El Padre del Vaticano II

Tiempo de lectura: 5 minutos
Por: JAMES H. KROEGER
Fecha de Publicación: Dic 2, 2024

Primera entrega de una serie de cuatro partes que reflexiona sobre la importancia del Concilio Vaticano II.

Aggiornamento, la palabra italiana que significa “poner al día”, expresa la agenda multifacética para la renovación de la Iglesia que se emprendió durante el Concilio Vaticano Segundo (1962-1965), iniciado por el Papa Juan XXIII. A él se le recuerda por su papel fundamental en el Vaticano II, y su festividad anual es el 11 de octubre, en conmemoración de la apertura del Concilio el 11 de octubre de 1962.

Angelo Giuseppe Roncalli, el cuarto de 13 hijos de padres campesinos, nació en el pueblo de Sotto il Monte, en el norte de Italia, en 1881. Ingresó al seminario siendo un niño y a la tierna edad de 15 años comenzó a escribir su diario espiritual, publicado como Diario del alma tras su muerte. Su objetivo en la vida era ser santo, ¡y lo logró!

El joven Padre Roncalli inició las variadas asignaciones que más tarde le serían útiles durante su pontificado. Se desempeñó como secretario del obispo y enseñó en el seminario. Fue designado capellán militar durante la Primera Guerra Mundial y luego trabajó en Roma en Propaganda Fide. Como obispo, fue representante papal en Bulgaria, Turquía y Grecia, sirvió como nuncio apostólico en Francia y se convirtió en cardenal patriarca de Venecia.

Antes y durante los días oscuros de la Segunda Guerra Mundial, el obispo Roncalli sintió profundamente la trágica situación del pueblo judío. Inició vínculos de trabajo con varias personas y organizaciones judías y no judías para rescatar a los judíos de ser entregados a los nazis. En uno de muchos ejemplos concretos, de 1938 a 1939 ayudó a organizar el transporte de 10.000 niños judíos a un lugar seguro. Después de la Segunda Guerra Mundial, el obispo Roncalli continuó apoyando activamente al pueblo judío y promovió el establecimiento del Estado de Israel.

Al comenzar su pontificado a la edad de 77 años el 28 de octubre de 1958, Angelo Roncalli aportó al papado un estilo pastoral y personal completamente nuevo. A lo largo de los años de su breve pontificado (1958-1963), Juan XXIII se convirtió en una figura querida en todo el mundo, conocido popularmente como el “Buen Papa Juan”. En el 50 aniversario de la muerte del Papa Juan, el Papa Francisco señaló que la vida de Juan XXIII es una lección de cómo la obediencia y la confianza en Dios conducen a la paz interior.

El Papa Francisco dijo: “El mundo entero reconoció al Papa Juan como pastor y padre, pastor porque era padre… Es tan hermoso encontrar un sacerdote, un buen sacerdote, lleno de bondad”. Fue “un eficaz tejedor de relaciones y un sólido defensor de la unidad, tanto en la comunidad eclesiástica como fuera de ella”. Siempre estuvo “dispuesto al diálogo con los cristianos de otras iglesias, con representantes del mundo judío y musulmán y con muchas otras personas de buena voluntad”.

El Papa Juan XXIII— Ilustrado por el Padre jesuita Henry C. Ponce, quien fue alumno del Padre Maryknoll James H. Kroeger, autor de este artículo. (Cortesía de Henry C. Ponce)

El Papa Juan XXIII— Ilustrado por el Padre jesuita Henry C. Ponce, quien fue alumno del Padre Maryknoll James H. Kroeger, autor de este artículo. (Cortesía de Henry C. Ponce)

De hecho, el mundo amaba al Papa Juan XXIII y su carácter alegre y afectuoso. Era un optimista, un verdadero “peregrino de la esperanza” y comunicó este espíritu a la Iglesia, particularmente a través del Concilio Vaticano Segundo. En su diario espiritual anotó: “Nunca he conocido a un pesimista que haya logrado algo bueno”. Conservó su buen humor incluso en asignaciones muy difíciles, eligiendo aprovechar el momento y enfatizar el bien potencial que se podía lograr.

Su jovialidad y humor se volvieron legendarios. Dos ejemplos bastan. Un día escuchó a unas italianas hablar de su aspecto, diciendo que era viejo, obeso y feo. El Papa Juan se volvió y observó benignamente: “Debes recordar que ser papa no es exactamente un concurso de belleza”.

Un diplomático recién acreditado ante la Santa Sede preguntó al papa cuántas personas trabajaban en el Vaticano. “¡Oh, no más de la mitad de ellos!” respondió Juan XXIII guiñando un ojo.

La perspectiva de Juan XXIII es, de hecho, la espiritualidad que comunicó al mundo. Tomó en serio la llamada a la santidad durante toda su vida. Su profunda confianza se manifestaba en su sencillez, paciencia, gentileza y afabilidad, cualidades manifestadas en sus variados escritos.

Sin embargo, Juan XXIII podría ser muy contundente al afirmar su convicción de que la fe cristiana debe resultar en una esperanza profunda y gozosa. En su discurso de apertura del Concilio Vaticano II, dijo: “Nos parece justo disentir de tales profetas de calamidades, avezados a anunciar siempre infaustos acontecimientos, como si el fin de los tiempos estuviese inminente.” (citado por el Papa Francisco, Evangelii Gaudium 84). Creía que la divina providencia estaba renovando a la humanidad a través de una lectura perspicaz de los “signos de los tiempos”.

Algunas impresiones del “Decálogo de la serenidad” del Papa Juan XXIII son:   

• Sólo por hoy seré feliz en la certeza de que he sido creado para la felicidad, no sólo en el otro mundo, sino también en éste.

• Sólo por hoy haré una buena obra, y no lo diré a nadie.

• Sólo hoy no tendré miedo. Sobre todo no tendré miedo de gozar de lo que es hermoso y de creer en la bondad 

¡Nos maravillamos de la sabiduría de San Juan XXIII y buscamos ponerla en práctica cada uno de los días, transformándonos en una comunidad verdaderamente gozosa de discípulos misioneros de Jesús! 

El Padre Maryknoll James H. Kroeger sirvió en misión en Asia durante más de cinco décadas. Es autor de Walking with Pope Francis: The Official Documents in Every Day Language (Orbis Books, 2023) y A Joyful Journey with Pope Francis (Faith Alive Books, 2024).

Imagen destacada: El Papa Juan XXIII preside la sesión inaugural del Concilio Vaticano II en la Basílica de San Pedro el 11 de octubre de 1962. (CNS/L’Osservatore Romano/Ciudad del Vaticano)

Sobre la autora/or

JAMES H. KROEGER

El Padre Maryknoll James H. Kroeger quien nació en Appleton, Wisconsin, ha servido en Filipinas y Bangladesh desde 1970. Actualmente enseña en Loyola School of Theology, el Instituto Pastoral de East Asian y en el centro Mother of Life Catechetical en Manila.

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