Por Cindy Wooden, Catholic News Service
La visita del Papa Francisco al Congo y su peregrinaje ecuménico a Sudán del Sur pusieron un rostro, en realidad, miles de rostros, al horror de la guerra.
Pero él también parecía energizado por el entusiasmo de la multitud en Kinshasa, Congo, del 31 de enero al 3 de febrero y animado por viajar a Juba, Sudán del Sur, del 3 al 5 de febrero con el Arzobispo Anglicano Justin Welby de Canterbury y el Reverendo Iain Greenshields, moderador de la Iglesia Presbiteriana de Escocia.
El Arzobispo Welby, junto con el Papa y el Reverendo Greenshields en una conferencia de prensa en el vuelo de regreso a Roma, usó la palabra “milagro” para describir el que las tres iglesias hayan logrado realizar un retiro para los líderes en disputa de Sudán del Sur en el Vaticano en 2019.
Pero ninguno de los tres parecía seguro esta vez de que sus palabras y gestos cambiaran algo para el presidente de Sudán del Sur, Salva Kiir, un exguerrero y todavía una figura imponente y autoritaria a los 71 años, o para los cinco vicepresidentes que se supone que comparten el gobierno con él.
Sin embargo, Kiir sí anunció durante el viaje que su gobierno volvería a la mesa de negociaciones con cinco grupos que no firmaron un acuerdo de paz de 2018. Kiir se había retirado de las conversaciones en noviembre.
En ausencia de la paz y con pocas posibilidades de regresar a sus hogares, unos 2,000 desplazados internos que viven en campamentos que salpican Sudán del Sur tuvieron su propia reunión con los tres líderes religiosos el 4 de febrero. Pudieron compartir sus historias y sus sueños y hacerlo en presencia de un cuerpo de prensa internacional.
En el vuelo de regreso a Roma el 5 de febrero, el Arzobispo Welby dijo que con la pandemia de COVID-19 hubo “una pérdida de impulso en el proceso de paz”, aunque el viaje mostró claramente que la gente está desesperada por la paz después de casi 10 años de conflictos violentos.
“Lo que ahora necesitamos es un cambio serio de corazón por parte de los líderes. Tienen que aceptar un proceso que conduzca a una transición pacífica del poder. Se les ha dicho esto públicamente. Se lo hemos dicho a ellos”, dijo el arzobispo. “Tiene que haber un fin a la corrupción y al contrabando de armas y a la acumulación de grandes cantidades de armas”.
El Papa Francisco estuvo de acuerdo y dijo que el comercio de armas “es la peste más grande del mundo”, provocando enfrentamientos violentos entre las personas para que las empresas entren y exploten sus tierras y sus recursos.
En una reunión con los líderes políticos de Sudán del Sur en el palacio presidencial en Juba el 3 de febrero, el Papa Francisco fue directo al grano: “Se necesitan muchas cosas aquí, ¡pero seguramente no más instrumentos de muerte!”
Si bien el moderador y el arzobispo no se unieron al Papa Francisco en la parte del viaje del Congo, ellos y sus iglesias están al tanto de los desafíos que enfrentan los congoleños, la destrucción y la corrupción que acompañan a la extracción de su riqueza mineral y la violencia grotesca que continúa en la región oriental del país.
En la parte más emotiva de su viaje, el Papa Francisco se enfrentó cara a cara con los resultados de esa violencia, bendiciendo a una joven y a las mellizas que fueron concebidas cuando ella fue violada repetidamente como rehén de las milicias, y acunando suavemente el muñón del brazo de otra mujer a la que le habían cortado las manos.
El Padre Maryknoll Michael Bassano, que trabaja en Malakal, Sudán del Sur, asiste a la reunión del Papa Francisco con desplazados internos en Freedom Hall en Juba, Sudán del Sur, el 4 de febrero de 2023. (Foto CNS/Paul Haring)
Si bien hubo víctimas masculinas presentes en esa reunión en Kinshasa el 1 de febrero (un sacerdote al que le cortaron un dedo y niños que habían visto cómo mataban a machetazos a sus familiares), en el Congo y en Sudán del Sur estaba claro que la violencia, la pobreza y la falta de educación, atención médica y oportunidades no solo pesan sobre las mujeres de las naciones, sino casi llegan a aplastarlas.
En presencia de víctimas congoleñas, el Papa Francisco dijo: “Rezo para que las mujeres, todas las mujeres, sean respetadas, protegidas y estimadas”, dijo. “La violencia contra las mujeres y las madres es violencia contra el mismo Dios, que, de una mujer, de una madre, asumió nuestra condición humana”.
Tres días después, en el encuentro con las personas que viven en los campamentos de desplazados, el Papa Francisco dijo que “Las madres, las mujeres son la clave para transformar el país. Si reciben las oportunidades adecuadas, por medio de su laboriosidad y su actitud de proteger la vida, tendrán la capacidad de cambiar el rostro de Sudán del Sur y de proporcionarle un desarrollo sereno y cohesionado”.
“Les ruego, ruego a todos los habitantes de estas tierras: que la mujer sea protegida, respetada, valorada y honrada”, dijo. “Por favor, protejan, respeten, valoren y honren a cada mujer, niña, adolescente, joven, adulta, madre, abuela. Si no, no habrá futuro”.
Esa noche, en un servicio de oración ecuménico con el Papa y el Reverendo Greenshields, el Arzobispo Welby fue aún más contundente. Tenía un mensaje para los hombres jóvenes de Sudán del Sur: “Valoren y honren a las mujeres, sin violentarlas nunca, sin ser violentos, sin ser crueles, sin utilizarlas como si sólo estuvieran ahí para satisfacer el deseo”.
“Cuando somos uno, valoramos y honramos a las mujeres”, dijo el Arzobispo Welby.
La mayoría de la población tanto en el Congo como en Sudán del Sur tiene menos de 30 años y, con la violencia y la pobreza en esos países, conseguir una educación y un trabajo decente está fuera del alcance de muchos de ellos. Pero para las niñas y las mujeres, es aún más difícil.
“Las mentes jóvenes brillantes y buenas merecen la oportunidad de desarrollarse”, dijo el Reverendo Greenshields a los periodistas en el vuelo de regreso a Roma. “Ahora, según mi propia experiencia en otras partes del mundo, las mentes femeninas jóvenes y brillantes merecen el derecho a las mismas oportunidades que cualquier otra persona en cualquier país, pero especialmente en los países en desarrollo”.
“Ese sería mi alegato: los derechos de las mujeres, y de las jóvenes en particular, tienen que ser reconocidos como primordiales”, dijo.
Imagen destacada: El Papa Francisco entrega un rosario a Bijoux Mukumbi Kamala, quien fue retenida por rebeldes y violada repetidamente. Con sus hijas gemelas y su amiga Legge Kissa Catarina asistió a la reunión del Papa Francisco con las víctimas de la violencia del este del Congo en la nunciatura apostólica en Kinshasa el 1 de febrero de 2023. (Foto CNS/Vatican Media)
