Por Paschal Madukwa
VI Domingo de Pascua
Domingo 25 de mayo del 2025
Hech. 15, 1-2. 22-29| Apoc. 21, 10-14. 22-23| Juan 14, 23-29
En el Evangelio de esta semana, mientras se despide de sus discípulos, Jesús les asegura que “El que me ama, cumplirá mi palabra y mi Padre lo amará…“
Estas palabras se pronunciaron muchos siglos atrás. ¿Preservan su poder hoy? ¿Cómo podemos cumplir su palabra? En el Evangelio para el quinto día de Pascua, Jesús nos dice que cumplamos su palabra en un nuevo mandamiento: “que se amen los unos a los otros, como yo los he amado; y por este amor reconocerán todos que ustedes son mis discípulos’’.
Jesús no solo nos deja este mensaje de amor, sino que además nos ofrece su paz. Una paz que nuestro mundo no puede dar. Y nos promete que el Espíritu Santo nos fortalecerá, enseñará, recordará y nos ayudará a entenderlo.
En la primera lectura, vemos la confusión que causan las enseñanzas de la Iglesia en sus días primitivos. La Iglesia se enfrentaba a dificultades dándole espacio a los gentiles, que no seguían la ley de Moisés. Apóstoles y ancianos llegan a un consenso en el Concilio de Jerusalén y aprueban la inclusión de todas las personas de diversas procedencias en la Iglesia. No se les pedirá que se conviertan al judaísmo, estableciendo así la universalidad católica. Para conseguirlo, prohíben prácticas que puedan ofender la sensibilidad de los judíos. Esto es algo que aprendemos en la convivencia intercultural: acomodamos a todos.
En la Biblia, la paz no es sólo la ausencia de conflicto sino además es una restauración o conclusión. Tanto “shalom” en hebreo y “eirēnē” en griego son sustantivos para la palabra “paz”. Jesús sacrifica su vida para restaurar la relación quebrantada entre los humanos y nuestro creador. Aún más, ese mandamiento de amor desinteresado (“agápē”) supone que tratemos a los demás como queremos ser tratados, sin esperar nada a cambio. Al vivir en un mundo contemporáneo que está tan quebrantado y polarizado, ¿qué nos dice este mensaje del Evangelio?
He vivido en Taiwán por los últimos dos años y sé lo que se siente ser un extranjero, uno nunca pertenece totalmente al grupo. Pero la sensación de sentirse “fuera de lugar” es también un humilde recordatorio que no fuimos creados solo para este mundo. Este mundo no es nuestro hogar final.
En mi ministerio con mis amigos sin hogar, he tenido la oportunidad de escucharlos hablar de sus experiencias. Algunos terminaron viviendo en las calles no por la adicción a las drogas o desempleo, sino por sentir vergüenza, soledad o una sensación de pertenencia incompleta. Se sienten como extranjeros en sus propias familias y comunidades. Por alguna razón, ya sea cultural, biológica o religiosa, sus familias y comunidades los han relegado hacia los márgenes de la sociedad, tratándolos como excluidos.
En todo el mundo, estamos conscientes de las personas a quienes hemos ignorado, juzgado y alejado de nuestras comunidades, religiones y países simplemente porque no se ajustan a nuestros estándares mundanos. Por eso, actuamos como los primeros cristianos que menospreciaban y rechazaban a los gentiles. Por mucho que intentemos justificar nuestras acciones, en el fondo sabemos que traicionamos el Evangelio al hacerlo.
En esta temporada de Pascua, Jesús no pide que practiquemos el “shalom” y “eirēnē” recojamos las piezas rotas y que demos “agapē” a todos los que viven en los márgenes. Al hacerlo, estamos respondiendo activamente a los mandamientos de Dios, enunciados por el profeta Miqueas: “Practicar la justicia, amar la fidelidad y caminar humildemente con tu Dios”.
El seminarista Maryknoll Paschal Madukwa es un doctor de Tanzania. Como parte de su Programa de Entrenamiento en el Extranjero, sirve como voluntario a las personas sin hogar. Actualmente está cursando un posgrado de dos años de Medicina Tropical.
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Imagen destacada: Personas sin hogar en la estación de tren de Taiching comparten la comida que el seminarista Maryknoll Paschal Madukwa les trajo. El misionero visita a las personas sin hogar durante su Programa de Entrenamiento en el Extranjero en Taiwán. (Cortesía de Paschal Madukwa/Taiwán)