Por Rebecca Nyaki, M.M.
Domingo 6 de octubre del 2024
Gn 2, 18-24 | Heb 2, 8-11 | Mc 10, 2-16
Vengan y vean a la justicia crecer, iluminar y expandirse.
¡Vengan! El dominio de Dios está a nuestro alcance.
Recuerdo esperar ansiosamente el regreso de mi madre del mercado cuando era niña para que me trajera una golosina. Ella nos traía rosquillas, nueces o dulces que eran regalos apropiados tanto por su escasez como por sus lecciones sobre compartir.
En el proceso de selección, el hijo mayor dividía cada golosina y se la daba al más joven y a los demás según la costumbre establecida. A veces parecía injusto que el hijo mayor tuviera derecho a seleccionar primero. Sin embargo, este práctico ritual fomentaba una percepción de igualdad y justicia.
Quiero articular dos temas importantes de las lecturas de esta semana: El valor de las mujeres y los niños y la justicia como una manifestación del Reino de Dios. Durante la era de Jesús, la sociedad no reconoció las contribuciones de las mujeres. Las mujeres estaban casi siempre ausentes y eran consideradas una posesión más del hombre. Jesús advierte a los fariseos que las mujeres poseen derechos iguales en todos los ámbitos, incluyendo el divorcio.
Jesús reprimenda a los fariseos y declara que, para entrar al Reino de Dios, deben primero comprender la vida y el universo a través de la perspectiva de los oprimidos. Los oprimidos son las mujeres, los niños, las personas esclavizadas y las personas con limitaciones físicas.
Las comunidades antes veían a los niños como subordinados e insignificantes. Sin embargo, en los ojos de Dios, los niños encarnan la inocencia, la vulnerabilidad y el valor. Los fariseos veían a las mujeres y a los niños como propiedad. Jesús critica la disposición de los fariseos hacia los niños que reflejaba las normas sociales que prevalecían entonces.
Esto también aplica a los marginados, los ciegos y los discapacitados. Este grupo entero residía en la periferia de la civilización. Los estándares sociales generalmente los ignoran y tratan con desdén y los perciben como inferiores, lo que lleva a su marginación.
En las lecturas de esta semana, observamos que Jesús trabaja para desmantelar ideologías filosóficas y culturales que trataban a otros como infrahumanos. Nuestra fe cristiana nos exige que enaltezcamos los principios de respeto y dignidad de las mujeres y niños, tal como Jesús lo hace. Jesús nos invita a nosotros, la audiencia, a contemplar la complejidad de la naturaleza de la justicia en relación a la soberanía de Dios.
Jesús argumentó que es esencial ver la soberanía de Dios desde la perspectiva de los oprimidos, quienes usualmente no tienen a capacidad de articular sus deseos más profundos. Las lecturas de esta semana abogan por otorgarles voz y representación a los marginados, además de la autoridad y la capacidad de cumplir la promesa de soberanía divina en la Tierra.
El concepto de igualdad es profundamente importante para mí y por eso lo percibo en todas mis acciones. Desde el acto básico de compartir una tajada de pan o una rosquilla hasta mis interacciones con los demás. Es un planteamiento fundamentado en principios morales. Dentro del planteamiento de la soberanía divina, la justicia restaura la vida.
Imaginen si todos buscáramos la justicia para acercarnos al reino de lo divino. Imaginen un mundo donde los poderosos buscan justicia solamente para unas personas seleccionadas mientras los inocentes buscan justicia para todos. Imaginen un panorama en donde se busca la justicia con el objetivo de devolver la dignidad. En sus palabras, la escritora afroamericana Alice Walker dijo que “sólo la justicia puede detener una maldición”. Y Jesús quiere justicia para todos, incluidos nosotros.
A veces, las percepciones de la justicia se enfocan en la parcialidad, en adelantar ideologías concretas o en conseguir veneración o venganza. Recientemente, hemos observado a trabajadores alrededor del mundo, de este a oeste y de norte a sur, luchar por mejores salarios.
Hay gente abandonando sus patrias para encontrar un empleo que les dé propósito a sus vidas. Esos migrantes se encuentran con el rechazo. “La justicia no decide cuál dignidad es superior a cuál”, dijo Cole Arthur Riley. “Enaltece la dignidad de todos los involucrados, sin importar a quien ofenda o lo que cueste. Incluso cuando exige una pena, la justicia no denigra la dignidad del transgresor; la reafirma”.
Interpretar las Escrituras es una tarea compleja que requiere sabiduría e inspiración y la guía del Espíritu Santo. Las expectativas iniciales eran que los fariseos entenderían las Escrituras y las interpretarían con otros textos desde la perspectiva del opresor. Los fariseos intervenían en situaciones para esgrimir la influencia de los poderosos y producir comportamientos sesgados que fomentaban un sentimiento de inferioridad en otros.
La interpretación y divulgación de las leyes en la sociedad demostraban quien se beneficiaba de ellas. Históricamente, la sociedad ha despojado a los marginados de autoridad. Las lecturas de esta semana nos impulsan a examinar nuestras relaciones con otros, así como las maneras en que practicamos nuestra sabiduría y entendimiento para garantizar su protección.
Esta perspectiva da por sentado que las personas que residen en la periferia no tienen la autonomía para determinar sus propias vidas, valores y derechos. No podemos evaluar la justicia sin considerar el poder de los privilegiados sobre aquellos en las periferias. Malinterpretar la justicia de esa manera, asegura que la autoridad reside con aquellos que realizan la interpretación. Esto contradice por completo las enseñanzas de justicia y el Reino de Dios.
Para lograr el dominio de Dios dentro de nuestros esfuerzos para levantar a mujeres y niños, así como amigos y vecinos en nuestras comunidades, debemos recordar que la justicia engendra justicia.
La Hermana Maryknoll Rebecca Nyaki, oriunda de Tanzania, se unió a las Hermanas Maryknoll en el 2002 y profesó votos perpetuos en el 2012. Sirvió por ocho años en un ministro rural en el condado de Henderson, Carolina del Norte, ayudando a reconstruir casas después de desastres naturales. También trabajó en el centro de las Hermanas Maryknoll en Nueva York. La Hermana Nyaki actualmente sirve en Hawái, donde recientemente completó un programa de entrenamiento de educación clínica pastoral.
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Imagen destacada: Un farol de papel construido en Hawái flota en la superficie del agua (Cortesía de Rebecca Nyaki, M.M./EE. UU.)