Reflexión Maryknoll: Nos necesitamos unos a otros

Tiempo de lectura: 4 minutos
Por: La Oficina de Asuntos Globales Maryknoll
Fecha de Publicación: Oct 14, 2022

Por Joanne Miya, MKLM

Domingo, 16 de octubre de 2022
Éxodo 17:8-13; Salmo 121:1-2, 3-4, 5-6, 7-8; 2 Timoteo 3:14-4:2; Lucas 18:1-8

Mientras reflexiona sobre las lecturas del domingo, la misionera laica de Maryknoll, Joanne Miya, comparte anécdotas que ilustran la persistencia, la bondad y la generosidad de las personas que viven con el VIH con las que trabaja en Tanzania.

Aunque no admiro los cuentos de batallas violentas, la primera lectura de hoy contiene una lección que debemos recordar: nos necesitamos unos a otros.

En el libro de Éxodo, se nos dice que durante la batalla de Israel con Amalek, Israel ganó la pelea solo cuando Moisés mantuvo las manos en alto. Pero ningún líder puede liderar solo. Cuando Moisés se cansaba, Aarón y Hur le sujetaban las manos, una a cada lado. Ganaron la batalla.

Dios podría haber usado otra estrategia, pero eligió que la victoria se obtuviera a través de la cooperación y el apoyo. Para aquellos de nosotros que nos enorgullecemos de ser independientes, reconocer que necesitamos ayuda puede ser difícil.

Una cosa que he aprendido durante mi tiempo como misionera laica en Tanzania es que no podemos hacerlo solos. Nos necesitamos el uno al otro.

En el Centro Uzima, un centro de servicios sociales y de salud para personas que viven con el VIH en Tanzania, Gaudensia es miembro de nuestro grupo de apoyo para adolescentes. Cuando su padrastro echó de la casa a la madre de Gaudensia y a los niños, su madre se llevó a los niños más pequeños y huyó al pueblo; pero Gaudensia estaba en su último año de secundaria. Vino a nosotros llorando, sin saber qué hacer.

Estoy segura de que las palabras del salmo de hoy “¿de donde ha de venirme el auxilio?” habría resonado con Gaudensia. A solo unos meses de graduarse, temía tener que abandonar la escuela. Había enfrentado dificultades antes, pero esto era más de lo que podía manejar.

Recordé que Gaudensia tenía una amiga, Dorothea, que había estado viviendo con su abuela, Martha, que es una de nuestras clientas seropositivas. Dorothea se había mudado recientemente. ¿Estaría Martha dispuesta a acoger a Gaudensia? Resulta que ella estaba más que dispuesta a ayudar.

Gaudensia ahora tiene un lugar seguro para vivir, y Martha tiene a alguien que la ayude. Es una situación donde ambas ganan.

Martha explicó que esta no es la primera vez que acoge a una joven que no tiene dónde quedarse. El “sí” de Marta fue la manera de Dios de cuidar a Gaudensia.
No siempre es fácil creer que “el Señor te guardará en los peligros y cuidará tu vida; protegerá tus ires y venires, ahora y para siempre”. Pero el plan de Dios para satisfacer nuestras necesidades requiere la participación de otras personas. Al igual que Martha, debemos decir “sí” a quienes necesitan nuestro apoyo. Santa Teresa de Calcuta dijo: “Si no tenemos paz, es porque nos hemos olvidado de que nos pertenecemos unos a otros”.

Tanto la segunda lectura como el evangelio se enfocan en la importancia de ser persistente. Me ha impresionado la persistencia de algunos de los jóvenes con los que trabajo. Se enfrentan a desafíos interminables y, sin embargo, como en la historia de la viuda que trata con el juez injusto, rendirse simplemente no es una opción.

Recuerdo a un niño llamado Adam. Cuando aún estaba en la escuela primaria, su madre murió. La abuela de Adam asumió la responsabilidad de criar a Adam y sus cuatro hermanos. Decidido a convertirse algún día en médico, el niño siempre firmaba con su nombre “el futuro Dr. Adam”. Logró ingresar a la escuela secundaria, pero la escuela no tenía maestros de física y química. Lo ayudamos a comprar libros de texto y se dispuso a aprender por sí mismo.

Dios siempre abre un camino, pero Dios nunca promete que será fácil. Adán perseveró. Me complace compartir que logró terminar la facultad de medicina y es oficialmente “Dr. Adán.”

He visto una y otra vez que el primer paso para el éxito es creer que es posible. Debemos confiar en que nuestro Dios es un Dios fiel que no nos abandonará. Dios puede abrir un camino y lo hará, pero ese “camino” casi siempre involucra a otras personas. Aarón y Hur estuvieron allí para Moisés cuando se debilitó. Martha estuvo allí para Gaudensia cuando no tenía hogar. Mantengamos nuestros corazones abiertos a cómo nosotros también podemos ser ese “camino” para los demás.

Joanne Miya se unió a los Misioneros Laicos de Maryknoll en 1983. Es directora del Centro Uzima en Mwanza, Tanzania, cuya misión es brindar esperanza, atención médica y educación a adultos y niños que viven con el VIH.

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Imagen destacada: Gaudensia e Irene comparten sus pensamientos en una reunión del grupo de adolescentes en el Centro Uzima, Tanzania. (Foto cortesía de los Misioneros Laicos Maryknoll.)

Sobre la autora/or

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