Reflexión Maryknoll: Una confianza suplicante

Tiempo de lectura: 4 minutos
Por: La Oficina de Asuntos Globales Maryknoll
Fecha de Publicación: Feb 9, 2024

Por Frank Breen, M.M.  

Sexto domingo ordinario 

Domingo, 11 de febrero del 2024
Lv 13, 1-2. 44-46 | 1 Cor 10, 31–11, 1 | Mc 1, 40-45  

La lectura de Levítico y del Evangelio de San Marcos nos muestra cómo la lepra era vista en la antigüedad. La condición se conoce en la actualidad como la enfermedad de Hansen y se refiere a una situación específica en la que la evolución de una enfermedad se traduce en la pérdida de extremidades (dedos e incluso miembros). Sin embargo, las palabras tsara’ath en hebreo y lepra en griego se refieren a varias enfermedades genéricas de la piel, agrupadas de manera acientífica bajo una sola palabra. Por ejemplo, Miriam en el libro de Números, capítulo 12, probablemente tenía la enfermedad de Hansen, pero Naamán, en el segundo libro de Reyes, capítulo 5, probablemente no.  

En el Evangelio de esta semana no se describe a la lepra. De hecho, a aquel que la padece le preocupa más no estar “limpio” que los mismos síntomas. Es probable que la comunidad judía en el siglo I se preocupara más por la contaminación (es decir, no estar limpios) que la enfermedad física en sí. Dios es sagrado, así que la comunidad de Dios debe ser sagrada y reflejar la plenitud, perfección y pureza de Dios.  

John J. Pilch explica en el Diccionario de los Nuevos Interpretes de la Biblia: “Los miembros de esta comunidad sagrada son personalidades colectivistas, en contraste con las personalidades individualistas de las sociedades modernas. Las personalidades colectivistas derivan su identidad del grupo más que de su estatus o logros individuales. Su responsabilidad primordial es con otros miembros del grupo. Todos están comprometidos con el desarrollo del grupo y voluntariamente someten sus preferencias personales a la voluntad del grupo. La condición de la piel constituye una suciedad o impureza que amenaza la pureza o santidad de la comunidad.”  

El destierro o el ostracismo debía ser traumático para el individuo. De ahí el deseo del leproso de estar “limpio.”  

La antropóloga británica Mary Douglas explica aún más: “Dios puso todo en su lugar durante la creación. Todas las desviaciones del orden primario de Dios son consideradas anomalías. Dios demarcó límites durante la creación para ordenar el caos.” Cuando las comidas, animales, prácticas sexuales o enfermedades cruzan los límites y terminan donde no deben estar, el resultado es la impureza. Así como la tierra pertenece en un jardín y no en una casa, en Levítico, ropas y casas se contaminan con la lepra y deben destruirse para proteger a la comunidad. 

Cuando Jesús toca al leproso en el Evangelio de San Marcos, él cruza esos límites y admite a los “impuros” en la comunidad. Cuando los mensajeros de Juan el Bautista cuestionan a Jesús, él contesta: “Vayan a contar a Juan lo que han visto y oído: los ciegos ven, los paralíticos caminan, los leprosos son purificados y los sordos oyen, los muertos resucitan, la Buena Noticia es anunciada a los pobres. ¡Y feliz aquel para quien yo no sea motivo de escándalo!” Jesús directamente se enfrenta a ese código de santidad del Antiguo Testamento que ha condenado al destierro a tantos miembros de la comunidad. Jesús incorporó a los excluidos, pecadores y a los impuros en su nueva comunidad.  

Quizás este ejemplo también sirva para ilustrar la controversia actual acerca de hasta qué punto se debe admitir a las personas homosexuales en la comunidad de la Iglesia. Hay obispos africanos que han reaccionado con vehemencia al documento del Vaticano “Fiducia Supplicans” que permite a sacerdotes la posibilidad de dar bendiciones pastorales a parejas en situaciones irregulares, incluso a parejas del mismo sexo. Algunos obispos afirman que la homosexualidad nunca ha existido en el África subsahariana, aunque no tienen evidencia para sustentar tal afirmación. En contraste, un obispo de Ghana ha dicho que siempre hubo algunos hombres en la sociedad con comportamientos femeninos.  

Las sociedades del África subsahariana pueden ser colectivistas; el grupo o la nación toma precedencia sobre el individuo. El dicho africano “Somos, por lo tanto, soy” indica esta disposición. Otra indicación es la palabra suajili uhuru que significa “independencia” pero también se puede traducir como “libertad” y que se refiere a la independencia nacional de los poderes coloniales.  

En naciones recién independizadas, la palabra no se refiere a la libertad personal, como la entendemos en sociedades occidentales.  

Los países del este de África no tienen una declaración de derechos donde se consagren los derechos básicos. Además, sus líderes, usualmente patriarcales, ayudan a ejercer normas culturales que nadie debe violar. Puede que los obispos del África subsahariana reflejen tanto esta mentalidad colectivista como la oposición a ciertas prácticas sexuales, ya que las sociedades africanas no se oponen a la poligamia ni al levirato. Puede que muchos líderes católicos duden que el celibato dentro del sacerdocio sea una virtud, si no un requisito contracultura de dudoso valor.  

Así como mucha gente de Galilea no aceptó la práctica de Jesús de dar la bienvenida a los excluidos e incluso de tocar a los leprosos, muchas iglesias hoy están divididas en lo que concierne a la inclusión de miembros del colectivo LGTB en la comunidad, e incluso si aquellos que están en uniones homosexuales puedan ser líderes en la Iglesia.  

La directiva del Papa Francisco demuestra que él cree que la inclusión total de todas las personas en la Iglesia debe ser nuestro ideal y nuestra meta.  

El Padre Maryknoll Frank Breen, de Boston, Massachussets, sirvió en Kenia por casi 30 años, donde también sirvió como corresponsal para Maryknoll Magazine. Actualmente es coordinador de paz y justicia en la sociedad para la Oficina de Asuntos Globales Maryknoll.  

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Imagen destacada: Pintura ‘Diez leprosos’ de Bill Hoover, 2013. (Con autorización del artista). 

 

Sobre la autora/or

La Oficina de Asuntos Globales Maryknoll

La Oficina de Asuntos Globales Maryknoll (MOGC por sus siglas en inglés) expresa la posición de Maryknoll en debates sobre políticas públicas, con el propósito de ofrecer educación en temas de paz y justicia social, defender la integridad de la creación y abogar por la justicia social, económica y del medio ambiente. Visita maryknollogc.org

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