Cardenal salvadoreño recuerda en libro momentos duros de su episcopado, Romero

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Por: Servicio Católico de Noticias (CNS)
Fecha de Publicación: Dic 29, 2022

Por Rhina Guidos, Catholic News Service

SAN SALVADOR, El Salvador (CNS) — En un relato de sus cinco décadas en la iglesia salvadoreña, el primer cardenal del país habla de calumnias contra el salvadoreño San Óscar Romero, pero también de sus propias experiencias, incluyendo una con un obispo que dijo, en notas a un embajador del Vaticano, en la que le indicaba al nuncio que “ni se le ocurriera darme una diócesis”.

El cardenal salvadoreño Gregorio Rosa Chávez ha tenido un motivo tras otro para desanimarse en sus 52 años como parte del clero católico, pero si hay algo que queda ha quedado claro en ese tiempo es que “Dios escribe con renglones torcidos”, como escribe el prelado. Ese podría haber sido fácilmente el título de una entrevista larga convertida en un libro por el padre Ariel Beramendi, un sacerdote boliviano que reside en Roma y trabaja en comunicaciones en español en el Vaticano. Fue él quien convirtió una serie de preguntas y respuestas grabadas del cardenal en “Conversaciones con el Cardenal Rosa Chávez”, publicado en El Salvador a fines de noviembre y disponible a través de Kindle en Estados Unidos.

En él, aparece un panorama amplio, pero no cronológico, de la vida del cardenal salvadoreño, ahora de 80 años y recién retirado tras 40 años como obispo auxiliar de San Salvador, y sus encuentros con los mártires de la patria: San Óscar Romero, con quien trabajó, así como el recientemente beatificado padre jesuita Rutilio Grande. Esa fue una época de creciente violencia y persecución contra los miembros de la Iglesia Católica que defendían a los pobres y luchaban en contra de la injusticia.

El cardenal Rosa Chávez no solo describe cómo vivió la noche del “martirio rojo” — el 24 de marzo de 1980 cuando sucedió el asesinato de San Romero, su arzobispo — sino también el “martirio blanco” del santo, una campaña de calumnias contra el futuro santo desde adentro de la Iglesia.

“Vi a monseñor Romero en una camilla de lámina con sus ornamentos sacerdotales morados, sin vida, con el rostro sereno . . . al salir a la calle, escuché la pólvora festiva en las zonas ricas de la ciudad…me enteré después que algunos llegaron a decir ‘Por fin, mataron al comunista'”, relata.

Frente a ese drama, el cardenal casi esconde su propio mar de aguas turbulentas eclesiásticas, incluso con un español que ascendió en 1995 al puesto de arzobispo salvadoreño que había ocupado San Romero.

“Ustedes son personas adultas. Tienen pensamiento propio. No sean minusválidos. Salgan de la de las faldas de la iglesia”, dice el cardenal que dijo el arzobispo Fernando Sáenz Lacalle en una de sus primeras interacciones con la prensa después de su instalación como arzobispo de San Salvador en 1995.

Las respuestas del cardenal, directas pero con serenidad, apuntan a no perder nunca la esperanza, ni guardar rencor en medio de la turbulencia: la guerra, ataques ideológicos, calumnias. Dijo que estaba en paz que San Romero muriera con “gracia”, ya que estaba participando en la Eucaristía cuando lo mataron.

Cuando el arzobispo Lacalle, quien murió a principios de este año, le dijo que dejara su residencia, un cuarto en la casa del arzobispo, y lo asignó para ser el pastor de una iglesia en las afueras de la capital de San Salvador — aunque era en ese entonces el obispo auxiliar de dicha ciudad — el cardenal ve ese momento como una bendición. Le permitió acercarse más a los pobres, expresó, pero también menciona que otros hermanos obispos vieron la medida como un castigo y un “exilio”.

Desde esa parroquia, donde aún vive, el cardenal Rosa Chávez manifestó a Catholic News Service en una entrevista el 16 de diciembre que decidió colaborar con el padre Beramendi debido a “una gran preocupación de que no he escrito nada sobre mi experiencia como obispo”. Dijo que cree que algunas cosas deben quedar escritas porque a veces hay confusión e incluso intentos de borrar u ofrecer una versión diferente de lo que sucedió durante un momento importante en la vida de la Iglesia Católica en El Salvador.

“Quería que quedara constancia de eso”, sostuvo el cardenal Rosa Chávez, quien estudió comunicaciones en la Universidad de Lovaina en Bélgica y, durante décadas, dirigió el área de comunicaciones de la iglesia en la arquidiócesis. Dijo que quería un registro claro sobre lo que sucedió en cuanto a la conversión de San Romero, su asesinato y el del padre Grande, el papel de la Iglesia Católica en los acuerdos de paz de El Salvador, a cuyas reuniones asistió, así como su estrecha relación con el sucesor inmediato de San Romero, el arzobispo Arturo Rivera Damas.

El libro revive momentos difíciles en la iglesia, que reflejaba la sociedad salvadoreña, incluso en temas de polarización política, que irrumpió en la institución. También presenta la humilde crianza del prelado como hijo de un comerciante, cuyo sueño de ser sacerdote fue realizado a través de su hijo.

También cuenta que encontró una nota, mientras revisaba documentos antes de una visita de San Juan Pablo II a El Salvador, en la que un obispo español, quien ya falleció, le dice al nuncio que no lo asigne como cabeza de una diócesis.

“Me saludaba amablemente”, cuando se encontraban en Roma, dijo, “Nunca se habría imaginado que yo habría leído su nota. Me parce que lo hizo con honestidad porque me veía como un obispo peligroso, revolucionario, no apto para dirigir una diócesis”.

Pero el libro se enraíza en la experiencia del cardenal con de San Romero, de quienes lo influenciaron y se mantuvieron leales a él y a su figura de profeta, y de quienes dentro de la iglesia tacharon al santo de comunista.

“Por 20 años, Roma estaba totalmente desinformada sobre el tema de Romero”, incluso por algunos en el gobierno salvadoreño que nunca tuvieron nada bueno que decir sobre él, dijo el cardenal.

Dijo que está contento con el libro, porque pone aclara asuntos que necesitan claridad, pero espera trabajar en algo más profundo.

“Esta es como una especie de aperitivo”, acotó.

Imagen destacada: El cardenal salvadoreño Gregorio Rosa Chávez celebra la Misa de beatificación del padre jesuita Rutilio Grande, el padre franciscano Cosme Spessotto, Nelson Rutilio Lemus y Manuel Solórzano en San Salvador el 22 de enero de 2022. En un sincero relato de sus cinco décadas en la iglesia salvadoreña, país del cardenal, habla de calumnias contra San Óscar Romero de El Salvador, pero también de desaires contra él por parte de otros prelados. (Foto CNS/Octavio Durán)

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