Por David Ramos, ACI Prensa
Cerca de 50.000 personas se han visto desplazadas de sus comunidades durante las últimas semanas, en medio de los “ataques brutales” desencadenados por vínculos con el Estado Islámico en la provincia de Cabo Delgado, en Mozambique.
En declaraciones a la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN, por sus siglas en inglés), la hermana Aparecida Queiroz, de la Congregación de las Hijas de Jesús, “entre el 20 y el 28 de julio, la diócesis de Pemba se vio particularmente afectada por la nueva ola de ataques brutales, especialmente en los distritos de Chiúre, Ancuabe y Muidumbe”, en la costa norte del país africano.
“Los ataques también fueron muy intensos los días 6 y 7 de agosto, con incidentes registrados en los distritos de Palma, Meluco y Quissanga”, añadió.
Violencia vinculada al Estado Islámico
De acuerdo a un informe de la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), los desplazados en las últimas semanas suman “al menos 46.667 personas”.
A la ola de violencia se suman “una serie de emergencias superpuestas en el país”, señala OCHA, que apunta a brotes de enfermedades y crisis climática en la región.
El organismo de las Naciones Unidas estima que los desplazados en la zona suman más de 95.000 desde enero de este año.
ACN explica que la guerra en la provincia de Cabo Delgado “tiene sus raíces en una insurgencia llevada a cabo por yihadistas vinculados al Estado Islámico”, iniciada en 2017, causando más de 6.000 muertes sin una respuesta eficaz del gobierno.
El P. Kwiriwi Fonseca, sacerdote pasionista en la Diócesis de Pemba, la capital de la provincia de Cabo Delgado, alertó sobre el secuestro de niños a manos de yihadistas, y exigió que los menores sean “devueltos a sus padres”.
“Deben ser buscados dondequiera que estén para que puedan ser devueltos a sus padres, porque merecen un futuro mejor”, dijo.
Iglesia clama por el fin de “guerra sin sentido”
El sacerdote aseguró que “esta guerra sin sentido solo trae muerte y se lleva la poca esperanza que tiene la gente, especialmente los niños”.
“La crisis humanitaria causada por esta guerra y agravada por los ciclones que también han azotado esta región en los últimos años, con una enorme destrucción de viviendas, infraestructura y campos agrícolas, tiende a ser olvidada y silenciada”.
El P. Fonseca aseguró además que el silencio sobre el sufrimiento de los pobladores en la región “nos molesta”, y denunció que los habitantes “han visto agravada la crisis por nuevos ataques, sus casas quemadas, sus hijos arrebatados”.
“Mozambique necesita paz. Todo lo que queremos es paz”, expresó.
Por su parte, Ulrich Kny, jefe de proyectos de ACN para Mozambique, destacó que la fundación pontificia “está apoyando a la diócesis de Pemba a través de varios proyectos, incluida la prestación de apoyo psicosocial a las víctimas del terrorismo, material para la construcción de decenas de casas y centros comunitarios y la donación de vehículos para misioneros que trabajan con los desplazados y, por supuesto, seguimos dispuestos a apoyar con más ayuda de emergencia”.
“Lamento profundamente que nuestros hermanos y hermanas en Mozambique se enfrenten a otra ola de ataques. Rezamos por todas las víctimas”, expresó.
Imagen destacada: Labor de la Iglesia Católica en la provincia Cabo Delgado, Mozambique, donde los ataques de grupos yihadistas han dejado muertes, secuestros y destrucción. (Crédito: Ayuda a la Iglesia Necesitada).