Por Justin McLellan, Catholic News Service
CIUDAD DEL VATICANO (CNS) — No todos los cristianos están llamados a ser apóstoles, profetas o evangelistas, dijo el Papa Francisco, pero todos los cristianos pueden cultivar los frutos del Espíritu Santo convirtiéndose en “caritativos, pacientes, humildes, constructores de paz”.
Continuando con su serie de catequesis sobre el Espíritu Santo durante sus audiencias generales, el Papa explicó que los frutos del Espíritu son diferentes de los carismas, que son dados espontáneamente por el Espíritu para el bien de la iglesia. En cambio, los frutos del Espíritu representan una “colaboración entre gracia y nuestra libertad”, dijo.
“Estos frutos expresan siempre la creatividad de la persona, en la que la fe obra por medio de la caridad, a veces de forma sorprendente y llena de alegría”, dijo a los visitantes reunidos para su audiencia general el 27 de noviembre en la Plaza de San Pedro.
Antes de la audiencia, el Papa Francisco se reunió en privado con el Secretario de Estado de Estados Unidos, Antony J. Blinken, que se encontraba en Italia para asistir a una reunión de ministros de Asuntos Exteriores del G7. Durante su estancia en el Vaticano, Blinken también se reunió con el cardenal Pietro Parolin, secretario de estado del Vaticano, y con el arzobispo Paul R. Gallagher, ministro de asuntos exteriores del Vaticano.
Niños acompañaron al papa durante audiencia
Tras recorrer la Plaza de San Pedro en el papamóvil, el Papa Francisco fue acompañado a su asiento por un grupo de niños, que luego se sentaron en los escalones del escenario durante toda la audiencia.
En su discurso principal sobre los frutos del Espíritu, el Papa destacó la alegría como elemento central de la vida cristiana.
La alegría espiritual, como otras formas de alegría, incluye “un cierto sentimiento de plenitud y satisfacción, que hace desear que dure para siempre”, dijo.
“Sin embargo, sabemos por experiencia que eso no ocurre, porque todo aquí abajo pasa rápidamente: Todo pasa rápidamente. Pensemos juntos: la juventud, pasa rápidamente, ¿la salud, las fuerzas, el bienestar, las amistades, el amor… duran cien años? Pero después no más”, dijo el Papa Francisco, y “por otra parte, aunque estas cosas no pasaran rápidamente, después de un tiempo ya no son suficientes, o incluso se vuelven aburridas”, ya que el corazón sólo puede encontrar la plenitud en Dios.
Alegría ‘renovable’ y ‘contagiosa’
La alegría del Evangelio, en cambio, “puede renovarse cada día y volverse contagiosa”, dijo. Citando su exhortación de 2013, Evangelii Gaudium (“La alegría del Evangelio”), el Papa dijo que es un encuentro con Dios que salva a las personas del aislamiento y que es el “manantial de la acción evangelizadora”.
“Esta es la doble característica de la alegría que es fruto del Espíritu: no sólo no está sujeta al inevitable desgaste del tiempo, ¡sino que se multiplica al compartirla con los demás!”, dijo.
Como ejemplo de cómo vivir la alegría del Evangelio, el Papa Francisco destacó la vida de San Felipe Neri, fundador de la Congregación del Oratorio en el siglo XVI, de quien el Papa dijo que “sentía un amor tal por Dios que a veces parecía que el corazón le iba a estallar en el pecho”. El santo italiano es conocido por su labor con los niños pobres y las comunidades marginadas, así como por iniciar una peregrinación a pie a siete de las basílicas más significativas de Roma.
Recordando que el Evangelio significa “buena nueva” en griego, el Papa dijo que su contenido no puede ser comunicado “no se puede comunicar con caras largas y rostro sombrío, sino con la alegría de quien encontró el tesoro escondido y la perla preciosa”.
El Papa Francisco anunció en la audiencia que, a partir de la semana siguiente, los resúmenes de su discurso en la audiencia se traducirán al chino. Actualmente, el Papa da su catequesis en italiano, y los ayudantes leen resúmenes en inglés, español, francés, alemán, portugués, polaco y árabe.
Imagen destacada: El Papa Francisco consuela a un niño después de su Audiencia General en la Plaza de San Pedro en el Vaticano el 27 de noviembre del 2024. (CNS/Vatican Media)