Un Oasis en la frontera

Tiempo de lectura: 6 minutos
Por: Andrea Moreno-Diaz
Fecha de Publicación: Dic 2, 2024

Misioneros y voluntarios católicos sirven como ‘peregrinos de esperanza’ para migrantes y refugiados

El terreno árido y escabroso de El Paso, Texas, puede describirse como inhóspito. Los paseños, sin embargo, son lo opuesto de eso.

En esta ciudad fronteriza, misioneros católicos, voluntarios y defensores han atendido históricamente el llamado a ayudar al forastero y alimentar al hambriento.

Para el Padre Maryknoll Raymond Finch, un neoyorquino de Brooklyn quien sirvió a comunidades indígenas en Perú y Bolivia por más de 25 años, ese llamado es inevitable.

“Es central al mensaje del Evangelio”, dice él. “Fuiste un extranjero en tierras lejanas. Dale la bienvenida al extranjero en tu tierra”.

Desde el 2022, el Padre Finch, 76, ha servido en la Iglesia Católica Cristo Rey en El Paso, después de completar su segundo mandato como superior general de la Sociedad Maryknoll.

Su llegada a El Paso coincidió con un inusitado flujo migratorio que desbordaba los albergues tras la pandemia. En la víspera de Noche Buena de ese año, cientos de migrantes dormían en las calles en temperaturas que bajaron hasta los 18 °F.

Claudia Díaz y Gloria Ibarra (derecha), feligresas de Cristo Rey, preparan comida caliente en la cocina de la parroquia para migrantes y refugiados de dos albergues de El Paso, Texas. (Cortesía de Gloria Ibarra/EE.UU.)

Claudia Díaz y Gloria Ibarra (derecha), feligresas de Cristo Rey, preparan comida caliente en la cocina de la parroquia para migrantes y refugiados de dos albergues de El Paso, Texas. (Cortesía de Gloria Ibarra/EE.UU.)

“La gente en esta parroquia y la mayoría de gente de El Paso —cosa que me impresionó mucho— respondieron con ayuda”, dice el Padre Finch.

Una de ellas es Gloria Ibarra, una integrante del personal de Cristo Rey. Ella administra un ministerio que provee comidas calientes cada martes a dos albergues para migrantes.

La iniciativa empezó en el 2018 cuando Ibarra recibió una llamada de Martyrs Hall, que en aquel momento era un albergue de emergencia ubicado en propiedad de la Diócesis de El Paso.

Ibarra dice que se “lanzó” ante la oportunidad de servir. Otros siete feligreses se unieron a ella.

“Nuestro ministerio empezó con nosotros poniendo de nuestro bolsillo”, dice Ibarra. “Les preparamos desayunos o almuerzos y los llevamos a la Diócesis”.

El equipo prepara hasta 130 comidas calientes en la cocina parroquial del Centro San Óscar Romero, nombrado así por el Padre Finch. El equipo siempre toma en cuenta las necesidades de los migrantes.

“Probablemente no han probado comida casera”, dice Ibarra respecto a los migrantes que llegan a El Paso después de largos viajes. “Así que siempre proveemos comida como espagueti, ensalada y un pedazo de pan o comida mexicana”.

Ahora con un equipo de 10 integrantes, los feligreses transportan la comida al albergue Martyrs Hall. El segundo albergue que recibe comidas, Holy Family Refugee Center, envía voluntarios a recogerlas en la parroquia.

Este ministerio le permitió a Ibarra, 62, cumplir un sueño que tenía desde la secundaria: ser misionera.

“No llegué a ser misionera en el extranjero”, dice. “Pero me he dado cuenta que hay trabajo misionero donde estés, donde sea que Dios te llame. Todos tenemos una misión”.

El Monseñor Arturo Bañuelas celebra una Misa para rezar por el fin de la violencia fronteriza en la entrada del puente Santa Fe que conecta la ciudad de El Paso, Texas, con Ciudad Juárez en México. (CNS/Christ Chavez/EE. UU.)

El Monseñor Arturo Bañuelas celebra una Misa para rezar por el fin de la violencia fronteriza en la entrada del puente Santa Fe que conecta la ciudad de El Paso, Texas, con Ciudad Juárez en México. (CNS/Christ Chavez/EE. UU.)

Trabajar con el Padre Finch, dice ella, ha realzado esa visión.

“La gente en la parroquia hace lo que puede”, dice el Padre Finch. “Mi trabajo como pastor es ayudarlos a vivir su fe, profundizarla y salir a difundirla. Espero darles aliento, inspirarlos y de vez en cuando darles dirección”.

Ricardo López ha sido un feligrés de Cristo Rey desde que era adolescente. Ahora a los 62 años, sirve en varios ministerios allí.

López espera ser ordenado como diácono permanente para la Diócesis de El Paso en enero del 2025. Luego partirá en peregrinaje para el Jubileo en Roma con un grupo de 120 personas.

Como paseño, López ha presenciado el ánimo de acogida en la hospitalidad de sus conciudadanos, algo que el Papa urge para el año jubilar.

“Nuestro modo de verlo es que somos llamados a servir al pueblo de Dios”, explica López. Sin importar el estatus migratorio de los recién llegados, dice él, “somos nosotros quienes debemos servirles con brazos abiertos. La comunidad de nuestra parroquia se esmera en hacer eso”.

Maryknoll ha estado presente en la frontera de México y Estados Unidos desde 1993 con sacerdotes, hermanas y misioneros laicos que han servido en albergues, parroquias o centros de advocacía por los migrantes. Como misioneros, comprenden por qué las personas migran.

La mayoría de personas “se fijan específicamente en la frontera entre México y Estados Unidos”, dice el Padre Finch. “Pero la frontera es una frontera entre diferentes partes del mundo. Es una frontera entre norte y sur, y Maryknoll es parte de ambos mundos”.

La respuesta de la comunidad de El Paso modela una alternativa cristiana a la demonización de migrantes y refugiados y a la militarización de la frontera.

After World Mission Sunday Mass at St. Ferdinand Church, pastor Father Jason Torba and Cardinal Blase Cupich greet the congregation, including all those who do mission in Chicago. (Julie Jaidinger, Chicago Catholic/U.S.)

El pasado marzo, cientos de personas llenaron las calles de El Paso, Texas, para una manifestación llamada “No Tengan Miedo: Marcha y Vigilia por la Dignidad Humana”, organizada por Hope Border Institute. (Captura de pantalla OSV News/Transmisión en vivo vía Facebook/EE. UU.)

“Para nosotros en la frontera la solidaridad no es sólo acompañamiento”, dice el Monseñor Arturo Bañuelas. “Ellos no se convierten en ‘un migrante’ o ‘un pobre’, sino que son una hermana o un hermano”.

El Monseñor Bañuelas es defensor de los derechos de los migrantes y presidente fundador de Hope Border Institute en El Paso, un instituto que documenta patrones migratorios, abusos de derechos humanos y las causas profundas de la migración.

El encuentro con refugiados en los albergues, dice el Monseñor Bañuelas, es una experiencia transformadora cuando “escuchas las historias de la gente y experimentas su humanidad, su sufrimiento, su esperanza y por qué vinieron a pesar de todos los obstáculos”.

Él relata la historia de una mujer con fuertes posturas antinmigrantes que visitó un albergue. La invitó a sentarse a cenar y charlar con una mujer centroamericana que huyó hacia el norte con sus pequeñas hijas después de que su esposo fuera asesinado.

“De repente no se trataba de una persona hablando con una migrante. Era de madre a madre”, dice el Monseñor Bañuelas. “Dios está presente en ese intercambio de solidaridad”.

A pesar de proyectos de ley antinmigrantes y ataques legales en contra de los albergues de El Paso, esa solidaridad no se ha visto interrumpida.

El 21 de marzo del 2024, cientos de personas llenaron las calles de El Paso para una manifestación llamada “No Tengan Miedo: Marcha y Vigilia por la Dignidad Humana”, organizada por Hope Border Institute.

Varios voluntarios se registraron  en la parroquia Cristo Rey donde también hubo una reunión para crear carteles que se utilizaron en la manifestación.

La marcha y vigilia conmemoraron el primer aniversario del terrible incendio en un centro de detención que mató a 40 migrantes en Ciudad Juárez. También se protestó en contra de una demanda legal para cerrar Annunciation House, una red de centros de acogida en donde misioneros Maryknoll han servido.

“Es el precepto central del cristianismo para los católicos”, dice el Padre Finch. “Alimentar al hambriento, ayudar a los necesitados, buscar a Cristo en aquel que necesita nuestra ayuda. Criminalizar eso sería desastroso”.

Con verdadero temple paseño, los católicos en la frontera seguirán sirviendo a refugiados y migrantes como peregrinos de esperanza.

“La esperanza nunca falla”, dice el Monseñor Bañuelas. “Engendra en nosotros posibilidades de amor que son más grandes que el odio. Luchar junto a los pobres, salir a marchar, trabajar en los albergues… no es una experiencia indolora. Pero cuando miras a la vida desde la perspectiva de la esperanza, [sabes] que el amor va a ganar, que la justicia va a ganar. Y que viene en camino”.

Imagen destacada: El Padre Maryknoll Raymond Finch posa con Matachines en frente de la Iglesia Católica Cristo Rey en El Paso, Texas, para la celebración del Día de la Virgen de Guadalupe el 12 de diciembre. (Matthew Sim/EE. UU.)

Sobre la autora/or

Andrea Moreno-Diaz

Nació en Bogotá, Colombia. Tiene un título en Literaturas Hispánicas de City College of New York. Como editora asociada escribe, edita y traduce historias en español e inglés. Vive en Ossining, Nueva York.

Ediciones Archivadas