Misionera laica Maryknoll en El Salvador promueve la agricultura sostenible y la conciencia ambiental.
Cada año, el Papa Francisco nos pide que celebremos el Tiempo de la Creación desde el 1 de septiembre, la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación, hasta el 4 de octubre, la Fiesta de San Francisco de Asís. El tema de este año es “Escucha la voz de la creación”.
En la parroquia rural de Monte San Juan en el departamento de Cuscatlán, El Salvador, donde sirvo como misionera laica Maryknoll, tratamos de hacer precisamente eso.
El terreno montañoso de Monte San Juan no es muy productivo; sin embargo, los agricultores aquí buscan producir suficiente maíz y frijoles para el sustento de sus familias. Nuestra Pastoral de la Tierra mejora la seguridad alimentaria a través de la diversificación de cultivos y la producción orgánica sostenible.
“Mi familia ha visto los beneficios de reducir los agroquímicos en nuestra finca”, dice Francisca Ventura, quien participa en el programa parroquial desde que comenzó en 2013. “Es más trabajo deshierbar a mano que aplicar herbicidas”, explica Francisca; “pero estamos convencidos de que es más saludable para nosotros y para el medio ambiente”.
Además de convertir parte de su patio en un huerto, Francisca plantó árboles frutales, mejoró sus prácticas avícolas y comenzó a criar cerdos y tilapias. Todo esto contribuye a una mayor seguridad alimentaria para su familia y produce algunos ingresos extras.
Francisca y otros miembros de la Pastoral de la Tierra también investigan prácticas para mitigar los efectos del cambio climático. Eso significa implementar técnicas de conservación del suelo y del agua para una mayor resiliencia bajo patrones de lluvia cambiantes; guardar semillas de plantas resistentes para mejorar la capacidad de los cultivos futuros para resistir tormentas, sequías y plagas; y evitar que los agroquímicos puedan ser perjudiciales para los polinizadores y otros insectos benéficos (así como para los microorganismos del suelo).
Un miembro del grupo ofreció un terreno para poner a prueba estas prácticas. Esto nos ha permitido experimentar, tener éxitos y fracasos, pero especialmente, aprender juntos.
Francisca Ventura, miembro de la Pastoral de la Tierra de Monte San Juan, atiende una camada de lechones. La pastoral la ayudó a diversificar su granja familiar. (Cortesía de Margaret Vámosy/El Salvador)
En misión, acompaño a nuestras hermanas y hermanos a descubrir cómo identificar los problemas y las necesidades; cómo probar soluciones y evaluar resultados. ¡No tengo todas las respuestas! Y ni yo, ni ningún otro asesor técnico estaremos siempre cerca, cuando surjan nuevos problemas.
El empoderamiento es parte de un camino de fe. Cuando nos damos cuenta de nuestra dignidad como hijos de Dios, nos motivamos a vivir de una manera más digna, tomando decisiones por nosotros mismos, comiendo mejor y brindando un futuro sostenible para nuestros hijos.
Mi propio camino comenzó en una granja familiar en el estado de Nueva York. Llamada a combatir el hambre en el mundo, obtuve una educación en las universidades de Cornell y Texas A&M y trabajé en Ecuador, Honduras y en una reserva de indígenas en Arizona. Al unirme a los Misioneros Laicos Maryknoll, serví en Timor Oriental y Camboya antes de llegar a El Salvador en el 2012.
Incluso a mi edad, 64 años, sigo aprendiendo algo nuevo cada día. He diversificado mi huerto orgánico agregando cosas como ¡chaya (árbol espinaca), papa del aire y cúrcuma!
Además de la actividad agrícola también trabajo con la Pastoral de Medio Ambiente de la parroquia. Uno de nuestros primeros proyectos fue instalar pequeños contenedores de recolección de botellas y latas reciclables en las dos iglesias principales y en todas las capillas de las 12 comunidades de la parroquia. Promovemos las tres R: “Reducir, Reutilizar, Reciclar”.
La misionera laica Maryknoll Margaret Vámosy y líderes comunitarios adultos enseñan a los niños del pueblo de San Nicolás a reciclar botellas en 2018. (Cortesía de Margaret Vámosy/El Salvador)
El comité ha progresado en reducir el uso de platos y vasos desechables en los eventos parroquiales. En El Salvador, el material desechable más barato es la espuma de poliestireno que por lo visto nunca se biodegradará. Con el apoyo de nuestro párroco, el Padre Mauricio Saravia, nuestro comité convenció a la parroquia y a la mayoría de las comunidades de las ermitas en las aldeas para que adquirieran vasos y platos de plástico reutilizables para las reuniones. La higiene no es insuperable, pero vencer el apetito por la comodidad a menudo parece serlo.
Pasamos un año leyendo y explicando en sesiones cortas, parte por parte, la encíclica del Papa Francisco Laudato Si’ antes de la Misa dominical. Y seguimos realizando sesiones de formación para líderes comunitarios sobre la importancia del cuidado de la casa común.
Un día del 2018, mientras viajábamos en autobús al pueblo, el miembro de la pastoral Domingo Chávez y yo vimos un letrero de “Terreno en venta”, precisamente donde nace el río San Juan. Durante años, nuestro comité se había preocupado por la disminución de su caudal y el aumento de la contaminación. “¡Imagínese lo que sucederá con el río, si se permite a los urbanizadores construir casas o negocios aquí!”, dijo Domingo, consciente de su importancia para los pobladores como fuente de riego y como un lugar fresco y refrescante para relajarse.
La compra del terreno estaba completamente fuera del alcance del municipio, pero con la ayuda del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN), supimos que nuestra mejor alternativa era crear un plan de manejo para la microcuenca.
Comenzamos a trabajar con los agricultores, líderes de pueblos y personal del gobierno nacional y local. Miembros de la comunidad están aprendiendo a medir la calidad y cantidad del caudal del río para que puedan monitorear esos factores con regularidad. Los técnicos del ministerio quedaron impresionados de que la iniciativa surgiera de la comunidad e invirtieron en un estudio de caso sobre esa labor, algo que esperamos anime a otros grupos parroquiales o comunitarios a tomar acciones en sus propias áreas.
Una técnica del Ministerio de Medio Ambiente de El Salvador, Sol Muñoz, recolecta muestras de agua del río mientras otras personas hacen algunas mediciones. (Cortesía de Margaret Vámosy/El Salvador)
Como una colaboración entre cuatro gobiernos municipales, instituciones nacionales y actores locales, el plan de manejo de la microcuenca solo tendrá éxito si las personas unen fuerzas y trabajan juntas. Si las personas se dan cuenta de que pueden trabajar juntas en un proyecto fluvial, pueden trabajar juntas en muchos otros temas. Más allá de salvar un río, nuestra idea también es intentar empoderar a las personas y ayudarlas a hacerse cargo, y que realmente planifiquen un futuro sostenible.
Cándido Fernández, quien participa en ambas pastorales, dice que espera que el plan de las microcuencas permita que los jóvenes se queden en el campo. Él pregunta: “Si nadie quiere trabajar en la agricultura para producir los alimentos, ¿qué comerán las generaciones del mañana?”
Al escuchar las voces de las familias campesinas y los miembros de la comunidad, aprendemos unos de otros. Al escuchar también a la tierra y al río, crecemos en el respeto por todas las voces de la creación, unidas en un coro que canta la gloria de Dios. Como escribió el Papa Francisco: “Junto con todas las criaturas, caminamos por esta tierra buscando a Dios… Caminemos cantando. Que nuestras luchas y nuestra preocupación por este planeta no nos quiten el gozo de la esperanza” (Laudato Si’, n. 244).
Escenas de la Pastoral de la Tierra y Pastoral del Medio Ambiente de la parroquia Monte San Juan (Cortesía Margaret Vámosy/El Salvador):
1- Margaret Vámosy (centro), Francisca Marroquín y Reina López inspeccionan una siembra de maní orgánico y ajonjolí
2- (De izq. a dcha.) Dorita, Ruvidia, Antonio y Cándido muelen hierbas para sazonar la cúrcuma
3- Margaret Vámosy cava yuca
4- Luís y Nohemí colocan plantas de sésamo/ajonjolí en posición vertical para que se sequen
5- Omar avienta frijol rojo en el campo compartido de la pastoral
6- Domingo Chávez (izq.) y Reinaldo Quezada (derecha.) sostienen copias de Laudato Si’ y el código de derecho ambiental mientras que el ahora difunto párroco, el pPadre Mauricio Saravia, firmaba una carta dirigida al alcalde local en el 2018
7- Un grupo de jóvenes de la parroquia crea un mural en la calle con temática ambiental hecho de sal de colores para el Viernes Santo
Imagen destacada: La misionera laica Maryknoll Margaret Vámosy (centro) y los miembros de la Pastoral de la Tierra, Cándido y Margarita, cosechan maíz orgánico. (Cortesía de Margaret Vámosy/El Salvador)