Me llamo Sandro Aldo Paiva Crispin y tengo 44 años. Soy un voluntario Maryknoll en Cochabamba, Bolivia. Sirvo en el museo del centro de los Padres y Hermanos Maryknoll, donde compartimos nuestra colección de fotos, publicaciones y objetos históricos relacionados con Maryknoll en Latinoamérica. Este legado es una riqueza para compartir con todos.
Nací en Villa Karajara-Huanuni, una comunidad campesina. Crecí con mis abuelos porque mis padres trabajaban en las minas. Tengo un acento cuando hablo español porque mi lengua nativa es el quechua y mi segunda lengua es el aimara.
Mis abuelos tenían la sabiduría de que todas las cosas vivas — plantas, animales, incluso las montañas — se comunican con nosotros. Todo está conectado, desde nuestra fe a nuestra acción social e incluso nuestros sueños.
Con la ayuda de la Iglesia Católica, a los 8 años fui a vivir al Hogar Arco Iris. Es un hogar donde niños de áreas rurales pueden vivir para asistir a clases en Cochabamba. Aprendí el español, pero jamás olvidé la sabiduría de mis abuelos.
A los 15 años regresé a vivir con mis padres en Huanuni, Oruro. La mayoría de las familias ahí trabajan en las minas y había un gran movimiento de Acción Católica para la juventud de las familias mineras. Protestábamos en contra de las injusticias que vivíamos, tal como la contaminación de la naturaleza durante el proceso de extracción.
Dos años después volví a Cochabamba a terminar mis estudios de bachillerato y ahí me entró la inquietud de profundizar mi fe católica. Pasé cinco años en formación para el sacerdocio, incluyendo hacer trabajo pastoral en Paraguay por un año. Fue allí que discerní mi llamado como laico.
Cuando volví a Cochabamba, el arzobispo me invitó a ser secretario ejecutivo de la comisión de misiones. Recorría 74 parroquias y cuatro cuasi parroquias (iglesias misioneras) para animar a los feligreses a involucrarse en la misión. Maryknoll siempre ha colaborado con los misioneros en Bolivia y entendí que teníamos el mismo objetivo.
Entonces participé en un programa de formación en el Centro Misionero Maryknoll en América Latina (CMMAL) en Cochabamba y conocí a Maryknoll aún más.
En el 2015 el Padre Maryknoll Stephen Judd me invitó a apoyar a CMMAL y dos años después me uní al personal administrativo.
Ser parte de Maryknoll implica estar ahí en las buenas y las malas. Con la pandemia del COVID-19, el proyecto CMMAL ya no era viable. Después de 55 años de servicio, cerró sus puertas en el 2020.
Pero sólo un proyecto cerró, porque Maryknoll continúa en Cochabamba.
Con el liderazgo del Padre Maryknoll Alejandro Marina y la ayuda de organizaciones asociadas, la propiedad es una vez más un lugar de aprendizaje y encuentro. En noviembre organizamos un retiro vocacional para hablar con los jóvenes acerca de la misión y de las diferentes vocaciones dentro del movimiento Maryknoll. Me siento en casa en esta familia.
Los sueños de nuestros fundadores viven. Cuando China y otros países del este no les permitieron la entrada durante la Segunda Guerra Mundial, ellos buscaron nuevos sitios para servir en misión. Vinieron a Riberalta, Bolivia, y de ahí a otros países latinoamericanos. Nunca se han quedado quietos.
Las tres estaciones de radio que Maryknoll creó en Bolivia aún siguen al aire. La escuela establecida por las Hermanas Maryknoll, ahora independiente, continúa funcionando.
Mi familia — yo, mi esposa Carmen y nuestros hijos, Jesús Andrés, 8, y Martín Adrián, 3 — pertenecemos a una de las parroquias que Maryknoll fundó en Cochabamba, Santa Ana de Cala Cala.
En el 2021, terminé mi licenciatura en Filosofía y Letras de la Universidad Católica Boliviana. Mi tesis de investigación Un naturalismo andino fue publicada en un libro por la casa editorial de la misma universidad. Actualmente trabajo como profesor en varios ámbitos. Tanto en mi trabajo como mi rol de voluntario Maryknoll, enseño valores a las nuevas generaciones.
Hay una conexión entre los sueños que se cumplen y los que no… y los sueños por venir.
Mi propósito en el museo es preservar y perpetuar la memoria histórica de Maryknoll en Bolivia y más allá. Es dejarles el legado de Maryknoll a los demás y también la vigencia de su trabajo. Este legado da vida.
Imagen destacada: Sandro Paiva enseña su libro Un naturalismo andino acerca de la sabiduría indígena de los Andes en el museo Maryknoll en Cochabamba, Bolivia, donde sirve como voluntario. (Adam Mitchell/Bolivia)