Por Jennifer Tomshack
Domingo 16 de febrero del 2025
Jeremías 17, 5-8| 1 Corintios 15, 12. 16-20| Lucas 6, 17. 20-26
El año pasado en un evento social en el que me aburría en una conversación trivial, me fijé en un hombre negro que llevaba una camiseta que decía: “Quita tu rodilla de mi cuello”. Asumí que era un rebelde con cosas interesantes para decir y entablé conversación con él.
Resultó ser profesor en una prestigiosa universidad católica aledaña, donde investigó y dio clases acerca del acceso a alimentos, lo que es un gran problema en el sudoeste de Michigan, donde vivo. Tuvimos una conversación fascinante al respecto.
En Estados Unidos, Michigan es el segundo estado con más diversidad agrícola después de California. La parte del estado en la que vivo es una de las zonas más importantes en producción de frutas. De nuevo, es el segundo estado después de California en producir el cultivo más grande de mi condado, los arándanos azules.
La tasa de pobreza entre los residentes rurales en mi área es alta y un gran porcentaje de ellos son de raza negra. A pesar de estar rodeados de frutas y verduras, los habitantes rurales viven en áreas donde es difícil comprar comida barata y de buena calidad. Además, hay transportación limitada y no tienen acceso fácil a supermercados donde se vendan frutas y vegetales. Primordialmente comen comida procesada que consiguen en estaciones de gasolina y en tienditas. Las secuelas en su salud son tremendas.
Mi condado no seguirá siendo un centro productor de frutas por mucho tiempo. Cultivar frutas es una labor ardua y depende de los trabajadores migrantes, que cada vez son menos dadas las políticas migratorias actuales de nuestro país. Muy pronto la situación empeorará.
Soy voluntaria en el programa de alcance a migrantes de mi parroquia desde el 2017. Durante estos años he visto a finca tras finca dejar de producir fruta y empezar a cultivar productos que no requieren tanto trabajo, como el maíz y los granos de soya para sobrevivir. Puede que pronto tengamos que vivir sin acceso a frutas.
Le dije al profesor sobre mi carrera también. En aquel momento yo trabajaba para una compañía sin fines de lucro que financiaba más de 50 programas que ayudaban a los pobres en nuestra área con varios problemas. Elogió nuestro trabajo, pero me dijo: “Si queremos resolver el tema de la pobreza, primero tenemos que resolver el tema de la riqueza”.
Estoy de acuerdo. La brecha entre los que tienen y los que no es cada vez más extensa. Es una realidad que me preocupa desde que he estado estudiando más a fondo la pobreza. Tratar los síntomas de nuestros problemas sociales es imperativo, sin duda, pero también debemos cambiar los sistemas que causan y empeoran la enfermedad en primer lugar.
Esa es una de las razones por las que me atrajo Maryknoll. No se trata de caridad, sino de solidaridad. Hay un desbalance de poderes que es inherente a la caridad, pero ese desbalance se reduce cuando se va a lugares remotos, como hacen los misioneros Maryknoll, para trabajar brazo a brazo con los marginados para juntos transformar estructuras injustas.
Una de las maneras cruciales para cambiar este sistema es con el testimonio profético de nuestros misioneros, que nos muestran que esta manera subversiva de hacer las cosas es posible, además de efectiva.
Como muchos de nosotros, mi rebelde favorito es, por supuesto, Jesús. Él siempre puso las convenciones patas arriba (¡y a las mesas de mercaderes en los templos también!). Tal vez lo heredo de su madre y de sus palabras acerca de Dios alimentando a los hambrientos y expulsando a los ricos con bolsillos vacíos.
“Bendecidos sean los pobres” es una de las muchas frases de Jesús que a primera vista no parece compaginar con los estándares del status quo moderno. Pero dado que aquellos estándares cada vez compaginan menos y menos con nuestras vidas en este mundo cambiante, la verdad de esta frase y de estar del bando de los pobres compagina cada vez más.
Jennifer Tomshack, gerente de comunicaciones de Maryknoll Lay Missioners, es una fotógrafa y narradora que ha trabajado en comunicaciones y marketing para organizaciones sin fines de lucro.
Para leer otras reflexiones bíblicas publicadas por la Oficina Maryknoll para Asuntos Globales, haga clic aquí.
Imagen destacada: Paisaje de Plainsong Farm, comunidad agrícola cristiana ecuménica en Rockford, Michigan. (Jennifer Tomshack/EE.UU.)