritano vendaba, transportaba y alojaba a la víctima de los ladrones.
Traje este enfoque a mi vida al sur de California. Para hacer “lo mismo”, descubrí que mi presencia era necesaria. Además, el trabajo de los misioneros fluye de las necesidades de la comunidad a la que sirve y es moldeado por esa comunidad. Como las necesidades de la víctima de los ladrones que eran visibles para el samaritano, los misioneros se guían por la observación y la interacción. Encontré los mismos enfoques de “hacer lo mismo” con los indigentes y pobres de las comunidades locales de Estados Unidos que he servido.
Hay un aspecto de la relación que no se desarrolla en la historia del Buen Samaritano. La relación entre el samaritano y la víctima de los ladrones falta en la historia. Solo se sobreentiende con la sugerencia del samaritano de un regreso y se deja a la imaginación de nuestras propias jornadas. En la vida de los misioneros Maryknoll en sus comunidades de servicio, está claro la relación que se desarrolla entre los misioneros y a los que sirven es de vecinos. Ambos los misioneros como las comunidades conocen la respuesta a la pregunta del erudito: “¿Y quién es mi prójimo?”
Los ejemplos de los misioneros me llevan a la sabiduría relacionada del texto hebreo de hoy: “…estos mandamientos que te doy, no son superiores a tus fuerzas ni están fuera de tu alcance…ni tampoco están al otro lado del mar”. Nuestro prójimo, sufriendo como la víctima de los ladrones, son justos delante de nosotros en nuestra vista, clamando misericordia y relación, como nosotros.
Hugh Menton, Coordinador Regional de los Afiliados Maryknoll en California y Hawái, es miembro del Capítulo de Afiliados Maryknoll del Área Metropolitana de Los Ángeles.
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Imagen destacada: La misionera laica Maryknoll Ann Greig (derecha) llena recipientes vacíos con leche de soya producida por una cooperativa para familias necesitadas en San Salvador, El Salvador (Meinrad Scherer-Emunds/El Salvador).
