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Laudate Deum
Por Joseph R. Veneroso, M.M.

Que todo aquello que ha sido, es y siempre será
Alabe a Dios, de quien brota toda la creación
Como miles de millones de galaxias y colibríes
Como cisnes, planetas, ciempiés y estrellas
Lo visible y lo invisible como
Medusas, quásares, campos magnéticos y gravedad
Microbios, moléculas, caléndulas y manatíes
Arco iris y filas de arrozales inundados
Alabado sea Dios.

Que todo aquello que crece y muere, come y juega
Se reproduce y se marchita, nada y vuela
Alabe a Dios, de quien fluye todo movimiento
Como arroyos y ríos que borbotean
Majestuosos de ver, aguas mojadas y maravillosas
Brisas suaves, huracanes de nombres mixtos
Terremotos y glaciares derritiéndose
Volcanes, cañones, desiertos y el polvo
Del que Dios nos creó.
Alabado sea Dios.

Que todo aquello que pide prestado su aliento y tiempo
Del eterno, del más Misericordioso
Alabe a Dios, por quien toda la vida evoluciona y
En quien vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser
Los gorilas, no menos que los saltamontes
Las cobras, tanto como las orugas
Demostrando que la muerte se transforma
En gloriosa resurrección
Y sólo esto debería inspirarnos a todos a
Alabar a Dios

Súmense a nosotros, valles y espacios vacíos
Que se abren para montañas y notas musicales
Y sin los cuales el caos y la cacofonía
Sin duda triunfarían sobre la belleza y la verdad
Si no fuera por el silencio sagrado que produce
La gracia en los cerebros humanos para
Que se maravillen mirando todo lo que es y fue
Soñando con lo que aún puede ser
Que ve, prueba, escucha y toca
A Dios y susurra un rotundo “Amén.”