Por Dan Moriarty
Domingo, 7 de enero del 2024
Is 60, 1-6 | Ef 3, 2-3a. 5-6 | Mt 2, 1-12
Hoy, en la celebración de la Epifanía, leemos la historia de los tres Reyes Magos del Evangelio de San Mateo. El Evangelio los llama magos o sabios. No nos dice que eran reyes o cuántos de ellos había. Mucho de lo que sabemos de los magos viene, no de la Biblia, sino de una antigua tradición oral cristiana. De esta tradición, así como de la importancia que las autoridades en Jerusalén otorgaron a su visita y por el tipo de regalos que trajeron consigo — regalos dignos de un rey — se entiende que eran visitantes poderosos y adinerados.
Hay elementos de la visita de los Reyes Magos que plasman la experiencia misionera. Viajamos a tierras extranjeras, quizás con regalos o recursos para compartir; hombres sabios guiados por nuestra fe, haciendo camino hacia los marginados. Y es ahí, en los márgenes, donde encontramos a Cristo de maneras inesperadas.
Muchos han visto las imágenes en las semanas recientes del niño entre escombros: un pesebre en donde el niño Jesús yace entre el polvo de rocas y ladrillos, evocando la destrucción masiva que se está llevando a cabo en Gaza, no muy lejos de Belén. Así como los magos se debieron haber sorprendido al encontrar al “Rey de los Judíos” en un establo lleno de animales, el cual tuvo por primeros visitantes a recios pastores de los campos alrededor, así nos sorprenden y nos conmueven las condiciones en las que Cristo nace hoy: entre los escombros de Palestina; en el camino de una familia de migrantes buscando refugio en la frontera entre Estados Unidos y México, amenazados por ladrones o agentes armados; o rodeados por el frío metal y el cemento de las paredes de una prisión para mujeres.
Usualmente asociamos la palabra “conversión” con misión. Pensamos que los misioneros extranjeros buscan convertir a otros a su religión. Imaginamos el proselitismo. Pero los Reyes Magos dan otro ejemplo. Son ellos que se convierten a un nuevo entendimiento. No sabemos qué hicieron María y José con el oro, incienso y mirra que recibieron como regalo. A menudo, los regalos que los misioneros traemos, las maneras en que planeamos ayudar, lo que asumimos que otros puedan necesitar resultan ser lo equivocado. Junto a las comunidades que nos reciben es como descubrimos nuestro rol y desarrollamos nuevas maneras de vivir el Evangelio — de evangelizar — en relación con otros.
Cuando los misioneros Maryknoll hablan de conversión, usualmente se refieren a su propia experiencia misionera. Es a través de nuestros encuentros con otros que nos convertimos a nuevas maneras de entender a Dios y nuestra relación con Dios y su creación.
Los Reyes Magos traen regalos concedidos a la realeza. Se dirigen primero hacia Jerusalén, sede del poder, y conversan con Herodes. Al volver a casa toman otra ruta. Se nos dice que los Reyes Magos se encuentran con María en Belén; la misma María que en cuanto supo que estaba en cinta dijo: “Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón. Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías”.
Al postrarse ante el humilde recién nacido, los Reyes Magos reciben una nueva sabiduría. Entienden que Herodes, quien había dicho que también quería homenajear al niño Jesús, tiene otros motivos en realidad. Estos dignatarios extranjeros aprenden — entre ovejas y burros, a través de su cercanía a este niño vulnerable — a reconocer a Dios de maneras inesperadas. Al final, incluso inspiran un acto de desobediencia civil: ignoran el mandato de Herodes de decirle en dónde está el niño y se marchan de la ciudad por otra ruta.
A veces como los misioneros encontramos a Cristo en los pobres, en las periferias que existen en nuestro mundo, también nos inspiramos para desafiar la autoridad del mundo, para hacerle frente al poder con la verdad, dejando que la voz profética de la gente que hemos conocido hable a través de nosotros.
Una de las maneras en que Maryknoll hace esto en Washington D.C. y en las Naciones Unidas en Nueva York, es a través de la Oficina de Asuntos Globales Maryknoll. Los pobres nos han ayudado a entender como las políticas de líderes poderosos en Estados Unidos también tienen un impacto violento y devastador para la gente que estos líderes ignoran. Hacemos esto a través del diálogo con legisladores, compartiendo las historias de los encuentros misioneros y explicando como ciertas políticas afectan a comunidades. Incluso nosotros, ocasionalmente, también nos vemos llamados a participar en demostraciones e incluso a participar en desobediencia civil. Al llevar nuestros regalos al extranjero y al experimentar la conversión al encontrar a Cristo en los márgenes, regresamos a casa por una ruta diferente.
Dan Moriarty, de Nueva York, es oficial superior del Programa de paz y no violencia con la Oficina de Asuntos Globales Maryknoll. Moriarty fue misionero laico Maryknoll de 1995 al 2000 en Bolivia, donde trabajó con la juventud Aymara y sirvió como coordinador nacional del ministerio en prisión. Tiene una maestría del Instituto Kroc de la Universidad de Notre Dame en Estudios Internacionales para la Paz.
Para leer otras reflexiones bíblicas publicadas por la Oficina de Asuntos Globales Maryknoll, haga clic aquí.
Imagen destacada: La adoración de Los Reyes Magos se retrata en un vitral en la parroquia de la Sagrada Familia en la sección de Fresh Meadows en Queens, Nueva York. La fiesta de la Epifanía del Señor, también conocida como el Día de los Reyes Magos, se celebrará el 7 de enero del 2024 (OSV News/Gregory A. Shemitz)