Reflexión Maryknoll: llamado a servir a los hijos de Dios

Tiempo de lectura: 4 minutos
Por: La Oficina de Asuntos Globales Maryknoll
Fecha de Publicación: Sep 23, 2022

Por Gabe Hurrish, MKLM

Domingo, 25 de septiembre, 2022
Amós 6, 1a, 4-7; Salmos 146, 7. 8-9. 9-10; 1 Timoteo 6, 11-16; Lucas 16,19-31

El Misionero Laico Maryknoll Gabe Hurrish en Sudán del Sur reflexiona sobre la enseñanza de Jesús de cuidar a los pobres y a los que sufren.

Jesús llena sus parábolas con simbolismos y matices. A primera vista, la lectura del Evangelio de hoy podría parecer que dijera que, si eres rico, irás al infierno, y si eres pobre, irás al cielo. Pero Jesús tenía un mensaje mucho más profundo. Depende de nosotros que entremos a los significados y los matices de cada parábola para encontrar el mensaje.

Esta parábola nos hace pensar en la vida bajo una luz diferente. Lázaro era un hombre sin esperanza y lleno de sufrimiento. Sin embargo, no protestó. Fue paciente y confió en Dios. El hombre rico aparentemente no sintió ninguna preocupación por la situación de Lázaro a pesar de que lo conocía por su nombre.

Jesús enseña de una manera que puede hacer que las personas se sientan incómodas. Las culturas antiguas veían la riqueza como una bendición de Dios. Aquellos que eran pobres eran vistos como maldecidos por Dios y debían ser rechazados. Sin embargo, Jesús dijo: “Los últimos serán los primeros”, “difícilmente un rico entrará en el Reino de los Cielos”, “bienaventurados los pobres”, y la lectura de hoy es sobre los ricos y los pobres. Jesús tiene una manera de sorprender nuestras almas, nos las muestra a nosotros mismos y luego nos permite decidir.

La mayoría de la gente negará que son ricos. No importa cuánta riqueza tengamos, nunca parece ser suficiente. La lectura del Evangelio de este domingo aparentemente señala el contraste entre ricos y pobres, una vida de lujos frente a una vida de sufrimiento. La parábola no especifica por qué Lázaro fue favorecido y el hombre rico no. Eso es para que lo contemplemos.

Por cierto, Jesús habló del infierno más que cualquier otra persona de la Biblia. Esta parábola enseña que el infierno es real y que es una posibilidad para nosotros.

Anteriormente, Jesús había dicho: “Nadie puede servir a dos señores… No se puede servir a Dios y al dinero”. Seguramente, hay personas que son ricas que aman a Dios y comparten lo que tienen. Pero, por otro lado, hay personas pobres que son desesperadas por obtener dinero y no tienen amor por los demás, incluido Dios.

En esta parábola, el hombre rico no está en el infierno sólo porque era rico. El hombre pobre no está en los brazos de Abraham sólo porque era pobre. Algo más está sucediendo aquí. Parece que lo que Jesús alude en esta parábola es cómo debemos ser conscientes y comportarnos con los que nos rodean.

Una cosa interesante acerca de esta historia moral es que desde el infierno el hombre rico (sin nombre) conoce el nombre del hombre pobre pues lo llama, Lázaro, por su nombre. Sin duda, lo conocía en la Tierra y, sin embargo, no hizo nada para ayudarlo. Siendo judío, el hombre rico debería haber sido muy consciente de Deuteronomio 15,11: “Abre generosamente tu mano al pobre, al hermano indigente que vive en tu tierra”. El hombre rico permanece egocéntrico incluso en el infierno, y solo piensa en sí mismo y en su familia inmediata.

Si no practicamos la fe y la caridad cristiana, no podemos estar entre el pueblo elegido en el cielo. Necesitamos reflexionar constantemente. ¿Somos fieles seguidores de Jesús? ¿Practicamos realmente la caridad basada en nuestra fe y esperanza en Dios el Padre y su Hijo Jesucristo?

¿Con qué frecuencia fallamos en ver y ayudar a los pobres que están a nuestras puertas, entradas, fronteras, o en nuestras comunidades? ¿Solo nos enfocamos en nuestras propias vidas? ¿Qué vamos a hacer con el conocimiento cristiano que tenemos? ¿Nos volvemos ciegos a los necesitados y nos alejamos o no los “vemos” como Jesús pide tantas veces en los Evangelios? ¿No podemos hacer algo?
Esta parábola nos enseña que hacer nada no es la voluntad de Dios.

Personalmente, he llegado a entender a través de la sabiduría del Espíritu Santo que todas las personas que me rodean, ricas y pobres, son hijos de Dios y que estoy llamado a servir. Me urgen estar en misión en Sudán del Sur, uno de los países más pobres y disfuncionales de la Tierra. Quiero abrir mi puerta a los Lázaros de Sudán del Sur. Quiero reconocer el sufrimiento que me rodea. Quiero tratarlos con dignidad y respeto. Es a través de estas almas que todos recibiremos la salvación.

Los Misioneros Laicos Maryknoll me han ofrecido una oportunidad única de venir a Sudán del Sur. No vine por los ricos ni por los poderosos. Vine por los Lázaros de este país. A través de una profunda reflexión sobre esta parábola, puedo discernir la voluntad de Dios y tal vez no sea demasiado tarde para entrar en el cielo.

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Imagen destacada: Gabe Hurrish, MKLM, habla con Mama Kuron Nadapal sobre las tradiciones en Kuron Peace Village en Sudán del Sur. (Cortesía de los Misioneros Laicos de Maryknoll)

Sobre la autora/or

La Oficina de Asuntos Globales Maryknoll

La Oficina de Asuntos Globales Maryknoll (MOGC por sus siglas en inglés) expresa la posición de Maryknoll en debates sobre políticas públicas, con el propósito de ofrecer educación en temas de paz y justicia social, defender la integridad de la creación y abogar por la justicia social, económica y del medio ambiente. Visita maryknollogc.org

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